PALABRA DE ANTÍGONA.- Este lunes inicia el debate sobre la industria petrolera y energética, considerada la madre de todas las batallas. Cuauhtémoc Cárdenas, el líder de la izquierda nacionalista, presentará en el Monumento a la Revolución la iniciativa energética del Partido de la Revolución Democrática (PRD) para desatar la verdadera discusión.
¿Y las mujeres qué? ¿Cuánto sabemos de esta discusión? Allá en los años treinta, una periodista, Elvira Vargas recorrió los campos petroleros, e independientemente de los hechos que desataron la expropiación, planteó cómo era la vida en esos campos, describió cómo los niños estaban desnutridos y cómo las compañías extranjeras descuidaron el desarrollo y la vida fructífera de las comunidades que crecían y se desarrollaban al amparo de la explotación y la industria petrolera.
Estos reportajes seguramente calaron hondo en el general Lázaro Cárdenas, quien tomó una decisión histórica en 1938, la industria pasaría totalmente a manos del pueblo mexicano. 74 años después no conocemos casi nada de lo que sucede en esos mismos campos; ni cómo las mujeres enfrentan la exclusión y la discriminación, como amas de casa, como trabajadoras, como implicadas en el tema. Ni el discurso oficial ni el de oposición, ni la apresurada intención del partido de derecha, el de Acción Nacional, nos hablan de la condición social de los campos petroleros.
Un reportaje del diario La Verdad del Sureste, de Villahermosa Tabasco, relató el último 8 de marzo, que las mujeres trabajadoras de Petróleos Mexicanos representan un sector altamente discriminado y vulnerable dentro de la empresa y dentro del sindicato.
Por ejemplo, asegura que las mujeres no pueden tener asensos en áreas de exclusivo manejo por el personal masculino y nos cuenta que “solo encontramos laborando algunas mujeres en los complejos”. Las mujeres que logran una plaza en estos complejos han llegado a demostrar sus conocimientos y su eficacia, en muchas ocasiones llegan a superar a sus contrapartes. Son oficinistas, tecnólogas, ingenieras.
Y en estos días, circuló un estudio de la industria petrolera de los Estados Unidos que afirma que el número de mujeres que trabaja en esta actividad representa casi la mitad de las nuevas vacantes laborales con un perfil altamente calificado. Señala que en el primer trimestre de 2013 se añadieron tres mil 900 puestos nuevos a la industria petrolera, donde mil 800 plazas fueron ocupadas por mujeres.
Conforme la información difundida en el portal de industrias petroleras “Rigzone”, esa cifra equivale a casi 46 por ciento de las nuevas plazas y significa un fenómeno en las tendencias laborales.
Aclara que muchos de los puestos ocupados no están en las plataformas petroleras sino en las oficinas, como técnicas, geólogas o ingenieras.
Menciona que las compañías de petróleo y gas reclutan a las mujeres debido al lanzamiento de muchos objetivos internos de representación de género entre los principales dirigentes. De acuerdo con datos de dicho estudio, hasta el año pasado, 17 por ciento de los líderes de la compañía son mujeres comparado con apenas 9 por ciento reportado 12 meses antes. Es decir, que estamos implicadas, aunque en México no sabemos nada de esto. Esta investigación periodística no da cuenta del entramado vital y comunitario de las zonas petroleras y tampoco se desglosa cómo funciona el sindicato.
De ahí la importancia de lo planteado, como adelanto, del ingeniero Cárdenas quien además de considerar que no son necesarios los cambios constitucionales, asegura una y otra vez que no tenemos información sustanciada de la situación de PEMEX, ni de la probable ley reglamentaria planteada en el anuncio del presidente Enrique Peña Nieto. Piensa que por lo sabido hay una diferencia sustancial con quienes se oponen a la Reforma.
Lo cierto es que estamos en dos esquinas sin información, viviendo sólo una ola de propaganda, a favor y en contra. ¿Qué nos significará a las mujeres? No sabemos, pero desde hace varios meses hemos sido llamadas a defender la industria petrolera que funciona desde hace años como eje regulador de la economía nacional. ¿Qué significa en la oferta del gobierno crear miles de empleos? Sin tocar ni con el pétalo de una rosa a la corrupción de administradores y sindicato; sin contarnos qué es lo que mueve a una anunciada modernización.
No podemos avanzar sólo con el dogma. Necesitamos una explicación sustanciada de las condiciones de la empresa. Por un lado se habla de una quiebra técnica y por otra parte hacia afuera la promoción del gobierno es que se trata de una industria boyante y atractiva. ¿Quién dice la verdad y quién miente?
Como en otras tantas cosas las mujeres no podemos saberlo todo. Pero podríamos pedir información completa para comprender, de lo contrario estaremos acorraladas. No es el caso de 1938. Leyendo los discursos, el decreto de expropiación, la explicación del general Cárdenas de los abusos de las compañías extranjeras, hicieron que el pueblo se abarrotará en solidaridad. Las mujeres fueron al Palacio de Bellas Artes a entregar sus anillos de boda, sus alhajas, sus gallinas para que el gobierno pagara cualquier deuda exigida por las grandes empresas. Se involucraron.
Hoy cuál es nuestro papel. De Adelitas en defensa de una frase o de interlocutoras. Que bien se haría diciéndonos qué pasa, para poder tomar una postura. No es deseable lanzarnos al vacío, porque para quienes viven y sufren a esta industria, tendrían que contarnos que significa vivir en el campo arrasado sistemáticamente por los campos petroleros; cuántas familias campesinas viven esperando indemnizaciones y respuestas. Dónde están los derechos de las trabajadoras, dónde los mitos que impiden a las mujeres subir a una plataforma; cómo funcionan los enclaves de la prostitución y la trata en los campos petroleros.
Muchas preguntas que habrían de solucionarse en una verdadera reforma que enderece integralmente a esta industria y como, me gustaría saber, se desarrollarán planes y programas para la generación de las llamadas energías verdes, porque las narraciones del pueblo indígena de San Dionisio del Mar en Oaxaca, revelan cómo se ha impuesto la energía eólica o energía del viento, cimentada en intereses ajenos. O sea el tema es la corrupción y esa, como dice Cárdenas, no se arregla con leyes, sino con acciones responsabilidad del gobierno.
La propuesta del PRD parece interesante. Aunque tampoco se mete con el sindicato, brazo ejecutor de una estela de corruptelas. Según el ingeniero Cárdenas -todas las notas coinciden- la iniciativa que conoceremos este lunes incluye ocho ejes temáticos para modernizar a Pemex:
- Cambio en su régimen fiscal,
- Autonomía presupuestal,
- Autonomía de gestión,
- Fortalecer a la Secretaría de Energía y a la Comisión Nacional de Hidrocarburos,
- Revisar tarifas, precios y subsidios de los combustibles y la electricidad para garantizar acceso equitativo a la energía,
- Convertir el Fondo de Estabilización de Ingresos Petroleros en un organismo financiero,
- Impulsar la investigación y el desarrollo tecnológico,
- Transición energética, cuidado del medio ambiente y desarrollo sustentable.
¿Eso qué significa? Un cambio de timón. Y la de Peña Nieto, también, así de general, insistiendo en que es necesario el capital privado y extranjero para generar el cambio en la industria. Desgraciadamente seguimos sin saber qué es lo que se busca y cuál sería el impacto en nuestra vida cotidiana.
Lo único verdaderamente cierto es que el país no crece, que este año no hay desarrollo ni dinero, que seguramente aumentó el desempleo y que la pobreza, tras 12 años de estulticia, aumentó y que la talla de los mexicanos y mexicanas decreció. Que vamos en sentido contrario y que asuntos fundamentales de los derechos de la ciudadanía esperan, sistemáticamente, mientras se desgreña la clase política y millones de pesos se invierten en el ring de los peleadores. ¿Y nosotras qué? Veremos.
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