EXPRESIONES.- Los tiempos actuales, cuando la violencia toma matices no sólo a través de la delincuencia organizada, sino mediante la intolerancia política y social que emerge por una fallida democracia enmarañada en la demagogia y la falta de valores éticos y morales, así como de congruencia ideológica, la actividad periodística se menosprecia y estanca como fuente de poder que guía y equilibra las acciones de quienes gobiernan y a la sociedad en general.

Si bien la creciente violencia e inseguridad nos ubica como víctimas de una profesión riesgosa, debe considerarse que no es a través de más leyes, más fideicomisos, más fiscalías especiales u otro ombudsman, como las alternativas para reivindicar a la actividad periodística en su conjunto.

Se trata de fomentar el respeto y reconocimiento a una actividad que debe profesionalizarse cada vez más para hacer efectiva su labor de ilustrar y advertir a quienes tienen la responsabilidad de gobernar o a una sociedad que necesita mayor capacidad para decidir el presente y el futuro que mejor le convenga.

Sí se requiere atención, justicia, equidad, apoyo, pero todo en el sentido de un ejercicio más profesional que cumpla con solvencia su responsabilidad de ilustrar y de advertir.

Los artículos sexto y séptimo de nuestra Constitución son claros, así como la Ley Federal del Trabajo, falta cumplirlas a cabalidad y complementarlas con Códigos de Ética y de operatividad de la actividad periodística que conlleven a reducir los riesgos de trabajo y coadyuven a la disciplina laboral.

La actividad periodística no requiere de más burocracia oficial, sino de respeto y reconocimiento a su labor como factor ineludible de equilibrio político, social y económico.

La prensa debe ser la voz que unifique. Su credibilidad es lo más trascendente.

Oaxaca de Juárez, Oaxaca; sábado 7 de junio de 2014

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