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¿Quién cree en los partidos políticos?

La acumulación de escándalos de corrupción que involucran a personajes de todos los partidos políticos a lo largo y ancho del país, así como las alternancias con gobiernos fallidos en diversos ámbitos, que van desde el federal hasta los municipios, generan una situación de desazón, que en lugar de alentar la presencia de los ciudadanos en las urnas los van alejando.

Si en las próximas elecciones del 7 de julio ocurriera el predominio del abstencionismo o del voto nulo, éste no se podría explicar como apatía de los ciudadanos, sino como consecuencia de los excesos de las burocracias partidistas, del hartazgo ante las promesas incumplidas, del rechazo consciente a la dilapidación de recursos en basura propagandística y del descubrimiento de las oposiciones simuladas.

Así, el PRI de Tabasco, de Andrés Granier y sus colaboradores bajo sospecha e investigación por enriquecimiento ilícito, no es muy distinto del PRI local que gobernó Oaxaca hasta el 2010. Cabe recordar que esas administraciones fueron valoradas como de “desaseo y desorden” por parte del gobernador Gabino Cué el pasado 9 de diciembre del 2011, en entrevista con empresarios de la radiodifusión local.

Declaraciones más, declaraciones menos, desde esa ocasión y hasta la fecha, nada se ha hecho por asear y ordenar. Por el contrario, los escándalos de corrupción y tráfico de influencias han seguido escalando y contaminando el ambiente político; una de sus expresiones más bochornosas se dio el pasado mes de abril, con la filtración de llamadas telefónicas al interior del circulo gobernante.

La filtración, soltada desde algún otro grupo de poder, involucró a funcionarios, dirigentes y candidatos de los partidos que se beneficiaron con la alternancia, incluido al tricolor, en acuerdos para posicionarse en la jornada electoral que se avecina. Así los ciudadanos escuchamos conversaciones con dirigentes locales del PAN y del PRD, que revelaron el estilo sucio de hacer política, que en lugar de apagarse sigue creciendo y se sigue exhibiendo en todos los niveles.

El pragmatismo de la alianza anti- PRI ha mostrado su inutilidad para hacer buenos gobiernos, y se ha reducido al reparto de cuotas, lo que ha traído más conflictos por los descontentos ante ese reparto. Podría pensarse que la mejor campaña la debería dar el gobierno de alternancia poniendo como ejemplo la buena conducción de la entidad, sin embargo se trata de un grupo que ha resultado más priísta que los identificados formalmente con ese partido.

Además, la impunidad respecto a quienes se fueron, ha sido una constante en el gobierno del cambio, un gobierno que según su titular “se evalúa todos los días”. Seguramente como resultado de esa “evaluación”, se ha colocado a cuadros priístas en el gabinete del cambio. Es decir, sin necesidad de elecciones, la oposición volteó a su verdadero origen, el PRI.

Vistas así las cosas, no causan sorpresa los conflictos entre corrientes al interior de los partidos políticos por estar en primera fila en su alineamiento al poder centralizado, vía pacto, por los beneficios que esa relación trae consigo y que se resume en una disputa por el manejo y uso de los recursos públicos.

Este es el telón de fondo de la millonaria distribución de recursos entre senadores panistas para financiar actividades de proselitismo electoral, o simple y sencillamente para el engrosamiento de algunas cuentas personales, en condiciones de total falta de transparencia, como lo han divulgado recientemente los medios masivos.

Los conflictos no tienen que ver con cuestiones ideológicas o doctrinarias; lo que realmente les preocupa es la posibilidad de vivir fuera del presupuesto; de acuerdo al exdirigente panista, Luis Felipe Bravo, “resulta vulgar y bajo pelearse por el dinero” y que “en el PAN han desaparecido las expresiones para dar paso a las tribus que buscan el beneficio propio ” (El Universal 22/06/13).

La misma lógica se explica en el tráfico de burócratas en los partidos menores, que salen del tricolor y regresan a él desencantados, con el argumento repetido hasta el cansancio, de que “sufrieron imposiciones y no encontraron la esperada democracia”. Más allá de simulaciones discursivas, el reencuentro con el PRI y las reconciliaciones tienen que ver con el dinero que se administra desde el centro.

Los revanchismos al interior del grupo gobernante y de los mismos partidos políticos son más profundos que los observados en las contiendas, aunque el denominador común es la avaricia. Los enemigos más acérrimos llevan la misma camiseta, situación que se ha popularizado en la expresión “fuego amigo”. Si todos son iguales, entonces ¿por quien votar?

La revoltura, aunque es más visible en Oaxaca, no es particular de la entidad. La mención no es para justificar que se trata de “mal de muchos”, sino para observar la creciente tendencia de desconfianza ciudadana en los partidos políticos, revelado por las diversas ediciones de la Encuesta Nacional de Cultura Política y Prácticas Ciudadanas.

Por mencionar un par de variables de esa herramienta, el conjunto de partidos queda como una institución reprobada; seguramente ello va asociado al desencanto de los ciudadanos respecto al trabajo de los gobiernos, ya que el 64 por ciento contestó que el país no va por el rumbo adecuado. http://encup.gob.mx/work/models/Encup/Resource/69/1/images/Resultados-Quinta-ENCUP-2012.pdf

sociologouam@yahoo.com.mx

 

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