EXPRESIONES.- Mientras algunos de sus miembros optan por el trabajo de campo y promover la unidad, no la llamada “grilla”, otros se afanan por generar incertidumbre e inestabilidad política a su interior.
La movilidad política del PRI estatal está tomando cauces que lo pueden llevar a su escisión y a un estado de negociación, al estilo de los grupos sociales con el gobierno estatal; o sea, el chantaje y la presión política al interior de ese partido lo pueden debilitar en lugar de fortalecerlo ahora que más lo necesita.
La formación de un Consejo de Delegados para elegir a una nueva dirigencia partidista es un proceso legal, como bien arguye el diputado federal Héctor Pablo Ramírez, pero como también añade en su declaración: “no es legal y es causal de expulsión el originar inestabilidad en el partido”.
O sea, ¿para qué promover una nueva dirigencia si existe una reconocida y en vigencia estatutariamente?
Si la militancia priista cae en el chantaje y la presión para lograr posiciones de partido, el tricolor tenderá a adoptar una especie de remix del PRD, donde las tribus son las que se reparten las oportunidades y posiciones políticas, creando “jefes” en cada circunscripción que perennemente se reparten el poder.
Si para allá va el PRI local, seguramente no pasará un sexenio para que recupere el poder, sino muchos más.
Así las cosas en el tricolor, cuando más necesitan unidad, se están disgregando.
Oaxaca de Juárez, Oax., domingo 25 de septiembre/2011.
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