Libros de ayer y hoy
La Cruz Roja Internacional señala a México como el país que tiene más desaparecidos en América, pero no aclara que miles de esas cifras vienen de décadas pasadas. Más de 90 mil desaparecidos se mencionan en el país, acumulados durante varias décadas y las causas pueden ser muchas. Entre las más reiteradas están el autoritarismo que prevaleció por décadas, la corrupción, la delincuencia organizada y la cercanía con Estados Unidos.
Esta es una permanencia geográfica que nos impacta de diferentes maneras y que en este problema mucho tiene que ver con el desarrollo del narcotráfico, por la demanda de droga que viene de ese país. Se mencionan desapariciones voluntarias o por crímenes particulares, que pueden ir en ascenso. Decenas de mujeres desaparecidas fueron encontradas asesinadas en los patios y sótanos de un feminicida del Estado de México en fecha reciente.
El autoritarismo que se instaló en gobiernos que utilizaron la Revolución como una forma de permanencia en el poder, ya institucionalizada, produjo infinidad de desapariciones en las guerras sucias que impulsaron algunos gobiernos y que puede datar desde hace 6 décadas. De muchos casos no se tiene ningún punto de partida. El autoritarismo inserto en gobiernos locales todavía se exhibió y exhibe en muertes violentas y desapariciones y como ejemplo está el caso de Claudia Uruchurtu Cruz, asesinada y desaparecida en Nochixtlán. Muchos desaparecidos actuales lo son por ser defensores de su entorno, de causas sociales, por posturas ideológicas que molestan a grupos locales o por secuestros, luchas delincuenciales o enemistades personales.
El autoritarismo del sistema, dejó en el limbo a más de 90 mil vidas
Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, los Figueroa en Guerrero y otros ex presidentes, caciques, gobiernos locales y estatales, crearon a lo largo de décadas, un imperio de autoritarismo que se cebó en disidentes, guerrilleros o personajes de medios y sociales, que disentían con ellos.
Desde el poder siempre argumentaban la persistencia del sistema para ejercer acciones violentas. Muchas de éstas son las desapariciones forzadas, la guerra de exterminio en Guerrero y otros como la embestida en Tlatelolco, cuyas muertes y desapariciones reales aún se ignoran.
Otros presidentes eran más rápidos, porque se ausentaban como Adolfo López Mateos, y grupos del ejército eliminaban a Rubén Jaramillo y a su familia; su esposa, además, embarazada. Otros también usaban al ejército como Rubén Figueroa Figueroa, el temible cacique de Guerrero que mandó matar a Lucio Cabañas y a otros guerrilleros y a desaparecer algunos.
El número de los desaparecidos que nada más se daba en cifras que además no eran confiables, fue aumentando con las décadas. Los esfuerzos para buscar fueron limitados y algunos llegaron a organismos internacionales 40 años después. Con Felipe Calderón la cifra de muertos y desaparecidos subió drásticamente ante la decisión de enfrentar al ejército con un narco en pleno despliegue, cuyas complicidades, ahora al descubierto con pelos y señales, ponen en evidencia el por qué desaparecieron tantas personas, cuya secuela está presente. En esas complicidades se mencionan a la DEA y a altos funcionarios como Genaro García Luna, en proceso en Estados Unidos.
Las demandas estadounidenses de droga y el surgir de las buscadoras
¿Hasta qué punto un estado se considera dueño de la vida de sus integrantes, como para provocar la desaparición forzada de algunos de ellos? Esta fue lo común en décadas pasadas y ahora las desapariciones vienen de esas vertientes como parte de una política autoritaria que dio la pauta para eliminar personas.
El gobierno actual ha tratado de detener esa avalancha, con una nueva política, pero las condiciones en el crimen organizado están muy definidas. Tardará tiempo esa lucha. No se profundiza desde organismos internacionales, por ejemplo, en la demanda permanente de drogas de Estados Unidos que revitaliza a un crimen organizado que tiene reyertas propias, matan, descabezan grupos y crean estructuras de desaparición en fosas, recovecos, pozos y montañas, cuando no son eliminados por el fuego o el ácido.
Todo es monstruoso y es parte de políticas cómplices que se exacerbaron y en las que toman parte por su omisión poderes propios del estado como el poder judicial al hacer mutis en esos casos. Todo eso se ha denunciado incluyendo el surgimiento terrible de los buscadores de desaparecidos en lomas, sierras, terrenos agrestes, mujeres y hombres llevados por la esperanza de encontrar a sus familiares.
Un libro que causó impacto es Tiempo suspendido, una historia de la desaparición forzada 1940-1980 de Camilo Vicente Ovalle que fue presentado en 2019 en la Escuela Nacional de Antropología e Historia. Es un libro acuciante que se refiere a esos años de la guerra sucia y la intervención infame de autoridades que no se detenían para acallar a los que consideraban enemigos. Se refiere en especial a los estados de Guerrero, Sinaloa y Oaxaca.
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.