LIBROS DE AYER Y HOY
El origen de la vainilla es totonaco y florece como orquídea en Papantla, de donde son también los voladores. Tiene un sabor y un olor característicos famosos en el mundo, pero ironía de la existencia, podría suceder que en algunos alimentos avainillados, estuviéramos probando glándulas de Castor que están cercanas al ano del animal y que tienen un sabor similar al de la planta.
O que creyendo comprar esencia de vainilla, tuviéramos en nuestra cocina guayacol revuelto con fenol, líquido de laboratorio de igual sabor, que se usa como sustituto de la vainilla.
En una revista española (Clara, noviembre 2015) que profundiza en los componentes de los alimentos, se hace la advertencia sobre las alteraciones que tienen dichos alimentos -carnes frías, yoghurt, bebidas, repostería- y la reticencia que ha mostrado el gobierno de ese país para regularlas.
Aquí, periódicamente nos enteramos de las mezclas sospechosas de la industria alimentaria, pero la Secretaría de salud parece que anda muy lenta. Hay una campaña contra la obesidad y la diabetes, pero la mayoría de los quesos (uno de los principales alimentos de los mexicanos), que expenden las tiendas de autoservicio, tienen más del 70 por ciento de grasas.
Lo mismo puede decirse de las carnes frías, o del yoghurt espesado con carbohidratos, de los azúcares de los refrescos, de los panes horneados con aceite de palma. Este que es el de más alta saturación y cuyos efectos van directos al corazón, ha sido la causa de la depredación de centenares de pueblos en el mundo, cuyos terrenos ahora se dedican a cultivar la palma (denuncia de la película Antes de que sea tarde, octubre 2016).
Los ejemplos se podrían dar por miles y por si solos tipifican un delito contra la salud. Se equiparan a los que se cometen contra la biodiversidad y el ambiente en general, situaciones cotidianas en las que salvo casos muy sonados como el del río Sonora, los de las mineras, los manglares de Tajamar, se dan a montón sin que se denuncien, pero el derecho penal brilla por su ausencia.
Las autoridades del medio ambiente son las reguladoras de esa situación y tienen órdenes de la ley de presentar denuncias y querellas. Lo que está pasando en la Ciudad de México con la contaminación y alteración del ambiente de parte de las constructoras e industrias aledañas, se somete a sanciones administrativas -cuando se hace-, pero no hay una penalidad.
Habría que revisar los estamentos de la ONU para ver si caben en la omisión de esas autoridades, los tipos del crimen de lesa humanidad y del genocidio que está dentro de ese concepto. La omisión oficial en las regulaciones y su aplicación en materia de alimentos y de salud ambiental, está llevando a millones en el país a muertes tempranas (el aumento de la diabetes y los males cardiacos, es apabullante) y eso aquí y en China es un genocidio.
En la chica de vainilla (Planeta, Editorial Mortiz S.A., 1996) el escritor danés Ib Michael juega con el tiempo para contar la historia de la familia Rasmussen a la que él pertenece y recrearse en los recuerdos de sus ancestros, mientras sueña con aquella mujer avainillada – Lelemata, princesa de una isla de los Mares del Sur -, que tanto perturbó su vida.
La vainilla que degusta el niño Ib es auténtica, molida, mezclada con azúcar, mientras mira las vainas que su madre tiene en un frasco. Y llevado de su sabor, se retrotrae como Proust en los recuerdos de tierras, mares, personajes, fotografías y castillos, algunos instalados en su tierra Dinamarca.
Recordar a Michael no es cualquier cosa, es hacerlo con uno de los más grandes escritores daneses, íntimamente ligado a nuestro país donde vivió por largos años y se acercó, conoció y aprendió los idiomas autóctonos en varias regiones indígenas. El libro mencionado es el primero de una trilogía, pero su obra es amplia. Ejemplos son El Soldado de medianoche, Carta a la luna, Parrilla y El Atlas del emperador, entre muchas.
La revista Proceso dio a conocer en varias entrevistas la década pasada, la historia de este hombre ahora de 71 años, aventurero, amante de los pueblos originarios y admirador y respetuoso de sus culturas. Ib también lo ha hecho con la cultura peruana, sobre la que ha dado a conocer documentos de la época de la conquista.
Joaquín Mortiz le estuvo publicando y dejó de hacerlo, como lo denunció la revista mencionada, pero es importante que una obra como la suya vuelva a aparecer en las librerías, ayunas a veces, de verdadera literatura.
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