Pongamos todo en perspectiva
Los caminos rurales desde el imaginario urbano normalmente son visualizados como accesos terrestres precarios y que denotan marginación, pobreza y pocas oportunidades, sin embargo, la experiencia mexicana ha develado que los caminos rurales son una luz al final del túnel en la comunicación terrestre nacional.
En estados como Guerrero o Oaxaca, como en muchas otras regiones de México, hay traslados que en el papel se deberían de realizar en un par de horas, pero las condiciones del terreno obligan a viajar hasta 14 o 16 horas, si existen condiciones.
El impulso de las comunidades en México depende en gran medida de las oportunidades de conexión entre los centros productivos y las zonas rurales. Por ello, el impulso de los caminos rurales en gran medida detonaría el desarrollo de mejores condiciones para todos y cada una de las personas que utilicen dichos caminos.
Aunque no lo parezca, el desarrollo de caminos rurales y el impacto que tienen en las comunidades que los adoptan, no sólo representa poder tener acceso a movilidad geográfica, también implica poder tener acceso a servicios (desde salud, hasta bancarios), poder acceder a centros de conocimiento y poder acercarse de mejor manera a un ejercicio pleno y al goce de sus derechos humanos.
En la actualidad, los caminos rurales comunican a 210 mil localidades rurales en el país. De acuerdo al Instituto Mexicano del Transporte, en un camino rural con un revestimiento en buen estado, la velocidad se incrementa a 35 km/h y se puede reducir hasta en un 37% los costos generalizados de viaje; principalmente: refacciones, combustible y tiempo de traslado.
Por otro lado, la American Association of State Highway and Transportation Officials estimó que cada dólar invertido en mantener una carretera en buen estado evita que se gasten entre 6 y 14 dólares más adelante para rehabilitar o reconstruir esa misma vía una vez que se ha deteriorado significativamente. Además, con corte a 2021 y de acuerdo a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, el país ha invertido alrededor de 6 mil millones de pesos en caminos rurales. Aun así, cientos de comunidades siguen sin contar con vialidades rurales dignas que potencien su desarrollo.
El desarrollo de las comunidades no sólo transita por la conexión a través de carreteras o caminos rurales, de punto “A” al punto “B”, pasa también por la calidad y la cantidad de kilómetros que lleguen a conectar, ya que el que un municipio por fin se conecte de alguna manera con un centro urbano, propicia que el resto de los municipios a la redonda también gocen de ese desarrollo a partir de infraestructura carretera.
El contar con caminos rurales dignos se relaciona directamente con la posibilidad de ahorrar tiempos, modernizar el campo mexicano y poder llevar mayores y mejores materias primas para incrementar la plusvalía de los productos agrícolas, mejorando así significativamente las oportunidades las comunidades rurales mexicanas.
Carlos Villalobos
Administrador Público de formación y opinólogo geromeño por convicción. Creo en la construcción social de una agenda mediática plural y en que todas y todos tengamos una voz. Coordinador de El Garage Istmeño y escritor semanal de “Pongamos todo en perspectiva”, un ejercicio de reflexión hecho columna de opinión. Usualmente hablo de temas que me apasionan.
*Colaborador desde el 10 de septiembre de 2022.
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