Utopía
Hace bien el presidente Andrés Manuel en fijar con claridad su postura en el diferendo surgido entre el líder senatorial Ricardo Monreal y la gobernadora de Campeche Layda Sansores, quien amenazaba con ventilar en su afamado programa Martes del Jaguar –y si usted lo duda pregúntele a Alejandro Moreno Cárdenas, el impopular Alito–, algunas grabaciones que podrían dañar la imagen del suspirante a representar a Morena y sus aliados en la elección presidencial de junio de 2024.
Y lo hizo oportunamente López Obrador y sobre todo en forma cuidadosa y equilibrada, pero sin ocultar “queremos mucho, muchísimo” a Sansores Sanromán “por luchona”; en mi tierra se le llama “entrona” hasta el punto de mostrar quizá algunos excesos, como en aquel discurso del Senado: “¡Privaticen a su chingada madre!”, a propósito de la reforma energética del PRIAN de Enrique Peña.
Afectos de muchas batallas aparte, López Obrador aclaró por primera vez en mucho tiempo –y según su definición “política es tiempo”-, sus consideraciones sobre el presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado: “Respeto a Ricardo Monreal. Lo conozco desde hace mucho tiempo, desde que tomó la decisión de abandonar el PRI”. Y narró con detalle los comicios en los que Monreal resultó gobernador de Zacatecas, a contracorriente de la decisión del entonces presidente Ernesto Zedillo que tenía todo listo para cometer el fraude electoral. Pero una llamada telefónica de AMLO a Liébano Sáenz, el ahora demócrata, para que informara a su jefe de la decisión de dar a conocer las pruebas grabadas del operativo a cargo de la Secretaría de Gobernación. Y Obrador les dio 20 minutos y Zedillo reculó.
Mas las querencias no obstaron para que el tabasqueño de Tepetitán (Macuspana) adelantara su apuesta de que la posible difusión de audios comprometedores en la emisión del programa de Sansores, “La verdad que no afecta mucho, yo diría que nada porque ya la gente está muy consciente, no se deja manipular”.
A renglón seguido consideró, el lunes 24 durante la mañanera, de mal gusto la pretensión de hacer públicas esas informaciones, ya que pueden tener un efecto de búmeran y en lugar de afectar al que se expone, perjudica a quienes las difunden. Y recomendó en forma explícita a la campechana: “Aunque no afecte, no debería de hacerse eso, no hace falta”. Más claro ni el agua, y la gobernadora lo asimiló muy rápido.
El exgobernador de Zacatecas, por su parte, juró que mantendrá la ecuanimidad y no se enfrentará al presidente AMLO, como resulta más que obvio, pues no se requiere ser intelectual orgánico para prever que quien cometa tan elemental error político no tiene ningún futuro en la sucesión presidencial como abanderado de la Cuarta Transformación.
El más que rezagado suspirante presidencial, Monreal Ávila, no se apiada de su circunstancia política y advierte, como si no mediara el oportuno y claro deslinde del líder de la 4T, que “esto puede generar una ruptura en Morena”. E instalado en la embriagadora soberbia explica: “Así comienzan las grandes rupturas. Yo espero que hagan caso al llamado del presidente de la república a quien yo respeto (…) Es una mala estrategia porque no habrá posibilidad de la reconciliación, en caso de que continúe esta artera guerra contra mí, sólo por quitarme de en medio en esta contienda para suceder al presidente. Por eso deben hacer caso. No es una llamada esporádica, yo creo que el presidente tiene claridad de lo que puede ser el futuro”. No, pos sí, señor jurista.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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