MUJERES Y POLÍTICA.- En seguimiento a los malos hábitos políticos, durante el proceso electoral temas como el aborto, la eutanasia, los matrimonios homoparentales y todo lo que tenga que ver con la libertad y los derechos de las mujeres serán puestos desde distintos enfoques y promesas de avance, aunque en el fondo, cuando las aguas revueltas por los procesos comiciales vuelvan a su nivel todo quede en el olvido.
Los recintos de los congresos legislativos no serán la excepción, desde ahí, los partidos políticos contribuirán a exponer ideas que apuntalen a quienes buscan votos y simpatías para sus candidatos presidenciales y en las otras representaciones populares en disputa.
La diputación actuará como siempre, de forma partidista, con supuestas propuestas legislativas “democráticas” y “libertarias”, y también si nos descuidamos y no ponemos atención corremos el riesgo de una que otra trastada, como el asunto del Estado laico pendiente en las agendas legislativas-clericales, que de no ser analizada y discutida, pero sobre todo razonada, esta microcirugía legislativa podría resultar peligrosa en extremo para el futuro de México.
Y lo planteo porque ya empezaron con sus propuestas “democráticas” y “libertarias”. Un ejemplo concreto es la iniciativa de reforma constitucional bajo la modalidad de modificación al Décimo Párrafo del Artículo 12 de la Constitución Política del Estado Libre y Soberano del Estado de Oaxaca, misma que presentó la diputada del PAN, Marlene Aldeco Reyes Retana.
En Oaxaca, hace años que el movimiento social de las mujeres e instituciones públicas dirigidas por feministas pusieron el dedo en el renglón al manifestar el tamaño del problema de la violencia contra las mujeres, con saldos que usted conoce y que terminan con la muerte y asesinatos, sobra decir, innecesarios de varios miles de oaxaqueñas.
Así en tiempos del anterior gobierno estatal, el Instituto de la Mujer Oaxaqueña (IMO) propuso un paquete de reformas legislativas que durante mucho tiempo aguantaron el jaloneo y los condicionamientos de diputados y magistrados, mujeres y hombres, que se resistían a reconocer, en primer término que la violencia tiene su más fuerte componente en la institución familiar, es decir, el hogar dulce hogar, aún así, la entonces titular del IMO, Norma Reyes Terán, consiguió con el cabildeo que realizó que el concepto cambiara y se reconoció legislativamente el concepto de la violencia de género, algo que en aquellos principios no lograron ni las diputadas federales.
En la anterior legislatura local, habría que decir, hubo descalabros importantes para las mujeres, un caso concreto fue la modificación precisamente al artículo 12 Constitucional, que representó y sigue representando un retroceso para la vida y la libertad de las mujeres, pero también a su derecho a decidir, al reconocer al cigoto o huevo por encima de los derechos de la madre, trabajo que orquestaron en 2009, las fracciones parlamentarias del PAN, con Perla Woolrich Fernández y algunos priistas reaccionarios, claro con el silencio cómplice y acomodaticio de la “izquierda” local que entonces tenían un peso en la nefasta chiquillada istmeña.
Sigo el recuento: En la actual administración, también través del IMO se presentó un nuevo paquete de reformas legislativas, que como ya hemos dicho hasta el cansancio siguen durmiendo el sueño de los justos en los cajones de las y los legisladores que no pueden dar pasos fundamentales debido a que les resulta intrascendente crear leyes que protejan la vida libre de violencia de las mujeres.
Por otro lado, es necesario decir, que todavía hay por ahí diputados de todas las corrientes y representantes de grupos de la derecha o los misóginos de la izquierda o los recatados del centro que se preguntan ¿por qué tipificar el feminicidio? Y para mostrar que su ignorancia no es casual sino que son resultado del remanente educativo de este país (léase alumnado de la sección 22), hablan de la necesidad de tipificar una especie de homicidio de hombres.
Pero no saben y estarían obligados a saber que existen investigaciones concretas de académicas y científicas que han demostrado que la diferencia entre los asesinatos cometidos contra mujeres está basada en la condición social de disminución (mujeres-cosas)y por ende el no reconocimiento al derecho de vivir sin violencia machista, misógina y patriarcal, sólo por citar un punto.
En ese estirar y aflojar las iniciativas siguen durmiendo en los cajones y la violencia, como reconoce la legisladora Aldeco Reyes Retana del PAN, sigue creciendo y su propuesta legislativa no tiene en el fondo ningún impacto social y legal sustancial real, excepto la mediática, la de estar presente con esa “preocupación” por las mujeres, que no es, reitero de fondo, sólo de forma y de pronunciamiento en los medios.
En todo caso, la opinión de las expertas en materia de género, es decir de quienes se han preocupado en realidad por estudiar el fondo de esta realidad lacerante para las mujeres y, por ende, para toda la sociedad, lo de fondo y sustancial sería una reforma constitucional al Artículo 12, una modificación completa que elimine la criminalización del aborto que al final de cuentas es violencia de género.
Porque entonces sí se concretaría, al menos en la Constitución Política local, como lo pide la legisladora: “por ser un derecho universal de toda mujer a una vida libre de violencia de género, tanto en el ámbito público como en el privado.
Todos los órganos del poder público en el Estado, en sus distintos niveles y esferas de actuación, tienen la obligación de hacer efectivo y funcional esta prerrogativa, por lo cual garantizan en el ámbito de sus funciones un sistema estatal que confiera tangiblemente a las mujeres toda la cauda de derechos que merecen (y lo subrayo, por el término absurdo) acorde con la legislación internacional vigente”.
De otra manera estaremos frente a un parche sin destino al Artículo 12, de ahí que su propuesta se convierta en algo intrascendente, lo único que logró es que alguien haya publicado su nota y yo lo comente.
Para lograr lo contrario, lo que se necesita, resulta indispensable e impostergable que se ajuste la ley a las transformaciones sociales y eso requiere de la incorporación de la igualdad en todo el artículo 12 o, dicho de otra manera, la transversalidad de una perspectiva de género del 12 Constitucional, completa y no a pedazos.
Claro que ese ajuste requiere de la eliminación de prejuicios y costumbres en función de la libertad y la autonomía de las mujeres, de lo contrario, como ya han señalado las estudiosas del género, estaremos frente a un planteamiento intrascendente y simplemente con características mediáticas.
Aunado a ello, también resulta impostergable que se armonicen las leyes secundarias y se saquen a la verdadera discusión las iniciativas que hoy guardan en los cajones del legislativo, una discusión y análisis sin sesgos partidistas, personales, costumbristas y hasta moralinos, sacarlos del limbo legislativo donde están ahora, e incluso, ampliar las reformas a fin de proteger verdaderamente ese derecho a una vida libre de violencia de género.
Por supuesto, los pasos son fuertes, no son enmiendas o parches. Incluso habría que derogar la ley de asistencia a la violencia intrafamiliar, que es asistencialista y no una forma de justicia plena para las víctimas de la violencia de género en Oaxaca.
Sin duda, quienes integran la LXI Legislatura local, integrada por el mayor número de mujeres que ha tenido un congreso oaxaqueño, por lo que estadísticamente se ubicaría con el agregado de “histórica” tienen en sus manos una enorme tarea, pero para ello es necesario que se preparen, lean, estudien, se asesoren con quienes han estudiado el tema, dejen de lado su moral y sus prejuicios personales, porque al final de cuentas, las y los legisladores están ahí por representar los intereses del pueblo, que habría que recordarles, ese pueblo es mayoritariamente femenino, de ahí que las leyes deben ajustarse a las transformaciones sociales.
Eso requiere de la incorporación de la igualdad en todo el artículo 12 o la transversalidad de una perspectiva de género del artículo 12, completa, que significa eliminar prejuicios y costumbres en función de la libertad y la autonomía de las mujeres, de lo contrario su planteamiento es intrascendente.
Y, finalmente, reitero, no es canto de sirenas lo que requerimos, no son golpes mediáticos, no son puntadas para confundir al electorado, frente a la realidad cruenta de Oaxaca, donde las leyes están cercenadas y resultan obsoletas.
Es necesario dar golpes de timón, aunque ello implique pisarle los cayos al poder económico (como sucede con la industria médica local que se opone sistemáticamente a tipificar la violencia obstétrica) o pisar fuerte sobre el poder de los poderes: el patriarcal, las iglesias, los medios de comunicación, las escuelas y otras instancias de poder que siguen reflejando a las mujeres en sus papeles de madres-esposas dentro de su “contexto natural”, como cuidadoras del hogar-familia, por cierto el sitio mas inseguro históricamente para ellas.
Y al mismo tiempo refieren a las transgresoras como putas-incorregibles, perversas que han invadido con su mal ejemplo el ámbito público, el espacio de los hombres, tanto en la política como en la delincuencia, en la academia y en la ciencia, en los deportes, en todo lo que ellas han trastocado, ¿pero quien les diría que las mujeres siempre seríamos santas?
De eso se trata de cambiar de fondo lo que hoy sigue impidiendo el desarrollo libre de violencia de las mujeres.