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Teresa Gil

Castillo de IF. Las cárceles en el mundo, centro de represión

Libros de ayer y hoy

Las cárceles en el mundo son la expresión legal de la represión. Son el acuerdo social para castigar a los que han vulnerado los cánones impuestos. Cánones que la propia sociedad promovió a que se violaran.

Las antiguas prisiones, San Juan de Ulúa, Lecumberri, la Bastilla, el Castillo de If,  se convierten en clásicas, porque reflejan la verdadera excrecencia de un ser humano que arrojó a otros al sacrificio para seguir actuando como inocente.

Castillo IF, ubicado en  en una pequeña isla del archipiélago de Frioul

Las nuevas prisiones que se van perfilando con el avance de los tiempos, simplemente modifican ciertos comportamientos, pero la situación es la misma: hay que encerrar y crear todo tipo de limitaciones para cargar en el que violó todas las culpas que la sociedad enumeró como causales.

El derecho punitivo cambia sus palabras y su redacción, los humanistas aparecen en escena para juzgar a una sociedad represiva, pero una vez que se atraviesa la zona de la libertad hacia el encierro, toda posibilidad se acaba.

Alguien  puede  morir de un supuesto suicidio o aparecer muerto  por acompañantes con órdenes, pero la vida perdió sentido cuando se cae en un penal. Así sea por haber robado una miserable cartera en el metro.

El castillo de If cimbró al mundo con Dantés,  el Conde Montecristo 

Así como ciertas conductas represivas trascienden en el mundo, otras aparecen igual como la expresión de una supuesta humanidad. El castillo de If, penal isleño de Francia que se hizo mundialmente famoso por la pluma de Alejandro Dumas, es  como el veracruzano San Juan de Ulúa, un centro turístico.

San Juan de Ulúa, Veracruz.

La gente se va en barquillas  desde el puerto de Marsella como la que llevó a Edmundo Dantés  víctima de la traición a ese sitio, en los albores del siglo XIX. Van a contemplar lo que era esa cárcel situada en la isla del Archipiélago de Frioul, junto a las islas de Tiboulen y Poméges donde se empezó a construir ese penal desde el primer quinquenio del siglo XVI.

Van a comprobar en sus paredes llenas de grafitis de ex presos,  el paso de centenares de seres que a lo mejor sus amigos traicionaron y los enviaron al final de su vida. Pero las huellas de Dantés no serán  encontradas  porque es un personaje que solo existió en la mente de Dumas, aunque muchos como él, sí existieron en la vida  real.

Dumas heredó al porteño Marsella su talento que perpetuó en la  leyenda un personaje y un centro penitenciario de horror, que ahora cede su papel de fortaleza igual como en Veracruz San Juan de Ulúa y se convierte en una estructura turística.

Muchas fortalezas de esas existen en el mundo porque la vida de hace siglos giraba en parte  en el tránsito por el mar y los peligros venían de ese lugar. Edmundo Dantés pasó 14 años de su vida en la oscuridad, en paja sucia, sobre insectos depredadores hasta que la suerte apareció en su vida, en la persona de un anciano clérigo el abate de Faría, que acumuló en su caminar una historia que trasciende al exterior de los poderosos,  saqueadores, de los que acumulaban como ahora lo hacen muchos, a costa de la miseria de otros.

El abate reivindicó su vida heredando a Dantés un documento, en el que se volcó la gran herencia de aquellos desalmados y éste la recuperó previa huida de If, en la  isla de Montecristo.

La bastilla de penal terrorífico a símbolo revolucionario

Otro famoso centro penitenciario La Bastilla de Saint Antoine, es el ejemplo de como una estructura se convierte en un símbolo solo por las acciones de una multitud. En despunte como lugar de prisión desde mediados del siglo XIV, es construido en su estructura final años después con ocho torres como  base de contención. Estuvieron encerrados ahí los más grandes criminales durante siglos nobles famosos entre ellos, como el  Marqués de Sade, ya  cercana la Revolución de 1789.

Gráfico de la Bastilla de Saint Antoine

La historia describe cómo esa fortaleza fue utilizada por los reyes sobre todo por Luis XIV para encerrar a sus enemigos. Conocedor de grandes penales, Alejandro Dumas hace su aparición de nuevo, situando en la Bastilla a “El hombre de la máscara de hierro” (Freeditorial 2020). El título original de la novela fue El Vizconde Bragelonne, un  personaje que al parecer existió y tenía un gran parecido  con el  rey Luis XIV, del que se decía que era gemelo.

En la historia de ese personaje se sostiene que no fue una máscara de hierro la que tenía, sino de terciopelo. En el filme de Randall Wallace de 1998, se ratifica la máscara de hierro que usaba muy joven Leonardo Dicaprio en una celda de la Bastilla.

Película del Hombre de la Máscara de Hierro

Siguiendo la zaga de  los Tres Mosqueteros, Dumas toma a uno de ellos Aramis, para que sea el que libere al prisionero y lo enfrente a su propio hermano. Actuaban también en ese filme Jeremy Irons y John Malkovich, en el que la sustitución del llamado hermano bueno, cambia la vieja historia del rey francés que llenó esa época.

La cárcel una vez reivindicada como símbolo de la revolución fue demolida después y construida en su espacio la Plaza de la Bastilla. Miles de franceses y turistas caminaron sobre un suelo que recogió los gritos y ayes de dolor, de las víctimas de la represión. Ayes que se escuchan en  muchos penales del mundo actualmente, pese a su estructura moderna.

Teresa de Jesús Gil Gálvez

Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.

Colaboradora desde enero de 2017.

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