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Transición al faccionalismo en Oaxaca

La situación de divisionismo y fragmentación que atraviesan los diversos grupos políticos en Oaxaca y en todo el país reflejan las dificultades de un autoritarismo desgarrado y de una democracia que ni siquiera se asoma.

El autoritarismo sigue pesando tanto entre los grupos y personajes en pugna que añoran un mando único que daba línea, la etapa cuando el Presidente y jefe de partido daba órdenes y éstas se cumplían al pie de la letra.

El autoritarismo muestra una renovación. El jefe se ha multiplicado, pero lejos de democratizarse, el proceso se ha feudalizado y esto lo observaremos más aún en el 2012.

Para empezar con el partido del Presidente, en donde se perfila la imposición del candidato a la Presidencia de la República.

Hacia abajo de la jerarquía (puesto que seguimos lejos de la división de poderes) observaremos que las candidaturas para las senadurías y diputaciones federales serán a través de una mezcla de métodos, imposiciones de los cargos más importantes y negociaciones para limar asperezas respecto a los segundos. No hace falta ser adivino, ya que la representación no ha existido.

Estos métodos de hechura priista, acicalados durante más de 70 años, han sido recibidos muy bien por las facciones de los partidos; se apuntan “las facciones”, porque los partidos políticos ya no son unidades de análisis en tanto se han fragmentado y las facciones de partidos políticos distintos pueden tener más cosas en común que facciones del propio partido.

Por ejemplo, es posible que se identifiquen entre sí facciones de panistas, priistas y perredistas como parte de un mismo grupo, que con otras facciones de sus propios partidos.

Las fronteras partidas se han esfumado y las facciones se mueven bajo la herencia cultural de que el poder no se comparte.

Si consideramos esta señal, podemos anticipar que los panistas históricos locales rumiarán sus frustraciones ante el acaparamiento de posiciones que realicen los neopanistas provenientes de otros partidos, pero que tengan la bendición del centro.

En la tienda de enfrente, si es que todavía existe alguna frontera ideológica entre unos y otros (al parecer no), los faccionalismos están a la orden del día y los observamos ya en el ámbito local.

Así recordamos que el pasado 24 de septiembre, una concurrencia de disidentes a la dirigencia formal del PRI llevó al nombramiento de otra, en donde si bien esto puede parecer una expresión natural de las bases en inconformidad con su liderazgo, se explica más por las pugnas ante el reparto de candidaturas para las próximas elecciones.

Los dirigentes sustitutos dicen que su elección fue “para hacer frente a las imposiciones, incluso a nivel nacional, que privilegian el amiguismo, acuerdos oscuros, prebendas y componendas que han ocasionado las derrotas electorales, y ante la indiferencia del Comité Ejecutivo Nacional para resolver el asunto de fondo del PRI en Oaxaca, son las bases y cuadros quienes han trabajado y ganado elecciones, los que determinaron el cambio de su dirigencia” (E-Oaxaca, 26/09/11).

Resulta después que el acicate de las pugnas viene también de los ajustes de cuentas de las diversas facciones del priismo nacional, de lanzarle una estocada al dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira y de paso, deshacer sus compromisos con una de las corrientes locales en pugna; además, de llamar la atención del virtual candidato a la Presidencia de la República, “para que ponga orden”.

El llamado a poner orden se entiende desde luego en clave centralizada, porque en la larga experiencia autoritaria, “así se hacen las cosas”.

Desde que perdieron la gubernatura, las facciones tricolores se la han pasado de pleito en pleito y ahora tienen el acicate de los divisionismos en su dirigencia nacional.

Aunque cabe señalar que las luchas facciosas no son un anticipo. Ya están, aunque el faro sigue siendo la próxima coyuntura electoral. El presente no les importa.

Así podemos observar que los acuerdos legislativos y de gobierno pueden quedarse estancados, como lo han mencionado los propios diputados de la llamada coalición legislativa en Oaxaca.

Un ejemplo de las buenas intenciones que han quedado en eso, “en buenas intenciones”, es la carta de los 25 diputados de la mencionada coalición legislativa, firmada en agosto de 2010, titulada “Por un pluralismo eficaz, transparente y justo”, que contenía supuestos acuerdos por la transición democrática en Oaxaca.

Un año después se reporta que “no se han alcanzado estrategias, no se han definido procedimientos, ni planes de acción, ni responsabilidades particulares para el cumplimiento de esos compromisos”.

En palabras de un legislador “estamos bloqueados por nosotros mismos, pues cada diputado parece perseguir sus propios logros, lo cual nos aleja del cumplimiento de los compromisos asumidos de manera colectiva”(E-Oaxaca, 26/09/11).

La referencia de transición al faccionalismo, es porque lo observado no tiene que ver con la democratización, ni con ser de izquierda o de derecha, sino con el pragmatismo del reparto de cuotas y beneficios en las estructuras de los gobiernos y de los partidos.

Esta situación lleva a plantear el drama de la política actual, que en momentos de mayor competencia partidista, los partidos políticos ya se encuentran desacreditados con sus pugnas e imposiciones; entre unos y otros no hay diferencias, por lo que resultan incapaces para la conducción de un proceso democrático.

(*)Investigador del IISUABJO.

sociologouam@yahoo.com.mx

 

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