A un año de vivir la pandemia global por COVID-19, la emergencia sanitaria ha hecho cuestionarnos diversos asuntos, entre ellos lo que consumimos para alimentarnos. Y es que los hábitos alimenticios fueron altamente valorados cuando el subsecretario Hugo López-Gatell, reiteraba todos los días la importancia de nuestra alimentación para mantener la salud en general y así nuestro organismo tuviera una mejor respuesta contra el coronavirus.
Ante esta situación se revaloraron las alternativas que ofrecieran productos locales, de alta calidad alimenticia, naturales o incluso orgánicos. Afortunadamente en la Ciudad de Oaxaca contamos con esta oferta en diversos puntos de la ciudad, resultado de un largo camino de organización colectiva.
“El Pochote”, antecedentes del mercadito orgánico
En el año 2003 se abrió paso a una iniciativa de productores locales para exponer sus productos de consumo alimenticio y artesanal en un espacio ubicado en el centro de la ciudad, el cual el pintor Francisco Toledo les ofreció, pues se oponía a la instalación de una franquicia de McDonald’s (cadena de alimentos ultraprocesados) en el zócalo de la capital oaxaqueña.
Además de manifestar su oposición ante la empresa multinacional –que ofrece alimentos de dudosa calidad-, también tenían que mostrar las alternativas que existen en Oaxaca; por ello se convocó a productores naturales y locales que quisieran exponer y ofertar sus productos en un espacio céntrico, propiedad en aquel entonces del artista plástico Francisco Toledo.
Aunque los productores se organizaron y decidieron exponer sus productos en otros espacios, como el atrio de la Iglesia de la Merced y la iglesia de los Siete Príncipes, con el paso del tiempo se instalaron de forma permanente los fines de semana en el lugar que les prestó el pintor Toledo, ubicado en García Vigil 817.
Sin embargo esto duró sólo algunos años, pues el lugar comenzó deteriorarse en el contorno de sus muros y dejaron de existir las condiciones para continuar con su dinámica de ofertar su producción. Además se habían configurado como un colectivo, con la claridad de denominarse “Tianguis Orgánico Pochote”, pero funcionaban con un comité directivo al que le pagaban, situación que se volvió insostenible para su organización.
Por ello se trasladaron a la calle de Rayón, en donde pudieron comprar una casa gracias a la cooperación de algunos productores. No obstante, aquellos que no pudieron cooperar por falta de recursos financieros, buscaron otras alternativas para continuar ofertando sus productos.
En su búsqueda de espacios encontraron el apoyo del sacerdote Ubi, quien les ofreció la explanada del atrio de la iglesia de Xochimilco para que continuaran su venta. Mientras que otro grupo de productores encontró la opción de exponer en “La estación”, un espacio en dónde estuvo la estación del tren y se rehabilitó con fines culturales, sitio en el cual algunas mujeres del grupo prefirieron quedarse.
“Xochimilco”, logros y dificultades de productores
Fue así como en el año 2009 se conformó el mercadito orgánico de Xochimilco, ofreciendo más productos y alcanzando mayor difusión. Esto aumentó la visita de consumidores y dinamizó su actividad. Y aunque constituyeron una asociación, no lograron los resultados esperados y dejaron su actividad jurídica. No obstante, su actividad colectiva permanece a la fecha.
En el recuento de su experiencia, los productores expresan que la participación de personas extranjeras ha sido muy importante, principalmente en el consumo, porque observan que tienen una valoración elevada de la alimentación sana y artesanal. En otros momentos, contaron con la participación de una productora extranjera que les compartió su experiencia de producción, para que aprendieran a manejar abonos orgánicos y producir hortalizas. Por ello varias familias replicaron esta experiencia.
En su trayectoria organizativa y de oferta de producción natural y saludable, durante algunos años que estuvieron en Xochimilco contaron con el Sistema de Certificación Orgánica Participativa (SCOP), lo cual avaló que su producción cumplía con normas de prácticas agroecológicas. Sin embargo con el paso de los años se volvió poco viable para ellos, por el arduo trabajo que les representaba en términos administrativos y porque algunos productores no lograban cumplir en su totalidad con la normativa; en particular quienes tienen una producción sumamente pequeña.
Aun así todo parecía marchar bien, entre el aumento de su oferta de productos, la ampliación de conocimientos sobre prácticas agroecológicas y el incremento de consumidores durante su estancia en Xochimilco; hasta que les pidieron abandonar el lugar porque de acuerdo con los lineamientos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no podían tener actividades comerciales debido al daño que se generaba al edificio histórico.
Así que tuvieron que buscar otro espacio y durante ese lapso estuvieron un breve tiempo en la colonia Santa Rosa. El regidor les apoyó con transporte gratuito para llevar a los consumidores de Xochimilco al lugar donde se establecieron. Pese a ello, el espacio no resultó factible para los productores ni para los consumidores, por lo que decidieron formar un fondo de ahorro que les permitiera solventar emergencias, como el cambio de espacio.
“La Cosecha”, resultado de la tenacidad
En 2016 los productores consiguieron a través de sus relaciones interpersonales, un lugar para rentar y continuar con la promoción de sus productos, el cual cumplía sus necesidades de infraestructura y se adaptaba a su capacidad de pago.
Aunque esto no les resulta fácil porque sienten la presión de contar con el dinero de la renta de manera constante, decidieron aventurarse. No obstante y a pesar de tener una relación de confianza con los propietarios de la casa dónde están establecidos, tienen incertidumbre de que les vuelvan a pedir el local.
Comentan que su instalación actual tampoco fue fácil, pues enfrentaron un sinuoso camino para obtener los permisos que requiere el municipio de Oaxaca de Juárez. La dificultad más importante radicó en que no existe una catalogación que se ajuste a las actividades que realizan, pero finalmente lograron acordar su identificación con lo más cercano a lo que realizan.
De esta manera se conformó el mercadito orgánico La Cosecha, ubicado en la calle de Macedonio Alcalá No. 806, el cual ofrece un ambiente cercano entre productores y consumidores, alimentos naturales de elevada calidad, muchos de ellos con producción agroecológica y artesanal. Y si bien los alimentos son su principal oferta, también ofrecen artesanías textiles y de barro.
Economía solidaria a través de alianzas constantes
Cómo se observa en el recuento de esta iniciativa de mercados orgánicos, desde principios de este siglo un colectivo de familias productoras locales, ofrecen alimentos saludables y sustentables en el sentido de que realizan prácticas agroecológicas, las cuales conservan los suelos y además les permite ofrecer alimentos libres de agroquímicos.
Por otra parte, observamos una experiencia que podemos categorizar como economía solidaria, ya que en el recuento de la experiencia resaltan sus alianzas con consumidores y redes interpersonales que también les ha permitido sostener la estrategia económica.
Con ello seguiremos planteando que las estrategias de economía solidaria sólo se pueden lograr a través de alianzas constantes, entre productores y consumidores principalmente. Sin embargo los diferentes niveles de gobierno también deben involucrarse para lograr su permanencia, de lo contrario aunque sean benéficas para sociedad, se les deja la total responsabilidad sin ningún reconocimiento o apoyo para fortalecerse. Como relataron los productores, la situación jurídico administrativa o fiscal es un camino sinuoso que lejos de favorecer, en algunos casos limita su posibilidad de continuar.
Además de criticar los alimentos procesados que dañan nuestra salud o las dinámicas económicas tradicionales, en mi opinión lo importante es resaltar las opciones que tenemos como consumidores, siempre que demostremos disposición de ser consumidores conscientes y responsables para acudir a mercaditos orgánicos como La Cosecha, para sí fortalecer esta alternativa que nos acerca productos de excelente calidad alimenticia, artesanal y local.
*Entrevista a Carolina Fuentes Díaz, Rodrigo Martínez Vásquez y Enrique Peláez Matadamas.
Karina Sánchez Juárez
Doctora en Ciencias Sociales y Humanísticas de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, con especialidad en Estudios Rurales, Desarrollo y Política. Profesora-Investigadora de tiempo completo del IISUABJO e integrante del Sistema Nacional de Investigadores (SNI). Actual Directora de “Cuadernos del Sur”, Revista de Ciencias Sociales.
Colaboradora desde el 21 de febrero de 2019.