Diario Ejecutivo
En unos días más, el 19 de octubre, se cumplirán 35 años del crack bursátil de 1987.
Para muchos no pasó de ser un simple acontecimiento que en poco o nada les afectó, por haber sido un acontecimiento global.
Sin embargo en México fue especialmente traumático, cientos de miles de mexicanos perdieron todo su patrimonio: casas autos, propiedades, bienes inmuebles, joyas y sobre todo dinero que en ese momento se devaluaba diariamente.
Con miles de millones de pesos defraudados a los inversionistas se gestó una clase empresarial, que en buena medida sustituyó a los grupos que habían operado por décadas desde el desarrollo estabilizador.
La nueva clase empresarial adquirió, con el dinero esquilmado a quienes confiaron en las casas de bolsa que operaban como “banca paralela” (tras la nacionalización bancaria de 1982), lo mismo empresas de telecomunicaciones que instituciones financieras y hasta crearon empresas petroquímicas.
Lamentablemente, mucho de lo que ocurrió antes, durante y después del crack de 1987 ha pasado inadvertido por millones de mexicanos, a pesar de que representó un cambio radical para la economía (y la política) del país.
En esta primera entrega expongo el entorno en el cual se presentó el crack de 1987, con la idea de demostrar cómo con el patrimonio de mexicanos bien intencionados, motivados por las altas ganancias prometidas, se gestó y consolidó el neoliberalismo en México.
1987, antes de octubre
Pocos meses antes del crack, había sido despedido de manera fulminante el secretario de Hacienda Jesús Silva Herzog (quien había sido el artífice de la solución a la crisis de la deuda externa de 1982 y llegó a ser “presidenciable”) para designar a Gustavo Petricioli, quien se encargaría de “la debida instrumentación de la política financiera del Gobierno Federal”. Gastón García Cantú comentó que “la renuncia de Silva Herzog anuncia entre las dos políticas por seguir en el Gobierno la más contraria a los intereses nacionales”.
En enero y febrero de 1987 el Consejo Estudiantil Universitario (creado meses antes y al cual pertenecieron funcionarios de alto nivel actuales como Claudia Sheinbaum y Hugo López Gatell) estalló una huelga en la Universidad Nacional Autónoma de México, en contra de las reformas planteadas por el rector Jorge Carpizo que pretendía, entre otras cosas, aumentar las colegiaturas y eliminar el pase automático.
Ese año, en lo político, se materializó la primera gran escisión en el Partido Revolucionario Institucional, con el grupo denominado “Corriente Democrática”, encabezado principalmente por Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Ifigenia Martínez y Rodolfo González Guevara. En síntesis, consideraban que ese partido había cambiado su ideario para convertirse en un partido ligado a la derecha o neoliberal.
En los organismos empresariales también ese año hubo escisiones, pues un grupo grande de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) decidió salirse de esa cúpula privada por la falta de democracia interna en las elecciones de dirigente y crearon organismos como la Asociación Nacional de Industriales de la Transformación (ANIT).
En lo económico, México vivía una inflación galopante, al grado de que en septiembre el Índice Nacional de Precios al Consumidor subió 135.2 por ciento con respecto al año anterior. En los supermercados se pusieron carritos en las cajas para que los consumidores depositaran en ellos la mercancía que no podían pagar. Paralelamente, el peso pasó de 913 unidades por dólar en 1986 a dos mil 225 en 1987.
Las casas de bolsa (reitero, convertidas en banca paralela) comenzaron a abrir sus puertas a los que después llamaron “inversionistas bisoños” que fueron atraídos por rendimientos superiores a 700 por ciento entre enero y octubre. De acuerdo con Manuel Somoza, quien fuera presidente de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) de 1986 a 1988, antes del crack llegó a haber un millón 200 mil clientes en las casas de bolsa.
Mes de octubre, antes del crack
El cuatro de octubre (15 días antes del crack) el Partido Revolucionario Institucional designó a Carlos Salinas de Gortari como su candidato a la Presidencia de la república para el periodo 1988.1994, lo que ocasionó un nuevo repunte de la Bolsa Mexicana de Valores, ya de por sí sobrevaluada.
El 14 de octubre (cinco días antes del crack) el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (considerado en ese momento como el apéndice militar del PRI) designó a Cuauhtémoc Cárdenas como su candidato a la presidencia. A esa candidatura se sumarían después todos los organismos del Frente Democrático Nacional, como el Partido Mexicano Socialista (PMS), el Partido Socialista Unificado de México (PSUM), Coalición de Izquierda, y el Movimiento de Acción Popular, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT); de la Coalición Obrera, Campesina y Estudiantil del Istmo (COCEI), la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (CIOAC).
El día del crack
El 19 de octubre de 1987, conocido como el “lunes negro” la Bolsa Mexicana de valores perdió 16.5 por ciento, luego de que días antes, el 12 de octubre, alcanzó su nivel más alto del año con 363.15 unidades en su Índice de Precios y Cotizaciones. En el edificio de Uruguay 68, en el Centro Histórico de la Ciudad de México hubo llantos y gritos de desesperación. Ese edificio y el valor de las acciones comenzaban a despeñarse.
Dice el filósofo del metro: del boom al crack fue un paso, del crack al siguiente boom llegó el neoliberalismo.
Roberto Fuentes Vivar
Columnista y periodista fundador del UnoMásUno y la Jornada. Estudió Periodismo en la reconocida escuela Carlos Septién García y cursó la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente es periodista independiente, conocido como “El Filósofo del Metro”.
Colaborador desde el 6 de marzo de 2022.
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