ISONOMÍA
El pasado 5 de agosto se difundió un audio con declaraciones del titular de la Semarnat, Víctor Manuel Toledo Manzur, en el que sostiene que el proyecto de la 4T está plagado de “contradicciones brutales” y que hay varios integrantes del gabinete que socavan el proyecto de cambio político y fin del neoliberalismo.
Los contras de la oposición tratan de explotar esta declaración como una confesión de máxima debilidad en el interior del propio Proyecto de transformación que encabeza AMLO.
Y no es así. Todo proyecto político o social despliega en su seno múltiples contradicciones, así como ritmos e intensidades distintas. Las contradicciones son producto natural de las compulsiones hacia el poder y las dificultades para hegemonizar criterios de cambio.
Sin embargo, la declaración es útil para dimensionar la complejidad de impulsar un proyecto de cambio de tipo disruptivo como la 4T. Y es que un macro proyecto de transformación no sólo implica cambios institucionales o de política pública sino que implica una gran conmoción en el mundo de los modelos culturales en donde se articulan los códigos con los que interpretamos la realidad.
La lucha por el poder es inherente a la vida social como nos lo enseñan los clásicos de la sociología moderna, trátese del modelo político que se quiera.
Sin embargo, para el caso actual debe entenderse que esas contradicciones son, en parte, producto de ese lento proceso de cambio en los códigos de interpretación de la realidad.
Ahí se explica que algunos liderazgos en el aparato público, o incluso en las prácticas políticas, no entiendan la trascendencia de los cambios.