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Teresa Gil

Defender el voto, ¿o la vida?

Libros de ayer y hoy

Con excepción de Morena y pequeños partidos locales, ninguno de los otros 12 partidos nacionales registrados quiso donar prerrogativas para la vacunación contra el Covid-19. Es más importante conseguir una gruesa mensualidad, que la vida misma. Aunque sea la de los propio miembros.

La parafernalia electoral en la que estaremos sumidos varias semanas, es considerada como una expresión de democracia que es necesario realizar. El pueblo, según ese concepto, debe dar el visto bueno con su voto, a sus representantes.

Nadie lo niega, ¿pero la democracia como sistema que busca la igualdad para todos, tendrá entre sus principios el que haya un empobrecimiento mayor a costa de episodios de palabrería, de gastos apabullantes (31 mil 127 millones, 151 mil 133 pesos, es el presupuesto federal electoral), grandes recursos que no podrán servir a millones de familias?

El desbordamiento insultante de los presupuestos señalados tanto por el INE, la FEDE y el INEGI, representa una cruda ofensa para millones de mexicanos que a lo mejor, a cambio no recibirán nada. La pandemia no es la única que ha  exhibido las peores oscuridades de la gente, el avasallamiento de los que pasan sobre todo en esta contienda, para tener un lugar en el presupuesto, las calidades bajas exhibidas en muchos de los contendientes y la inmoralidad mostrada por algunos viejos cuadros que quieren seguir viviendo del erario, demuestra la calidad de la política mexicana.

“Un político pobre es un pobre político”, según  la frase que Carlos Hank Gonzalez le plagió a un autor del siglo XIX; evadió, como era lógico, que un pueblo pobre lo seguirá siendo, mientras los políticos dejan de serlo.

No les basta el saqueo, demandan para exigir más dinero

En estos días, el Instituto Electoral de la CDMX (IECM) presentó una demanda para exigir que le restituyan 500 millones que el Congreso Local le disminuyó en 2020, para dedicarlo  al reforzamiento hospitalario de la capital en esta etapa de pandemia. La propuesta legal del Congreso, es que esa disminución corra pareja este año, ante los enormes gastos por vacunación.

Ahora exige el IECM la restitución con la amenaza de dejar de funcionar una vez pasadas las elecciones. El chantaje económico aparece por doquier y desde luego el principal es el INE que desde que se fijaron los presupuestos actuales, estuvo con sus consejeros en pleno lloriqueo, mientras  sus salarios agredían y agreden a millones de mexicanos pobres.

Esos salarios  los siguen cosechando mes tras mes, mientras se convierten en el adalid del derroche e imponen la mudez a quien se atreva a cuestionar su golpismo económico. Perdido todo equilibrio, el señor Córdova y sus adláteres, esculcan hasta los calcetines del señor del palacio.

El propio Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación  (TEPJF) que enfrenta la elección con  un presupuesto de 3 mil millones 225 mil pesos, anuncia que revisarán las palabras de AMLO en la Mañanera sobre su opinión acerca de la alianza de los contrarios con ánimo de buscar hasta la más insignificante coma para enlodar más el proceso. ¿Qué hay detrás de esa insistencia enfermiza, más de tipo administrativo que electoral?

Millones en un aceleramiento electoral que cambia al ciudadano

En 21 mil 368 posiciones que se disputarán el próximo 6 de junio, están metidos millones; y no nos referimos a los que integran el padrón electoral (de 93 millones 995 mil 983 al 26 de marzo de este año), sino a los que participarán en las campañas y promoción, en las visitas domiciliarias y en todo lo que moverá a México en esta etapa.

La pandemia pasará a segundo lugar y a lo mejor así como acaba de pasar en las vacaciones, se hacen de lado medidas ante la ambición de un puesto. Desde los órganos electorales, mal harían si no lo hicieran,  se está tratando de controlar medidas.

El cambio humano que expresa  la proximidad de una decisión masiva que algunos partidos la cifran  en regresar a sus antiguos paraísos, se capta en la exacerbación de líderes, arrebatiñas, exhibiciones prosaicas, arrebatos en nombramientos y la gente común observa  asustada como si viera la pelea de fieras para ver quien se come a quien.

Ya todos sabemos cuál es la intención de los opositores, desbancar a  Morena y volverse a instalar. El hombre que se perdió a sí mismo, es uno de los relatos de Giovanni Papini de su libro  Palabras y Sangre (Plaza & Janes Editores 1974), escrito en 1912 cuando tenía 31 años.

El relato es de un hombre que se pierde a sí mismo en extrañas circunstancias en una fiesta masiva en la que empieza a ver solo máscaras y rostros deformados (como quizá se verán en las aceleradas campañas). Su sorpresa es tanta, que deambula por toda la ciudad y es internado incluso en un siquiátrico del que se fuga; analiza y busca qué es lo que le hizo perderse a sí mismo.

En sus andares, los que lo rodean se enojan con él y lo corren, porque lo ven perdido. Finalmente, como parte de la metáfora que el gran escritor italiano nacido en Florencia quiere enviar, el hombre logra llegar a su casa y se pone la máscara que lució en aquella fiesta fatal. Y de pronto descubre que se ha encontrado a si mismo de nuevo, ejemplo del hombre que vive a través de su máscara como ahora se verá en las elecciones.

Jorge Luis Borges tuvo como uno de sus favoritos a este hombre de gran contradicción, que de ser ateo, escéptico, se convierte de pronto al catolicismo y llega a extremos de fervor que lo refleja en sus libros, uno de ellos La historia de Cristo.

Son famosos Gog y su continuación, El hombre Negro. Llega a tales  extremos en creencias que en su libro El diablo, pide perdonar a todos los pecadores incluyendo al propio demonio, cosa que dejaba sin sustento a su propia iglesia, ¿contra quién iba a pelar?

Borges lo ensalza como un escritor de enorme calidad y en su propia contradicción, lo señala como sonoro y enfático, entre otras causas  por haber sido “ateo y después teólogo”. Papini murió en 1956 después de  llenar toda una etapa de quehacer literario y filosófico que se trasmitió a muchos países.


Teresa de Jesús Gil Gálvez

Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.

Colaboradora desde enero de 2017.


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