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El falso “Chapo”, la ética y la publicación de la vida privada

Sin Derecho a Fianza

El famoso periodista Ryszard Kapuscinski afirmó: “Las nuevas tecnologías provocaron una multiplicación de los medios. ¿Cuáles son las consecuencias? La principal es el descubrimiento de que la información es una mercancía, cuya venta y difusión puede traer importantes ganancias.

“Tiempo atrás, el valor de la información estaba asociado a diversos parámetros, particularmente al de la verdad. Se la concebía también como un arma a favor del combate político. Hoy todo ha cambiado. El precio de una información depende de la demanda, del interés que suscita. Lo primordial es la venta. Una información se considera sin valor si no llega a interesar al gran público”.

Por eso, lo que vende es el escándalo, la vida privada ventilada al público; la corrupción que se hace pasar como investigación cuando se le filtró al periodista por los enemigos del que será expuesto.

Así como en el caso del famoso criminal, en donde la gente quisiera leer o escuchar que no es el verdadero, que todo es un engaño; por eso surgió la columna de Álvaro Cueva: “Ya se supo, el hombre que nuestras autoridades capturaron el sábado 22 de febrero no era Joaquín El Chapo Guzmán, sino un actor de Televisa.

“Se llama Heriberto Goyeneche y si usted se mete a YouTube y mira con detenimiento el capítulo uno de Destilando amor, lo va a ver al lado de Angélica Rivera en una escena donde ella canta “¡Ándale, chinita! ¡Ándale, güerita! ¡Vente, vamos a jimar!”

“Todo lo que usted y yo vimos en los medios fue un montaje. El verdadero Chapo sigue libre y goza de una impunidad que nada ni nadie le va a poder arrebatar.

“A Heriberto le están pagando una fortuna por hacerse pasar como el narcotraficante más buscado del mundo, su mujer tiene un suculento contrato de exclusividad en Televisa y hasta que alguien haga algo de verdad para desenmascararlo, el pueblo de México va a seguir engañado”

Quien duda, encuentra en los primero párrafos la justificación a ello y lo replica contento. Sin embargo no lee o no quiere entender lo que dice el columnista más abajo:

“¿Por qué le estoy escribiendo esto? Porque es justo lo que mucha gente quiere leer, lo que mucha gente quiere escuchar […]”.

“Con la pena, pero con la información no es así. La información no se hace al gusto del cliente, la información existe y se difunde, aunque el receptor no esté de acuerdo, aunque represente un fracaso para sus ideales, aunque no la quiera creer.

“Alguien le tiene que enseñar a las nuevas generaciones que la vida no es un paseo por las redes sociales.

“Y lo digo así, la vida, porque de la misma manera como muchas personas jamás van a aceptar que el hombre que se detuvo hace poco más de una semana era El Chapo Guzmán, hay otras que jamás van a obedecer las leyes”. (Milenio Diario. 2.03.14).

Se debe leer con detenimiento. No buscar lo que queremos confirmar. Cueva usa el sarcasmo, pero muchos no lo notaron. Era para afirmar esto: El periodista dice (o debería decir) no lo que la gente quiere escuchar, sino lo que sucede en la realidad.

TRES MEDIOS OAXAQUEÑOS CON FALTAS DE ÉTICA

Comunicar e informar con libertad son derechos fundamentales protegidos por la Constitución. Sin embargo, a veces, sus límites son rebasados por los medios, como cuando trasgreden el derecho que tiene un ciudadano de no ser acusado sin pruebas; no publicar su derecho de réplica o inmiscuirse en su vida privada.

Hace algún tiempo escribimos: “Es en esta época cuando más atención se le ha puesto al rumor que propalan estas redes, y la escasa preocupación por aclarar cuando hay falsedad. Esto también ha sido usado por columnistas a lo que se le suma una ‘herramienta’ más: la información que, presuntamente, llega a ‘su correo’.

“Cualquiera puede hacer un correo con identidad falsa. Prácticamente nadie puede saber si el que envía el e-mail es la persona que dice ser. Por lo tanto, un mensaje de este tipo no debería ser usado por un columnista, ya que es anónimo y no se está seguro de su veracidad (también puede ser una argucia para denostar contra quien quiera y echarle la culpa a un lector)”.

Marco Levario Turcott, en su libro La borrachera democrática de los diarios, dice que Carlos Castillo Peraza “ponía el ejemplo de que si un periodista injuriaba o cometía cualquier exceso o dislate, siempre se tenía como defensa la estratagema de la libertad de expresión. Pero luego decía que esto no funcionaba en cualquier otro oficio, digamos de un arquitecto o un ingeniero, porque si estos fallaban en cualquier construcción podrían dejar de tener licencia para ejercer su oficio”.

En nuestro estado no sólo existe la impunidad que critican los medios, organizaciones o el ciudadano común, también existe la impunidad periodística; la de quien opina y hace caso de rumores o difamaciones. Nunca un rumor debe ser motivo de publicación. El rumor sólo sirve para que el periodista investigue si hay verdad en él.

Un opinador debe tener claro que, si le llega un texto de una presunta denuncia, es porque hay alguien interesado en que el sujeto de la misma sea “balconeado”; y que puede ser muchas las razones: porque es un antagonista político (hasta de su mismo partido), porque es un perdedor en una elección, por rivalidad de algún tipo, por envidia…

Un principio del periodismo de investigación es verificar, contrastar la información y buscar las fuentes originarias, más allá de las oficiales, porque no es lo mismo verificar datos que investigar.

El periodista debe saber que un individuo o institución puede desmentir o acudir a los tribunales, por eso él deberá poder demostrar que sus datos son reales. Si una información es verdadera no puede ser calumnia; de ahí la importancia de verificar.

Esta práctica viciada de publicar todo lo que el periodista escucha o da crédito a lo que le envían, ha crecido porque le da sustento el que el sujeto de la difamación (principalmente un político) no denuncia, no acude a un tribunal. No obstante, exista denuncia o no contra él, el periodista falta a la ética al escribir de oídas, al hacer caso de un correo anónimo.

Tal es el caso de un libelo publicado hace unas semanas en tres medios contra una funcionaria de un Ayuntamiento cercano a Oaxaca. Primero apareció el jueves, 6 de febrero en “Redacción, la noticia con verdad” que dirige Cornelio Merlín, quien firma la información como si fuera de su autoría, lo que es una falta de ética.

El título señala que la funcionaria es amante de un diputado a quien el presidente del lugar “la solapa”. Se indica que ella obtiene prebendas (no dice cuáles) de otros funcionarios a cambio de “favorcitos”. También se señala que es amante de un regidor, entre otros señalamientos. Todos sin aportar ninguna fuente.

Cuatro días después el libelo aparece en el portal “ADN Sureste”. Ahora en la columna “Ley de Herodes” que firma Rebeca Romero. Como justificación ella indica simplemente, sin aclarar por qué un tipo de texto sin remitente válido se publica: “A la redacción de ADN sureste llegó el siguiente mail: (se respeta el texto)”.

Sin embargo, en un párrafo: “mostraron su repudio a esta joven mujer de ambiciones desmesuradas, la cual fue incluida en la planilla aun sin ser oriunda de este municipio”, lo concluye hasta acá. La columnista dice que “se respeta el texto”, sin embargo no es así, porque en el libelo, dice “solo porque es la amante en turno de […]” y agregan el nombre de un diputado que acá ya no aparece.

¿Por qué no hay reparos éticos para mencionar lo que se dice de la mujer, y sí para omitir el nombre del diputado? Y todo esto en el marco del “Día de la mujer”.

Un mes después lo retoma el portal “Expresión Informativa”, y éste sí lo reproduce completo.

Dice María Dolores Masana; dirigente de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España): “Hoy la prensa se debate entre el escándalo, la opacidad, la desinformación cuando no la transgresión de la ética. Hay que decir bien alto que en periodismo no todo vale. ¿Conseguir una información a toda costa? No. Rotundamente, no cuando hablamos de prácticas ilícitas que rozan el delito”.

Agrega que sólo la ética podrá revertir malas prácticas: “las fronteras que no se pueden traspasar” señala con respecto a los límites de la libertad de expresión y de prensa. Y refiere a artículos importantes del código ético:

Artículo 1.4: el periodista respetará el derecho de las personas a su intimidad y a su imagen teniendo presente que: a) Solo la defensa del interés público justifica las intromisiones o indagaciones sobre la vida privada de una persona sin su previo consentimiento. […].

b) Advertida la difusión de material falso, engañoso o deformado, el periodista estará obligado a corregir el error enseguida, con el mismo formato tipográfico o audiovisual empleado para su difusión.

 

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