Utopía
Las medidas restrictivas impuestas por una comisión del Instituto Nacional Electoral, ni siquiera por el Consejo General, para que el presidente Andrés Manuel se abstenga de hablar del proceso comicial de 2024 y lo imposibilita para abordar el carísimo tema, despertó la capacidad creativa del señor que dos de sus más acérrimos y documentados críticos, Leo Zuckermann y Sergio Sarmiento, hasta hace poco tiempo lo reconocían sin tapujos y al aire como un genio de la comunicación.
Casi a renglón seguido de que empezó a operar la censura del INE –“me cepillan”, denuncia López Obrador–, el miércoles 19 en que fue “notificado oficialmente” por la autoridad electoral llamada Comisión de Quejas y Denuncias, el tabasqueño de Tepetitán anunció la apertura de un nuevo espacio en la mañanera e incluso se dio el lujo de consultar a los colegas sobre el nombre, con su ya acostumbrado “¡ayúdenme!”
Y nació “No lo dije yo” sin muchas explicaciones, pues fue hasta el jueves 20 que se aclaró la idea de que será un espacio diario y no formará parte de “¿Quién es quién en las mentiras?, la sección de los miércoles que tantos enojos y hasta indignación genera entre los más distinguidos de la dictadura mediática y uno que otro despistado que se pone el saco. Mi percepción es que reciben publicidad gratuita y como decía un izquierdista en los años 70 “Que hablen mal de nosotros, pero que hablen”. Esto a propósito de la declaración de Jesús Reyes Heroles sobre que “el PCM es un agorero de lo peor”.
El invitado de honor de la primera edición del programa televisivo, radiofónico, impreso y en redes sociales como es la muy robusta mañanera, fue Vicente Fox, presidente de México (2000-2006), cabeza poco pensante del “gobierno del cambio” o “primer gobierno de la alternancia”. Y por la primera característica fue rebautizado por Porfirio Muñoz Ledo como el Alto Vacío, aunque lo atribuía a “los guanajuatenses”.
Entró en escena el señor con un video de una entrevista con Latinus, de Roberto Madrazo, en la que el esposo de “la señor Marta” asegura que deben desaparecer los programas sociales porque “los güevones no caben en este país”, alabó las posturas de Xóchitl Gálvez, aspirante a la candidatura presidencial de la oposición, adelantó que le pedirá que restablezcan las pensiones vitalicias para los expresidentes porque, manifestó, ha estado “batallando para sobrevivir económicamente”. Según él sólo en gastos médicos mayores eroga 100 mil pesos mensuales.
“Ojalá Xóchitl nos cubra esto, que los güevones no caben en el gobierno, y tampoco en el país, ya se acabó que estén recibiendo programas sociales. ‘¡A trabajar, cabrones!’, como dice Xóchitl”, declaró Fox sobre los programas que con 598 mil millones de pesos beneficiarán en 2023 a más de 25 millones de personas, entre ellas 11 millones de adultos mayores.
“¡No me ayudes compadre!”, seguramente fue la exclamación (exigencia) de la presunta indígena, vendedora de gelatinas y trotsquista, a la que nadie le hace el favor de explicarle que no puede ser senadora y hacer negocios con el Ejecutivo en sus tres niveles, ni con el Legislativo ni el Judicial; tampoco con los órganos autónomos porque incurre en un grave conflicto de interés.
Gálvez no lo quiere entender, como tampoco que no puede ser precandidata presidencial y legisladora a la vez. No lo quiere respetar Santiago Creel, el güerito de ojos azules que, según él, es víctima de “discriminación al revés”. Mentiroso le respondieron en Palacio Nacional al desgraciado (sin gracia) gritón que le da por llorar, por hacer telenovelas.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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