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Tere Gil Portada 2022

Viva Aerobus, agresión a pasajeros

Libros de ayer y hoy

Muchos problemas graves en los vuelos aéreos, muertes incluso, pueden haber sido planteados por las empresas desde su punto de vista sin que se investigue la verdadera causa. El personal que en general tienen es escogido por su presencia física o por su dominio del inglés u otro idioma, pero las causas humanas, comunes en un entorno masivo como es un vuelo, no lo dominan.

Son a veces lumpenaje al servicio de las empresas, que en cualquier momento en lugar de entender el problema de un pasajero, lo apabullan, ofenden y en caso de disidencia lo amenazan con bajarlo. Ya en el aire los amos son ellos. Pero habrá que ver que principios normativos aplican.

El ahora medio digital Este País, contó que en apenas siete meses del año anterior, mil 1328 quejas de pasajeros fueron presentadas ante Profeco contra la línea aérea Viva Aerobús. Esa línea sería la más denunciada después de Aeroméxico que en esa fecha llevaba 2 mil 406 quejas. Yo agregaría a Volaris.

Profeco suele llegar a acuerdos con esas líneas, casi siempre en detrimento del usuario, como lo hace con los consumidores en tiendas de autoservicio. Parece que a ese sector le interesa quedar bien con las empresas y no con el agredido y humillado. El cliente, el usuario, el consumidor siempre son las víctimas y es una de las fallas en este sexenio cuando se esperaba que las grandes empresas fueran puestas en su lugar.

Las agresiones en las líneas van de demoras que nunca explican, robo de maletas, saturación, involucrar a los pasajeros en responsabilidades de ellas con otro pasaje que va de tránsito, por el que sacrifican al de la corrida normal, entre muchas. Hasta llegar a la orden de desalojar del avión a uno o a varios pasajeros, si según los empleados internos tienen una diferencia con ellos. Así se trate de enfermos, ancianos o menores de edad. 

La marina aérea es militarismo, dicen.  Las líneas ¿qué son, fascismo?

Si del sector público responsable de esa situación responden que si se cumple, no es verdad y una pasajera como yo, de la tercera edad, que en vuelos diferentes he sufrido agresiones y las he visto en otros pasajeros, demuestra lo contrario, pese a quejas.

Yo que he usado este conducto para presentar denuncias contra Volaris y ahora lo haré contra Viva Aerobús, al parecer los responsables oficiales no leen estas denuncias pese a que por diferentes conductos me las han comentado.

De acuerdo al reportaje publicado por Este País el 13 de julio del año anterior, firmado por Andrea J. Arratibel, los casos rebasan lo que sería normalmente aceptado, para llegar después a pérdida del vuelo, dejar fuera a pasaje por exceso de venta, saqueo de maletas y destrucción en algunos casos, resarcimiento no completo, retraso de tantas horas que no amerita de parte de la línea un vaso de agua o algo de comida, salvo exigencia enérgica.

La sobresaturación la propia línea la reconoce en el abordaje y permite que muchos pasajeros transiten arriba con grandes velices, a veces con dos y cubran los espacios sobre el asiento en detrimento de otros pasajeros pese a su derecho a ese mismo espacio. Estos son sometidos a otras decisiones del personal, injustamente.

No hay quien vigile el comportamiento de líneas aéreas

Viajé a Nuevo León a pasar mi cumpleaños y conocer a mi único bisnieto, en Montemorelos. Llevaba un maletín que no pasaba de los cuatro kilos, con dos mudas y unos libritos para colorear, era el equipaje.  Por eso lo llevé arriba en donde tenía el derecho de 10 kilos. Pero cuando subí después de un retraso de dos horas del avión que jamás nos explicaron, todos los compartimientos de la zona Uno prioritaria que me correspondían, estaban ocupados.

La azafata quiso enviar mi maletita a equipaje y me opuse, entonces otro empleado tomó la maletita para llevársela a la parte de atrás, a quien sabe donde y también me opuse. Exigí mi derecho a un espacio a la azafata y entonces me tiró el maletín a los pies con brusquedad.  Luego volvió y dijo en voz alta que como yo no cumplía las órdenes me tenía que bajar.

Le respondí que solo exigía un derecho y que me estaba agrediendo como pasajera y como persona de la tercera edad. Le valió y una pasajera, quizá del PAN, exigió que el avión arrancara, cuando yo no la había escuchado protestar por la demora. Hubo un silencio sepulcral. Ya me veía vejada, quizá golpeada hacia la escalera y despedida como una molestia. 

Entonces un pasajero solidario se puso de pie, movió algo en el compartimiento de arriba y mi maletita entró correctamente. Él mismo y su esposa incluida, me ayudaron a la salida a bajar el equipaje y a trasladarlo por la escalera. De la línea ni una disculpa. Esto que es cotidiano en esas líneas, es lo que viven muchos pasajeros por la necesidad del traslado.

¿Cuál es la autoridad que está pendiente de estos graves problemas y que coto le ponen para resolverlos? ¿Vale más que esos negociantes del aire ocupen nuestra atmósfera violando derechos a los ciudadanos solo porque éstos necesitan trasladarse sin problemas a otro lugar?  Es una respuesta que nadie ha dado.

Teresa de Jesús Gil Gálvez

Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.

Colaboradora desde enero de 2017.

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