Libros de ayer y hoy
Las enfermedades provocadas por obesidad de los mexicanos, se llevan buena parte del gasto en salud, en perjuicio del resto de la población. La comida chatarra es una de las culpables. Lo malo de los promedios, es que nos incluyen a todos.
Según el Centro de Orientación Alimentaria (COA Nutrición), los mexicanos consumen 214 kilogramos de comida chatarra al año. Esa comida abundante en carbohidratos y grasas saturadas, es la que produce la obesidad.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) sostuvo en 2020, que México es el país con más gordos en el mundo. Pero en estudios que ha hecho la BBC, ésta coloca a Estados Unidos en primer lugar con el 38.2 por ciento y a México en segundo lugar con el 32.4.
En estudios anteriores de la OMS se ha observado que la más alta obesidad se da en las islas del Pacífico y que entre los grandes países México tiene 40 por ciento y Estados Unidos 30 por ciento y encabezan la lista.
El mundo en general no anda tan lejos ya que la obesidad se refleja en promedio en 39 por ciento de los países, en los cuales 40 por ciento de los obesos son mujeres y 39 por ciento hombres.
Ocho empresas transnacionales controlan la chatarra
La lucha contra la comida chatarra, pese a los esfuerzos ahí sigue. Los movimientos que se hicieron en propuestas e iniciativas en este sexenio, quedaron reducidos. Se logró la colocación de advertencias en todos esos alimentos saturados de grasa y sodio, por medio de sellitos negros, pero parece que no han causado impacto.
La chatarra se vende y se reproduce igual. El enemigo representado en grandes capitales tiene a su favor la adicción sobre todo en infantes. Ya en datos publicados en 2016, se destacaban ocho empresas que todavía se mueven en México como Pedro por su casa y desde luego en el mundo.
Solo MacDonalds, una de ellas, tenía 33 mil establecimientos en el orbe aunque la situación económica generada por la pandemia, la obligó a reducir el número. Las otras son Burger, King, Starbucks, Coca Cola, Bimbo, Nestlé, Kellogg y Pepsico. Periódicamente se mueve el asunto pero ahí queda, aunque se reduzca.
En las propuestas e iniciativas de este gobierno, las empresas buscaron otras formas de hacerse presentes en sus demandantes, a través de entrega a vendedores. Se veía en muchas partes, sobre todo en las esquinas con semáforos, a vendedores con enormes bolsas llenas de chatarra. Ahora han vuelto a ocupar sus lugares en las tiendas de autoservicio, con sus inútiles cuadritos negros.
Mientras crece la obesidad, las ganancias de las empresas chatarra corren al parejo. La mencionada MacDonalds ganó en 2016 la cifra de 25 mil millones de dólares y ahora con la reducción del virus, se apresta a seguir su camino.
La obesidad atrae siete enfermedades y todas impactaron la pandemia
De acuerdo a COA Nutrición, 7 de cada diez muertes de Covid-19, tienen que ver con la obesidad. El problema en México en donde los obesos son 45 por ciento hombres y 43 por ciento mujeres, se refleja en siete enfermedades: coronarias, diabetes, cánceres mamario y de colon, hipertensión, niveles altos de colesterol y triglecéridos, accidente cerebro-vascular y males del hígado y vesícula.
En los informes sobre los fallecimientos por la pandemia se habló muchas veces de la enfermedades que se venían arrastrando, consecuencia muchas de ellas, de mala alimentación abundante en carbohidratos y grasas saturadas.
En 2016, México invirtió por males relacionados con la obesidad 80 mil millones de pesos y era el gasto más grande en salud. Se vaticinaba entonces que diez años después ese gasto podría ser de 150 mil millones de pesos. Lo obesos acaparan la mayor parte del presupuesto en salud, en perjuicio del resto de la sociedad, todo por su forma adictiva de alimentarse.
Nuestro país tiene la más grande inversión en América Latina en ese aspecto de la obesidad. Además, hay otros problemas que no se toman en cuenta pero que desde el punto de vista social son molestos y se agravan. Es la incomodidad en la movilidad en transportes, aceras y otros lugares. Es difícil que una persona de más de cien kilos pueda ocupar una butaca por ejemplo.
La obesidad afecta además las relaciones personales, las prendas de vestir, el gasto doméstico en medicamentos y alimentación y es una permanente angustia que tiende a subir porque las condiciones imperantes en un mundo agobiado por la chatarra, no cambian.
Teresa de Jesús Gil Gálvez
Nací en La Colorada, Sonora, estudié en la Universidad de Sonora que me dio mención honorífica por mi tesis La libertad de prensa en México. En la UNAM hice estudios de maestría en Ciencias penales. En medios sonorenses trabajé, desde la adolescencia, en los más importantes del estado y en julio de 1972 salí en un tren hacia la gran capital, donde he trabajado en medios importantes, diarios, semanarios y revistas, con breves retiros al mundo entre ellos una corresponsalía en España.
Colaboradora desde enero de 2017.