CRÓNICAS DE LA ÍNSULA
“Se los juro no les vuelvo a fallar”, insólito eslogan de una candidata a diputada por Veracruz, que debería ser el eslogan de la mayoría de candidatos a diputados que se encuentran hoy en plena puja por conseguir seguir viviendo del presupuesto, hacer los moches necesarios para culminar sus casas blancas, además de todo lo que se puedan carrancear en esos tres años dorados.
De verdad que no hay quien motive a votar con decisión por su candidatura. Nuestros candidatos del distrito VIII algunos ya fueron diputados locales y ahora quieren ser diputados federales como Francisco Martínez Neri por el PRD, el nada probo ex rector; por el PRI, Beatriz Rodríguez Casasnovas, la ruda mujer que con el gobernador Ulises Ruiz fue Secretaria de Turismo, donde hizo pésimo papel, y por el PAN Sergio Andrés Bello Guerra, quien cual chapulín dejaría la diputación local, puesto para el cual fue votado por la gente para que legislara tres años.
En igual ventajosa condición están otros diputados locales chapulines: Remedios Zonia López Cruz, el mencionado Bello Guerra y Javier César Barroso Sánchez, que van por mayoría relativa y dos plurinominales Gerardo García Henestroza y Alejandra García Morlan, por el PAN; por el PRD, Juanita Arcelia Cruz Cruz y Sergio López Sánchez; y Edith Yolanda López Velasco, por el PRI. Son ocho prospectos a chapulines rumbo a la canonjía federal.
Todo es ganancia para los chapulines, pues si no ganan las elecciones saltarán cómodamente de regreso a su curul local. Mínimo deberían perder el hueso por haber intentado burlar la voluntad popular que los puso ahí por tres años.
Sin embargo, como la designación de los candidatos depende enteramente de los partidos políticos, auténticas cofradías de intereses cerrados y familiares, van todos los chapulines que les viene en gana; o políticos ultra desprestigiados, como Cándido Coheto Martínez, Heliodoro Díaz Escárraga o Gerardo García Henestroza. Además de los que mencionábamos al principio, tres candidatos que ya han probado que no fueron útiles para gobernar.
Pero es tal su desesperación ante la poca respuesta popular que dicen y ofrecen cualquier cosa, hasta extremos pocas veces visto. La sorna inunda las redes, pues tanta estulticia agravia. Un cibernauta escribió: “Les ruego me disculpen si lloro, pero estoy conmovido hasta las lágrimas de ver en la televisión los spots publicitarios de todos los candidatos de los distintos partidos políticos en el que todos derrochan amor por Oaxaca y yo sumido en mis múltiples ocupaciones nunca me había dado cuenta de ese amor”.
Sobre todo el panista Bello usa sin ambages como eslogan “Amor por Oaxaca”. Obras son amores, está dicho, y el diputado local ni siquiera se ha destacado en el Congreso local por ocuparse de algunos de los grandes problemas de Oaxaca. Un papel mediano y gris ha sido el suyo, y con esas credenciales ¿Para qué lo queremos en la legislatura federal? Está visto que lo suyo no es ser legislador pues ofrece una mentira a todas luces, una burla plena: revertir la reforma fiscal.
La consentida de Ulises Ruiz, la ex secretaria de Turismo Rodríguez Casasnovas muestra peores credenciales; ella sí que ha probado bien su escasa sensibilidad, su soberbia y su toma de decisiones caprichosas.
Gracias a ella y a esa actitud tenemos hoy ese esperpento que contamina visualmente el Cerro del Fortín, la absurda velaria que costó millones de pesos cuando la señora fue Secretaria de Turismo y siguió y sigue costando más y más al erario de Oaxaca, secuela de una errada idea.
No hace falta más que decir que después de haber sido culminado ese techo ya en el sexenio del actual (des) gobernador, Gabino Cué Monteagudo, la primera racha de un viento nada fuera de lo normal lo echó por tierra.
Además, la ahorita sencillita candidata Titis Rodríguez, quien hoy humilde toca las puertas de los votantes, ya olvidó que en ese sexenio pasado que gobernaron crearon la peor pesadilla de Oaxaca, el 2006 con su larga noche de violencia, medio año de barricadas y represión, ahora propone “¡Recuperar Oaxaca ya¡”, cuando ellos fueron quienes empezaron a destruirla más.
Estos candidatos no exhiben motivos para que la gente vote a su favor, sino al contrario, hay pruebas de que lo suyo no es ni la función pública ni la representación popular.
Por su parte, el contador Martínez Neri dice muchas cosas atropelladamente. Exhibe por qué la UABJO está en el último lugar de calidad académica en México, con rectores así. Despotrica de los españoles que quieren gobernar Oaxaca, dice. Se refiere de esa manera racista a los descendientes directos de españoles como Beatriz o Ugartechea que ya han gobernado, por cierto.
Yo soy de los suyos —le dice a la gente— tengo el mismo color de piel que ustedes, ¡Por favor! Cómo si eso lo hiciera mejor.
En diversos escritos nos cansamos de pedir a rectoría que entregara o subiera a su portal de internet el último informe como rector de la UABJO de Martínez Neri, incluso mucho tiempo después lo pedimos y nunca lo subieron ni lo entregaron.
Era necesario para dar luces sobre las inversiones realizadas en esa casa de estudios, sobre todo en la construcción de edificios como el nuevo de rectoría y otros que impulsó el llamado “Rector constructor”.
Ahora su bandera de campaña es la transparencia y rendición de cuentas…
Pero hay otros candidatos que no dejan de agraviarnos con sus exhibiciones. En el distrito IX Othón Cuevas nos obsequia una advertencia rotunda en su propaganda, pregunta y responde con risible firmeza: “Quién es el candidato de López Obrador? Othón Cuevas Córdova”.
Nadie se equivoque. El ungido por el dedo del Tata, del Mesías dueño del partido político Morena es él. Además, el ducho candidato toma el eslogan nacional de su partido “La esperanza de México” y lo adecúa a su gusto: “La fuerza de la esperanza”. ¿Así nos van a traer, a punta de ilusiones?
Por eso es que se impone hacer un llamado de atención a esta partidocracia no llamando a la abstención, sino a protestar activamente al acudir a las urnas y entregar el voto, pero anulándolo. El voto nulo como mínimo castigo a esa partidocracia agobiante, que impone como candidatos a quienes ya reprobaron de antemano como funcionarios o representantes populares.