MUJERES Y POLÍTICA
OAXACA, PUEBLA Y TLAXCALA
Siguen las grandes definiciones políticas. Los hombres asumieron como suya la posibilidad de ser los candidatos de los distintos partidos al gobierno de Oaxaca.
Para muchos llegar a ser candidatos fue un largo proceso de cinco años de subir y bajar, para otros fue montar y entrar, como dicen los varones, en caballo de hacienda y listo.
La disputa real apenas empieza. Nada para nadie y desde ahora sostienen que hay un triple empate. Las mediciones futuristas del sin mañana, porque hay quienes todavía no acaban de pasar por la cuerda floja.
Pese a todo, lo que viene es conocido. La oferta será más grande que la demanda. Difícil de creer, pero es cierto. Nos bajarán el cielo y las estrellas, nos prometerán amor eterno y, tendremos de palabra, la solución a todos nuestros problemas porque ahora sí auguran un cambio y este, nos dirán, es el bueno.
Los acostumbrados ases de la manga que después se pierden en el mar de la demagogia que se verterá en los siguientes meses.
Serán días de promesas que juegan con la esperanza de la gente, porque todavía hay quien les cree…al final lo que se vislumbra es la poca importancia que para la mayoría de la población tiene el acudir a las urnas el próximo 5 de junio.
Eso pese a todo el derroche de dinero que se haga desde la institucionalidad para favorecer el voto. Sin duda, el enemigo a vencer es, otra vez, el abstencionismo.
No es para menos. Oaxaca no es diferente al resto del país. Faltan empleos y sueldos dignos, la pobreza es cada vez más agobiante, la carestía se ve y se siente, hay una creciente inseguridad con repercusiones funestas en la libertad y la vida de las mujeres y a lo largo de los últimos años es cada vez más evidente la corrupción con un reflejo directo en la población.
Ejemplos claros son la pésima atención en las clínicas y hospitales, la falta de medicamentos, el no poder realizar una cirugía o una cesárea porque no hay anestésicos, donde de nueva cuenta las mujeres se llevan la peor parte y, por el otro lado, la construcción de obras suntuosas e inútiles como un estadio de futbol o un polideportivo.
Eso sin contar el costo de la violencia machista que suma 558 víctimas de feminicidio en lo que va del sexenio de Gabino Cué Monteagudo.
Un panorama nada halagador contra el que tendrán que luchar quienes buscan la gubernatura de Oaxaca y donde se cerraron las filas para no dejar rendija posible para que una mujer pudiera colarse. ¡Primero muertos!
En Puebla las cosas no son distintas, la diferencia es que serán tres mujeres en busca de la gubernatura. ¿En dónde le encuentro el pero? Me cuesta escribirlo, pero es una verdad concreta.
Los tres partidos “dejarían” la competencia entre mujeres porque se trata de una minigubernatura, como le llaman a la gestión que será apenas de un año y ocho meses.
Es decir, la misoginia en política tiene distintas caras. Y ellas con todo su derecho harán su mejor esfuerzo. Así es y está bien. Me pregunto ¿cuántas mujeres veremos en la contienda por los próximos seis años en 2018?
Las precandidatas poblanas son Roxana Luna Porquillo por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), quien fue impugnada por Nueva Izquierda y Foro Nuevo Sol; pese a eso, la diputada federal plurinominal con licencia asegura en los medios que seguirá adelante.
Otra aspirante, pero por la vía ciudadana, es Ana Teresa Aranda Orozco, quien renunció a más de 25 años de militancia en el Partido Acción Nacional. Ocupó varios cargos federales durante el sexenio de Vicente Fox.
Y la tercera aspirante es Blanca Alcalá Ruiz, senadora del Partido Revolucionario Institucional con licencia. Alcalá Ruiz fue presidenta municipal de la capital poblana y entre los otros muchos cargos que ha ocupado está el de haber sido titular del Instituto Poblano de la Mujer.
Bueno, las tres precandidatas harán historia, de eso no hay ninguna duda, de lo que siempre tendré duda es de la autenticidad de la democracia de género que practican en Puebla.
Un hecho contrario sucede en Tlaxcala, donde como en la elección gubernamental de hace seis años, de nueva cuenta tres mujeres buscan la gubernatura. La pregunta es ¿esta vez lo lograrán?
Tlaxcala tiene su propia historia con las mujeres en el poder. Tal es el caso de María de la Luz Rebeca Torres Ortega, la primera presidenta municipal de la capital, Tlaxcala de Xicoténcatl, quien asumió el cargo el 1 de enero de 1956, hace justo 60 años. Para entonces, en todo el país apenas tres mujeres antes que ella habían ocupado el mismo cargo de elección popular.
Rebeca Torres tomó posesión el mismo día que Orfelinda Villarreal González realizaba el mismo proceso en Higueras, Nuevo León. En aquella primera mitad del siglo XX, apenas cinco mujeres habían accedido a ese primer nivel del poder gubernamental.
Volvió a suceder 31 años después. Los ojos de México se posaron sobre Beatriz Paredes, quien en 1987 se convirtió en la primera gobernadora de esa entidad, la segunda en la historia de México,
Hay que poner los ojos en Tlaxcala, algo sucede en esa tierra, nuevamente tres mujeres quieren gobernar, se trata de Adriana Dávila Fernández, del PAN; Lorena Cuéllar Cisneros, por el PRD, y Martha Palafox Gutiérrez, por Morena.
En Oaxaca la capital existen muchas posibilidades de que sean mujeres quienes encabecen algunas de las planillas por distintos partidos políticos en la pretensión de ser la primera presidenta municipal de Oaxaca de Juárez.
Esto sí sería histórico considerando que sucedería exactamente 70 años después de se reconociera la ciudadanía de las mujeres en los comicios municipales.
No es para menos, si estamos ante la paridad, como un instrumento de igualdad democrática, así tendría que ser, luego de que los señores del poder se quedaran con el pastel más grande y suculento.
Todo puede suceder en este 2016. Será una elección paritaria en 153 municipios de la entidad y en el Congreso local, lo que nos lleva a no perder de vista las sinrazones de la misoginia política, demonios desatados que intentan detener lo imposible a costa de la dignidad de las mujeres.
Ya lo veremos.