En su mensaje por el Día de la Hispanidad, que recuerda el inicio de la colonización europea de América, el príncipe Felipe expresó , “hoy es un día para celebrar lo que nos une, para recordar nuestra historia milenaria, y valorar lo mucho que hemos conseguido juntos. España, con la Corona a su servicio, continuará trabajando siempre para garantizar el progreso”. La celebración del 12 de octubre se realizó con un desfile militar, integrantes de la nobleza española, así como representantes de distintos grupos políticos y gobernantes europeos. http://www.publico.es/474262/el-principe-llama-a-reafirmar-la-unidad-de-todos-los-espanoles
En sentido contrario, en un portal informativo español, Juan Carlos Monedero, escribió “no podemos celebrar el 12 de octubre, porque no se celebra el haber hecho daño, porque no se celebran las conquistas, porque no se celebran las masacres. Porque no se puede celebrar el sometimiento de un continente, la esclavitud, la devastación, el robo. Porque no se celebra la vergüenza de haber pretendido descubrir a nadie. Porque no se celebra, si se es decente, cuando los “celebrados” aún andan esperando una disculpa que permita el verdadero encuentro”. http://www.comiendotierra.es/2013/10/12/espanoles-que-ya-no-son-celebrando-genocidios-que-fueron/
Mientras en este continente, en la comunidad de Santa María Tlahuitoltepec Mixe, en la sierra de Oaxaca, se realizó la II Cumbre Continental de Comunicación Indígena del Abya Yala (Tierra Vital), con la participación de más de mil 500 líderes de comunidades indias procedentes de Latinoamérica, Estados Unidos y Canadá, en donde se denunció que “en el pasado los pueblos indígenas fueron expulsados de las tierras fértiles y se les arrojó a los montes áridos y las cañadas. Ahora ni siquiera en estos lugares los dejan permanecer, pues los terrenos son ricos en recursos minerales -de interés para las empresas transnacionales quienes- los vuelven a despojar de lo más sagrado de su existencia: la tierra”. http://www.proceso.com.mx/?p=355293
En el encuentro señalaron los embates sobre sus territorios y recursos por parte de transnacionales del agua, petroleras, mineras, taladoras y productoras de energía eólica e hidráulica, lo que ha ido ocurriendo a través de las reformas legales realizadas por los gobiernos en turno a fin de apoyar la entrada y despliegue de grandes capitales. De acuerdo a la fuente, la situación que ocurre en muchos lugares desde Alaska hasta Argentina, fue valorada como “muy explosiva, ya que se perfilan nuevas guerras contra las comunidades para arrebatarles sus territorios”.
La expresión “no tenemos nada que celebrar” de representantes de pueblos indígenas se ha impuesto en distintos momentos, por pueblos y comunidades de Oaxaca, una de las entidades del país que concentra a la mayor proporción de población indígena. También se ha escuchado en repetidas ocasiones en los eventos del Congreso Nacional Indígena como el realizado recientemente en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, así como en encuentros de pueblos de Guatemala, Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia, por mencionar algunos.
Aún con avances en materia de reconocimiento jurídico en constituciones locales, con el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, y la Declaración de la ONU sobre Derechos de los Pueblos Indígenas, persisten las denuncias por el avasallamiento y despojo de territorios y recursos naturales, con el aval de los distintos gobiernos que están negociando con los monopolios transnacionales.
Se ha evidenciado que la política estatal se ha orientado a fraccionar, dividir y privatizar territorios y corromper las formas de organización comunitaria para dar entrada a los megaproyectos extractivistas.
Es importante comprender a los pueblos indígenas como sujetos políticos, en su reclamo a la libre determinación y al derecho de decir “no” a los programas y proyectos que atenten contra sus territorios, como las concesiones mineras y los parques eólicos, así como su exigencia al proceso de consulta previa, libre e informada.
Esta comprensión implica tomar distancia de idealismos que piensan a los pueblos indígenas como habitantes de paraísos terrenales, sin historia, porque ese estereotipo enmascara una ideología racista y folclórica de que quedaron atrapados en el pasado o que su vida es estática y así deben permanecer. Por el contrario, como sujetos políticos han mantenido una posición de resistencia y reposicionamiento ante la discriminación y la exclusión de varios siglos.
La lucha de los pueblos indígenas no se limita a la cuestión jurídica ni al puro reconocimiento de la diversidad cultural como argumentan los teóricos del multiculturalismo liberal. El proceso es más complejo, tiene que ver con aspectos de carácter estructural para recibir un trato de iguales, con la lucha contra todas las inequidades sociales producto de mentalidades colonizadoras y la desigualdad económica lacerante que los ha ubicado como los “alejados del progreso” o “los perdedores de siempre”.
El reconocimiento de los pueblos indígenas como sujetos políticos en resistencia adquiere actualidad ante la continuidad de perspectivas anacrónicas como la expresada por la Corona española en el día de la Hispanidad. Como sujetos políticos en el justo reclamo de su derecho a vivir en condiciones dignas y como parte de una constelación de luchas que ocurren en Oaxaca, México, América Latina y distintas partes del mundo.
Investigador del IISUABJO/ Integrante del Sistema Nacional de Investigadores Conacyt
sociologouam@yahoo.com.mx