LIBROS DE AYER Y HOY

Si París es  una ciudad multiplicada, debe ser una fiesta en miles. Pero en la ciudad de México no pasa lo mismo.

En cada colonia hay muchos barrios y cada barrio es un pequeño poblado con vida propia con sus tiendas, sus bancos, sus parques, sus escuelas y las instalaciones diversas.

Lo bueno es que a diferencia de lo que pasa en las ciudades del interior, uno se puede cambiar de barrio y comenzar una nueva vida sin que nadie sepa de su pasado.

Puede uno ensayar miles de vidas en la gran ciudad y nadie se enterará. ¡ Ah, pero esa ciudad multiplicada tiene sus bemoles!.

Perros que ladran en la noche, vecinos que organizan sus fiestas de fin de semana, vendedores que se apropian de las aceras y de las banquetas, tiendas que ponen altoparlantes e invaden nuestro espacio, la construcción de al lado, potente edificio que todo mundo sufre sin que nada lo pare.

Protección Civil de las delegaciones le echa la culpa a la Sedavi; ésta nunca aparece en escena y el edificio ruge desde temprana hora, contamina, echa a perder algunos departamentos de los vecinos, obstaculiza las banquetas y desde la madrugada ondea unos enormes aparatos que parecen seres extraterrestres.

De todo se queja el ciudadano, pero nadie se responsabiliza. La ciudad es un caos. De años atrás las comunidades y algunos barrios se han venido organizando.

La fuerza ciudadana ha echado abajo varios proyectos, que se planean de otra manera y se adoban con otro nombre.

Al poco tiempo, el jefe de gobierno Miguel Ängel Manera acude a inaugurar. Hay grupos que se quejan de tala de árboles, de invasión de predios para que las constructoras avancen, de cambios de uso de suelo, de robo de agua, de  obstrucción de espacios, de invasión de áreas comunes, etcétera.

Para los problemas vecinales  está la Ley de Cultura Cívica para el Distrito Federal del 31 de mayo de 2004, decretada por Andrés Manuel López Obrador.

Es una ley casuística de poco más de 80 artículos, que debería de  resolver los problemas arriba mencionados y que a veces se tocan  y se repiten en la ley de condominios; en aquel caso con jueces cívicos, como los jueces de paz, a la antigüita,  funcionarios feroces que amenazan a los acusados con enviarlos a las oscuras masmorras que tienen las delegaciones.

Eso cuando se trata de carros que obstruyen una entrada, de la vecina que le pega al perro, del hombre que echa basura en la casa contigua.

Nunca se ha resuelto nada. Los grandes problemas, los de la constructoras, lo de la devastación del suelo, tala de árboles y el robo de terrenos, que es  mayor, se resuelve menos.

Mancera acaba de plantear árboles en un acto público que tiene mucho de electoral, pero de acuerdo a medios impresos, cada día se talan 15 árboles y solo se repone el 3.8 por ciento.

Del 2012 a la fecha, según esos informes, habrían sido talados 19 mil árboles, 10 mil de ellos denunciados por la Red Anáhuac en la zona de Mixcoac como parte del proyecto del llamado Deprimido.

Las organizaciones  que son muchas, están en  pie de lucha y una de ellas la Asamblea General de los Pueblos, Barrios, Colonias y Pedregales de Coyoacán, no parará hasta que las constructoras y empresas que están deslizando un venero hacia aguas pútridas, dejen de hacerlo.

En el inter, sus líderes han sido golpeados. La ciudad está multiplicada, es verdad, pero los problemas son los mismos.   

 laislaquebrillaba@yahoo.com.mx