MI OPINIÓN.- Este tema puede parecer en nuestro entorno del sureste de México una materia intranscendente y sin relevancia para nuestras vidas, pero es todo lo contrario porque somos parte de todos esos acontecimientos aunque la masa humana local lo ignore o simplemente no lo tome en cuenta.
Esa inconsciencia o ignorancia masiva es la causa primordial del centenario estancamiento en el desarrollo integral de los pueblos en todo el orbe, y especialmente en México, incluyendo por supuesto a Oaxaca.
En lo personal, veo a la generalidad de los oaxaqueños como un pueblo desinformado, y en su minoría mal informada, lo que a veces resulta peor que la misma ignorancia también histórica y ancestral.
Como ejemplo de esa ignorancia o indiferencia de los oaxaqueños respecto de lo que pasa en otros estados de nuestro país, diré que me di a la tarea, como cualquier reportero lo puede hacer, de recoger opiniones sobre estos acontecimientos específicos.
Al entrevistar a personas de diversos estratos sociales y profesionales, descubrí una ignorancia mayor de la que sospechaba.
Lo que más me sorprendió es que, inclusive, profesionistas y algunos maestros están en el limbo respecto de esos fenómenos sociales y culturales que deberían conocer, aunque fuera de manera parcial y superficial.
Su mundo de conocimiento y emocional es totalmente ajeno a lo que ocurre en nuestro país y en el resto de los pueblos de Oaxaca.
Esta condición de inconsciencia es muy grave y retardataria, pues en una era en que otras culturas le apuestan al acervo del conocimiento como herramienta primordial del desarrollo vital y social, los pueblos de Oaxaca apenas, en muy contadas excepciones, empiezan a vislumbrar panoramas alentadores para caminar hacia la libertad.
Lo expresado es contexto cualitativo para reflexionar sobre los festejos del Bicentenario de la Independencia nacional y en el caso de México también para celebrar el centenario de la Revolución.
Lo que hasta ahora se ha visto de esos festejos, se antoja superficial y tendencioso, pues carece de rigor histórico documentado; faltan a la verdad de los mismos hechos.
Por lo tanto, estos festejos carecen de valor cívico, social y cultural. Carecen de valores porque sin rigor histórico no se crea conciencia elevada, y con héroes falsos o inflados no se reconocen los valores humanos y cívicos.
En otras palabras, con festejos fuera de la realidad histórica no se fomenta la cultura del respeto a las instituciones ni el amor a la Patria.
En lo personal creo que antes de hacer festejos se debería revisar a profanidad a detalle; qué es lo que entendemos por independencia y qué es lo que tomamos por revolución.
Para que estos festejos tengan peso específico en bien de la nación, deben someterse a un ejercicio de crítica científica y filosófica, ejercicio que responda al tercer milenio, y tenga concordancia con la era del bien universal del conocimiento.
Ya lo hemos apuntado en este espacio, de no hacerse esa impostergable revisión, los flacos festejos en vez de enriquecer la cultura de la conciencia libertaria nacional, terminarán siendo apologías inmerecidas para los invasores que han saqueado nuestros recursos naturales.
Es mi opinión. Y nada más…
r_campa@hotmail.com