MUJERES Y POLÍTICA.- La semana pasada, entonces en la víspera del 7 de junio –Día de la Libertad de Expresión– mostramos las cifras que distintos organismos mexicanos y extranjeros han contabilizado sobre las agresiones que periodistas sufren como resultado del ejercicio de su actividad profesional: informar.
Esas cifras muestran a México entre los 10 países más peligrosos del mundo para el ejercicio profesional de las y los periodistas; peor aún, Oaxaca fue clasificado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos en 2009 como la entidad más peligrosa para el ejercicio del periodismo, con un 27 por ciento del total de los casos de violencia cometidos en el país, al igual que el estado de Veracruz, que tiene la misma lamentable cantidad de atentados contra quienes realizan la importante tarea de informar.
El jueves, Ixtli Martínez, corresponsal del noticiario que dirige Carmen Aristegui en MVS, fue cobarde y arteramente agredida por un “porro”; es decir, un paramilitar, contratado y pagado por alguien, dentro de las instalaciones de la UABJO.
Sin más y a quema ropa, según los reportes periodísticos, el porro Salvador Hernández Bustamante, conocido como “El Taquero”, le disparó e hirió en la pierna.
Ixtli Martínez es una reportera seria que ha enfrentado diversos obstáculos por su posición siempre crítica, objetiva; una mujer periodista que se indigna frente a la injusticia, que tiene habilidad para indagar y cuestionar al “más pintado”, cualidades estás y otras, que le hacen ganar el respeto y reconocimiento de sus iguales y de muchas personas.
Lo que no ocurre entre quienes desde sus pequeños poderes o descomunales poderes son exhibidos por actos de corrupción, burocracia, impunidad y otros males que perviven en Oaxaca desde hace ya varios años.
Aunado, claro está, a la importancia que obtiene una corresponsal con esas características en un noticiario como de la reconocida Carmen Aristegui, por cierto, Premio Nacional de Periodismo 2009.
Esta es la principal razón por la que se considera que la agresión contra Ixtli fue un acto dirigido, premeditado, pagado y secundado por el porro Salvador Hernández Bustamante, quien ya está detenido, pero cuya privación de la libertad no será suficiente, en tanto, no señale a la persona que le ordenó agredir a la corresponsal de MVS.
La agresión contra Ixtli Martínez y otros informadores, que se cometen de forma cobarde y artera, no pueden quedar impunes porque se atentaría contra la libertad no sólo de informar, sino contra la libertad de la sociedad, se coartaría la democracia y el libre pensamiento, lo que significa entrar en un cuarto oscuro y siniestro que es común se imponga en los regímenes autoritarios.
Como en todos los casos, hay periodistas a modo y periodistas incómodos o incómodas, este último sería el caso de Ixtli y esa, se piensa, la razón del ataque, que se suma a muchas otras denuncias y hechos, como el asesinato de Teresa Bautista y Felícitas Martínez, locutoras de la “Voz que rompe el silencio”, allá en la compulsiva zona triqui en abril de 2008.
El espacio territorial donde este 27 de abril, fue atacada una caravana que se dirigía a San Juan Copala, hecho que llevó a Erika Ramírez y a David Cilia García, reporteros de la revista Contralínea, a permanecer escondidos durante más de 48 horas frente al temor de ser agredidos por paramilitares, cuando ambos jóvenes profesionales de la información lo único que pretendía en realidad era cumplir con su encomienda periodística.
Curiosamente, en la UABJO como en la región triqui y muchos otros lugares, existen grupos de choque, paramilitares o porros.
Los porros, mercenarios del desastre, han existido desde hace mucho tiempo y seguirán existiendo para desgracia de Oaxaca en tanto funcionarios de los gobiernos estatales y empleados universitarios los sigan utilizando para presionar, chantajear y mantener en jaque a la sociedad, mientras quienes los emplean obtienen beneficios.
Está visto que personas como Salvador Hernández Bustamante, quien disparó contra la periodista Ixtli Martínez a quema ropa y de manera directa, lo cual no puede ser nunca un hecho de confusión ni una bala perdida ni nada por el estilo, son capaces de cometer cualquier delito a cambio de tres monedas que, en el peor de los casos, salen del propio erario.
Por eso es importante saber quién está detrás de este atentado tan aberrante como atacar, intimidar y lesionar o quizá hasta asesinar a trabajadores o trabajadoras de los medios de comunicación.
Sí la procuradora Luz María Candelaria Chiñas no da resultados, sin duda abonará a la indeseada impunidad que existe en Oaxaca, donde la intolerancia y el poder son una excesiva y peligrosa mezcla para las y los informadores oaxaqueños.
Las cifras son lamentables, en 2009 la Fundación Manuel Buendía, recuerdo la entrega de la semana pasada, registró 30 agresiones a informadores de esta entidad.
Otro dato que no debe quedar de lado es el hecho de que a diferencia de casi todo el país, en Oaxaca esta violencia contra periodistas no son actos del crimen organizado sino acciones de intolerancia de quienes se sienten agraviados y que podrían ser servidores públicos o políticos.
IEE y Legislación, lo mismo
Es preocupante ver cómo los organismos responsables de la equidad, transparencia y democracia en los procesos electorales como el Instituto Estatal Electoral (IEE) de Oaxaca pretendan “tapar el ojo al macho”, como dice la frase común.
Recién, en leía una entrevista publicada en un medio electrónico titulada: Cumplieron partidos con cuota de género: IEE. (Quadratín/11/06/2010).
El director de ese organismo, Othoniel Peña Montor, hace la afirmación anterior y asegura que el registro de candidatas a diputadas por parte de los partidos políticos alcanzó el 40 por ciento.
Sí, claro, porque este señor abusando de los hoyos negros que se establecen en el Artículo 12 del Código de Instituciones Políticas y Procedimientos Electorales de Oaxaca, contabiliza hábilmente a las diputadas propietarias (que son las menos) con las candidatas suplentes.
Lo que sí queda claro es que en la próxima legislatura no habrá ninguna representación equitativa de las mujeres, porque a los partidos políticos, en solitario o en grupito, no les interesa la participación política de las mujeres y las condiciones en que las envían son catastróficas.
El IEE puede exculparse porque la reglamentación es ambigua y está hecha para que los institutos políticos hagan lo que se les dé la gana y todos salgan con la suposición de que han cumplido, sin embargo, si algo tienen de ética, reconocerían los hechos tal cual son.
Sin duda, el problema es de origen, es decir, los verdaderos responsables de la inequidad, en este caso, son quienes legislaron, quienes prometieron y no cumplieron, quienes no hacen lo que tienen que hacer, sí me refiero a los diputados y diputadas, en especial, creo yo –claro que podría estar equivocadísima– son las legisladoras sean del partido que sea, sean de derecha, izquierda o de las que ni son de aquí ni de allá, son igualitas todas.
Ahí está el caso de la reglamentación del Código de Procedimientos Penales para el procedimiento de aborto legal en caso de violación que el pasado jueves iban a aprobar y que otra vez la enviaron de regreso y con ello envían todos los días a las mujeres de todas las edades a practicarse abortos clandestinos y a exponer sus vidas (recordemos que el aborto ocupa el cuarto lugar de muerte materna) y ellas, las diputadas, ajenas a la condición de género, a su propia condición de mujeres, porque han de ser extraterrestres, siguen durmiendo el sueño de las justas y cobrando puntualmente por el no servicio.
A estas diputadas y muchas otras servidoras públicas y representantes populares, no sólo les hace falta sororidad con las que como ellas son mujeres sino que en el peor de los casos no se identifican con ellas, pareciera que al subirse a la curul no bajarán nunca a su realidad, a pesar de que adentro viven subordinación y hasta algún tipo de violencia machista.
Lo peor es cuando una mujer representante popular o servidora pública agrede a otras mujeres con sus actos, sus dichos, sus acciones; cuando eso pasa, las mujeres actúan de la misma forma en que lo hacen los hombres: arrebatan.
La violencia no es ajena a las mujeres, por supuesto, somos del mismo planeta llamado Tierra, pero cuando existe la conciencia de género el panorama cambia, las cosas se ven de otra manera y digo esto por aquellas que siguen pasando sobre sus iguales sólo por notoriedad, por quedar bien con sus jefes, porque siguen subordinadas, son incapaces de hilar pensamientos continuos sin necesidad de preguntar si lo han hecho bien o mal.
Este es el tipo de representantes populares, llámense diputadas o concejalas, que ya no quiere Oaxaca y se verá en el proceso electoral que viene. La pregunta es fundamental ¿Qué me ofrecen? El análisis es vital ¿Qué cumplieron?
(*) Soledad Jarquín Edgar, Premio Nacional de Periodismo 2007 en la categoría de Noticia, Corresponsal de CIMAC (Comunicación e Información de la Mujer A.C.) en Oaxaca.