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Fernando García Portada 2023

Sin compasión. Cuento de Día de Reyes

Al pie de una foto

“De cuando en cuando y a lo lejos Hay que darse un baño de tumba.”

Pablo Neruda

Nicanor abrió los ojos con una sensación dolorosa en los pies, era el frío que como un látigo helado lo azotaba pese a que la tarde ya despuntaba. Horas antes a lo largo de la noche había deambulado de esquina a esquina y de vecindad en vecindad en busca de compañía y algún trago de aguardiente que le permitiera soportar un invierno extremadamente gélido. Ya de mañana con el sol calentando un poco decidió descansar y se tiró en la banca de concreto que afuera de una derruida vecindad se había convertido en cama.

El frenético ruido de la calle terminó espantándole el sueño y se fue incorporando lentamente, el síndrome de abstinencia hacía temblar sus manos y brazos, ya sentado en el duro cemento se percató de que estaba descalzo.

  • ¡Uta me chingaron los zapatos, que poca madre! – farfulló en voz baja para sí.

A pocos metros un obrador de chicharrón escandalizaba con sus vapores densos y pesados aromas a manteca de cerdo, su estómago se estremeció reclamando alimento.

  • ¡A ver, a ver ya váyase alivianando míjo Tito! –gritó a manera de saludo “el Chuchufais” mientras se acercaba rengueando.
  • ¿Qué pex mi contlapache? Ya llegó su regalote de Malechor, gañastar y Vasaltar. Ya estás en la pálida, chíngate un traguito –agregó mientras le ofrecía una pequeña botella de aguardiente.

Nicanor o “El canicas” como lo llamaba la gente, bebió desesperadamente hasta terminar el contenido, cerró los ojos para sentir mejor el calor del aguardiente que se habría paso por todas la células de su cuerpo.

  • ¿Y hora qué papirrín, te volviste hippie o le dejaste los zapatos a los Santos Reyes? -comentó divertido Chuchufaís.
  • No seas mamón perro, me tumbaron los cacles esta bola de culebras –contestó desanimado.
  • Sí mi loco, ya no se puede confiar en nadie, pinche barrio de gente sin corazón.
  • Perdóname carnalito, me terminé la granada, pero na´mas consigo unas chanclas y me pongo a generar para reponerla. ¿Vas o no vas fierabrás? -dijo ya más animado Canicas.
  • Vamos con doña Eme a que nos fie un relingo y luego a talonear machín porque ya se nos adelantaron en el estacionamiento del mercado, el lugar de viene-viene ya está ocupado -agregó Chuchufaís mientras ayudaba a incorporarse a su amigo.
  • No hay pedo, si quieres yo recupero el viene-viene, un tiro al topón como quiera me lo saco mai -contestó Canicas guiñando uno de sus ojos bizcos.
  • Simón, yo no soy un perro flaco, soy un tigre rasurado mi rey – agrego el Chuchu en medio de una burlona carcajada que dejaba ver una boca sin dientes.

Se alejaron rumbo al interior del mercado convertido en un bullicio interminable, como cada año por esas fechas en las que el comercio desbordaba las calles ofertando todo tipo de juguetes, ropa, comida, bebida y productos que pudieran ser comprados para la celebración del día de reyes en la que los niños de las familias mexicanas eran agasajados a semejanza del niño Dios. Una feria de viejos juegos mecánicos oxidados, raídos y despintados acompañaba también como triste comparsa a la fiesta popular.

Después de conseguir en préstamo un par de tenis rotos y pedir “taco” regalado en la zona de comida se dirigieron al estacionamiento a recuperar su lugar de “viene-viene”.

  • ¿Ya ves como si existen los Reyes magos papi? Suelas nuevas y todo ¡Hay Güey! Tú nomas pide y te será concedido ¡Decrétalo cabrón! -bromeó “Chuchufais”.
  • Deveras que haces puras bromas pendejas entenado, ¿sabes qué?, de todos los días del año este es el peor para mí, al chile cuando era niño un 6 de enero como hoy, asaltaron a mi papá y por quitarle el dinero y los juguetes que nos llevaba de regalo lo mataron a puñaladas aquí mero en la colonia Santa Julia -clamó con amargura “Canicas”.
  • ¡Que mal pedo hermanito! Lo lamento mucho por ti, discúlpame no sabía eso, pero ya mejor me callo el hocico para no calabacearla. Tan tan papi -se disculpó “Chuchufais”

 Ya con el estómago lleno los amigos llegaron bien leones dispuestos a correr al “Topo” que ahora recogía las propinas por “cuidar” los automóviles. El Topo además de otras cosas vendía droga y la hacía de golpeador y matón para políticos y lideres del comercio en vía pública.

  • Así va a estar la finanza mi Chuchu, cuando lo desmadre tú me cuidas la espalda porque su banda va a querer hacerle esquina cuando lo abarate, ponte vergas o no la contamos- le susurró Canicas mientras acomodaba el filero en la bolsa del pantalón.

Nada más verse a la cara, el Topo y Canicas se aproximaron rápidamente, viejas rencillas animaban las agresivas gesticulaciones, Canicas le asestó un cabezazo e inmediatamente dio varios pasos hacia atrás con el propósito de separar a Topo de su escolta, entonces se puso en medio de ellos Chuchufais mostrando un enorme cuchillo de carnicero impidiendo con esto que auxiliaran al Topo. Luego Canicas golpeó repetidamente con todas sus fuerzas hasta que el Topo echó un amasijo de sangre, dolor y lamentos cayo a todo lo largo de sus 1.90 metros de estatura mientras escapaba de entre sus ropas un revolver negro mate reluciente que recogió sin prisas Canicas.

  • ¡Ya estuvo ese, ya estuvo papi! -gritaba entre gimoteos el Topo.

Canicas amartilló el arma y apunto a la escolta del Topo que salió por piernas a toda velocidad, hizo un par de disparos al aire y poniendo la pistola en la cabeza de su enemigo le pregunto:

  • ¿Cómo quedamos Leandro?
  • Como tú quieras Canicas -contestó sin levantar la mirada el Topo mientras se desprendía de un morral de piel y lo entregaba.
  • Pues entonces a chingar a su madre, váyase a jondear burros de la reata y cuidadito con rolar por acañas porque ahora sí no la cuentas perra -advirtió el vencedor no sin antes aplicar un par de patadas más al traficante, a lo lejos se escuchaba la sirena de la policía, luego revisó la bolsa de piel y se dirigió a Chuchu.
  • Vámonos a la verno compa porque hay viene la tiranía y hoy ya tenemos para festejar como Reyes.
  • Así me gusta manito, alegría y optimismo ante la adversidad -grito el Chucho antes de empezar a correr.
  • Yo confió en el mundo, en quien ya no creo es en la gente papirrín -alcanzó a contestar Canicas mientras corría.

Fernando García Álvarez

Nací enamorado de la luz y desde muy joven decidí ser artesano de sus reflejos. He sido aprendiz y alumno de generosos mentores que me llevaron al mundo de las artes y la comunicación. Así he publicado mis fotografías y letras en diversos foros y medios nacionales e internacionales desde hace varias décadas. El compromiso adquirido a través de la conciencia social me ha llevado a la docencia.

Colaborador desde el 10 de diciembre de 2021.

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