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Sin mayorías —ni ideologías— definidas, las elecciones en México se decantan por el voto útil

A diferencia de lo que ocurre en los Estados Unidos y otras democracias más o menos consolidadas, en México no gana quien cultiva a un sector de la población y explota una ideología o planteamientos políticos definidos. Aquí, más allá de los candidatos, gana la conveniencia y el pragmatismo, traducido en la decisión tomada por grandes masas de electores que, al final de la campaña, decantan su identidad política en el llamado voto útil, y por ende deciden votar por quien les resulta menos malo aunque eso no signifique que ese candidato fue el que los convenció por sus planteamientos, ideología o por su identidad política.

En 2018 estamos en vías de consolidar la docena —y media— trágica mexicana

Quién sabe cómo ocurra en otros países, pero en México es evidente que las convicciones en la vida pública están extraviadas por completo. Sólo aquí se aprecia, con toda naturalidad, que hoy un partido o facción política defiende con todo denuedo un planteamiento, proyecto o reforma, aunque apenas el día previo haya hecho y dicho, con igual intensidad, todo lo contrario. Aquí abundan los ejemplos. Y ante el regreso del PRI, y el aparente avance rápido de diversos temas en nuestro país, comenzamos a ver la magnitud de ese pragmatismo feroz que nos llevó a tener prácticamente dos décadas perdidas.

Los sindicatos en Oaxaca emulan a la S-22 en la ilegalidad de sus acciones de protesta

Es increíble cómo una facción sindical que no cuenta con reconocimiento legal ni toma de nota, es capaz de cerrar toda una institución y mantenerla así para forzar una negociación que, a su vez, no es reconocida por el grupo mayoritario del mismo sindicato. Eso, que pudiera resultar increíble, es algo que cotidianamente ocurre en Oaxaca con los gremios y las instituciones, a las que presionan a pesar de no contar con el respaldo legal para hacerlo, sino sólo la fuerza y la organización de sus agremiados. Es una de las varias herencias de ilegalidad que le ha dado a Oaxaca la Sección 22 del SNTE.

¿Por qué en Oaxaca nadie se preocupa por reglamentar los gobiernos de coalición?

Es muy probable que el resultado de los comicios del próximo 1 de julio en Oaxaca plantee un escenario propio de una prueba de fuego para la organización democrática y la relación entre poderes. Parte de esa posibilidad, radica en que podría haber un Congreso local de mayoría opositora, y por ende un Ejecutivo gobernando con minoría legislativa. Es cierto que aún ese escenario, puede sobrellevarse a través de la construcción de consensos políticos —visibles y ocultos—; sin embargo, sería más saludable pensar en la reglamentación e implementación de los gobiernos de coalición, para normar y transparentar los acuerdos y las corresponsabilidades derivadas de la construcción de las mayorías que son necesarias para gobernar.

El problema de la baja recaudación y la evasión del impuesto a la tenencia, no es sólo de Oaxaca

En Oaxaca se han ensayado diversas soluciones respecto a la decreciente recaudación del impuesto a la tenencia y uso de vehículos, como gravamen estatal. Una de las razones por las que dicho impuesto ha sido un fracaso en su régimen local, es por la heterogeneidad que existe respecto a su cobro en las demás entidades federativas. Por eso, a pesar de que en Oaxaca ha crecido de manera importante el número de vehículos de motor que circula en las calles, esto no se ha reflejado en una mayor recaudación. Pudiéramos pensar que éste es un problema local. Aunque en realidad, resulta toda una interrogante nacional saber qué futuro puede tener un gravamen como éste, en el que existen fugas por todos lados y en el que siempre hay un ganador que, paradójicamente, se rige por las reglas de la oferta y la demanda.

Constitución moral: construcción de un sofisma sobre lo que es “bueno y malo” para los mexicanos

La moral no es la misma entre quienes viven en el campo, y quienes habitan en la ciudad. La moral tampoco es la misma entre quienes nacieron en una época y quienes nacieron en otra.

Con sus posturas frente a la Reforma Educativa, la CNTE exige que AMLO sea un Presidente Dictador

Un gobierno despótico es aquel en el que el poder lo ejerce una sola persona —o grupo— de forma absoluta, sin limitaciones de tipo legal y sin estar sometido a la ley. A su vez, un dictador es un “soberano” —entendiendo que la soberanía reside en él, y no en el pueblo— que recibe o se arroga el derecho de gobernar con poderes absolutos y sin subordinarse a ninguna ley. A eso aspira la CNTE cuando abiertamente le exige a Andrés Manuel López Obrador que, de llegar a la Presidencia, elimine por decreto la reforma educativa y la evaluación docente, y no mediante el proceso de reformas legislativas que él mismo ha planteado para conseguirlo sin violar la Constitución.

Sólo con un gobierno de coalición —del que nadie habla— los candidatos presidenciales podrían cumplir sus promesas

Al asumir sus respectivas candidaturas, los tres principales aspirantes presidenciales establecieron los ejes de su campaña y de sus propuestas. Por un lado, establecieron como una prioridad el combate a la corrupción, pero también hicieron otros planteamientos que, para ser alcanzables, indispensablemente tendrían que pasar por reformas legales y constitucionales, y por manifestaciones de consenso entre partidos políticos. Llama la atención que todos hablen de promesas de cambio, pero que nadie diga cómo podría alcanzarlas.

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