YUCUÑUTI DE BENITO JUÁREZ, Tezoatlán, Huajuapan., febrero 15.- En aquellos tiempos el sonido tanto de la esquila como de la campana principal, llegaban a cientos de miles de kilómetros del poblado. Además, tenían una dulzura sonoro en sus voces; las campanas y los efectos del gran Quetzalcóatl.
La esquila tenía una función especial; anunciar la buena nueva, además de que todos los días doblaba anunciando el medio día de cada jornada; cuyo sonido llegaba hasta los límites de los terrenos de Santo Domingo Tonala por el poniente, mientras que por el oriente se alcanzaba a escuchar hasta el barrio del Rosario de la cabecera municipal de Tezoatlán; de igual forma se escuchaba en los poblados circunvecinos, ubicados en la parte alta como San Juan Diquiyu; Yucuquimi de Ocampo y levemente los efectos llegaban hasta San Vicente de El Palmar. Aseguran los Yucuñutenses, al tiempo que sostienen que el repiqueteo del medio día se ha ido perdiendo paulatinamente por múltiples factores.
Ahora bien, la función de la campana principal es invitar a las celebraciones eucarísticas, como a los eventos trascendentales que ocurren en el ámbito poblacional; es la campana que más se toca, sin embargo, previamente es anunciada por otras dos campanas pequeñas; en ocasiones es precedida por la Esquila por ser por excelencia la más importante.
El campanario del templo de Yucuñuti cuenta con tres campanas y una esquila; la campana de Escuela, ubicado al sur de la torre, llamada así porque a través de ella se llamaba a los niños para que fueran al colegio cuando la jornada estudiantil era de dos turnos.
La de muertos es una campana más pequeña que se cuelga al oriente de la torre; cuya función específica es anunciar las defunciones de paisanos, ya sea que el deceso haya sido en el propio suelo de la población o en algún otro lugar de la tierra, es decir, dentro del territorio nacional como en el extranjero, pero cuando los familiares le notifican a las autoridades de los decesos, por principio y solidaridad con los deudos, se manda a repicar las campanas heroicas del templo de Yucuñuti. En tanto que la esquila apostada en poniente de la torre, permanece atento de los acontecimientos en que se desenvuelven los paisanos del gran Cerro de Arena –Yucuñuti-.
La excelsa esquila presenta esta leyenda: “Ave María Purísima, año de 1880″, pero las cuatro campanas permanecen fieles, mudos testigos de la historia de la patria chica; fieles testigos del Quetzalcoatl que aquí habito. Colgadas de gruesos maderos, amarradas unas con cables de acero y otras con cuero de res, tejida finamente de manera rustica de los naturales.
Cabe señalar que la campana de escuela ahora se encuentra gravemente herida, rota por las inclemencias del tiempo; los escolares de ahora al parecer ya no voltean la mirada a las alturas de la torre del templo, en donde permanece la histórica campana que en aquellos años mozo, les llamaba a clases; mientras que los de las generaciones de su tiempo se encuentran inmersos en otros asuntos tanto privados como públicos, pero todos ya se olvidaron del sonido de esta campaña que un día memorable les anunciaba la proximidad de la hora de clases; era hora de asistir a las aulas, para aprender a leer y escribir, sí escribir la historia de este heroico pueblo de Yucuñuti. Sostienen los nativos.
El gran Quetzalcóatl y sus efectos en las campanas de Yucuñuti
En la madrugada, próximo a amanecer, se escuchaban finos retumbos, como su fuese el sonido que emite la canícula en tiempo de lluvia; la torre de más de sesenta metros de altura se cimbraba con ternura, las campanas como si cobrasen vida afloraban en todo su esplendor; cuando el sacristán llegaba hasta la altura de casi cuarenta metros, con gozo y fervor hacia el repiqueteo de las nobles como heroicas campanas, anunciando a los cuatro vientos el comienzo de un día.
Todo eran los efectos del gran Quetzalcóatl que aquí habito por muchos años, hasta que un lamentable día, extraños llegaron a este suelo Yucuñutense, quienes llevaban consigo equipos y aparatos especiales, de inmediato subieron a la torre, sin permiso y autorización de nadie, y bajaron a través del equipo al gran Quetzalcóatl y se lo llevaron consigo, sin que poblador alguno le pudiese marcarle el alto, aquellos forajidos sin mayor explicación marcharon consigo a la gran serpiente emplumada, de esplendorosa figura; relampagueaba su hermosura, a unos cuantos curiosos que se acercaron, pero que no tuvieron el valor de impedir el hurto, como también solicitarles mayor razón a tan cobarde robo de las reliquias sagradas de los nativos.
Aseguran ahora que las campanas van perdiendo su fuerza y sus sonorosas voces, como también el otoño y los inviernos le son más crueles a los paisanos.
Las campanas son mudos testigos de los acontecimientos de transformación de los pobladores, como de la misma población tanto en lo material como en lo físico. Aunque lamentan el gran hurto del gran Quetzalcóatl, todo por la ignorancia como el desinterés de sus habitantes, porque no supieron a tiempo alegar el derecho de propiedad que ejercían sobre la gran serpiente emplumada que habitaba en las torres del templo de Yucuñuti, era quizás el alma y voz de las campanas históricas que aún permanecen en el campanario dando testimonio de los acontecimientos de este nuevo siglo, de este tiempo y época para los Yucuñutenses.