Utopía
Como es normal en un país como México, en donde el predominio de la dictadura mediática es apabullante, aunque la credibilidad de sus noticiarios, conductores y analistas radiofónicos, televisivos y de los diarios impresos esté por debajo del 30%, pasó de noche la muestra demoscópica del estadunidense Centro de Investigación Pew entre población mexicana adulta.
Resulta comprensible porque los porcentajes son tan favorables al presidente Andrés Manuel que si no mediara la marca del organismo con sede en Washington, el “sospechosismo” –inventado por Santiago Creel, el “discriminado al revés”–, conduciría a concluir que se trata de una encuesta “cuchareada”.
Los porcentajes que arrojó respaldan la conclusión: “El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, también conocido como AMLO, es muy popular. Alrededor de 82% de los mexicanos tiene una opinión favorable de López Obrador, incluido 45% que lo ve muy favorablemente”, indicó el Centro de Investigación Pew en un sondeo realizado entre el 22 de marzo y el 30 de abril pasados a población adulta en México y que analizó seis aspectos sobre cómo ven a Estados Unidos y a su propia nación.
Más todavía, la encuesta detalla que AMLO es igualmente popular en todos los grupos demográficos, incluidos de edad, géneros, niveles educativos, grupos de ingresos e ideologías políticas. De acuerdo con la consulta realizada a mil 041 personas de 18 años o más, 37% calificó como algo favorable la labor del presidente y 45% como muy favorable. En tanto, 10% consideró que la gestión es muy desfavorable y 7% que es algo desfavorable.
Recientemente, otra encuesta hecha por una encuestadora mexicana poco conocida, presentó los resultados de su trabajo demoscópico y Obrador no dudó en presentarla en la mañanera hace un par de semanas y sin titubear dijo “está cuchareada”, por lo visto tendrá que disculparse.
En contrapartida, la dirigencia del estrecho Frente Amplio y su precandidata presidencial, así como sus poderosos patrocinadores empresariales y las muy vistas, leídas y escuchadas televisoras, periódicos y cadenas radiofónicas, pero con la credibilidad más baja en su historia, persisten en aplicar frente a sus adversarios de la Cuarta Transformación la máxima de Carlos Salinas (1988-1994) del “Ni los veo ni los oigo”.
Sólo que el presunto genocida lo hizo después de pactar con la dirigencia del Partido Acción Nacional, cooptar a buena parte de la intelectualidad y sembrar con más de 600 muertos las filas de la oposición política y social. Y el absolutismo presidencial sellaba la vida pública.
Los tiempos y la realidad son diametralmente distintos. El “partido prácticamente único” de entonces sólo gobierna hoy dos estados, el PRIAN que en aquel tiempo arrancaba a escondidas, ahora es innegable e incorporó a los restos de un PRD capturado por el oportunismo más pedestre.
Y las oposiciones de hoy marchan al son que les toca Obrador para la designación de su coordinadora, sólo que por la vía de las renuncias impuestas a los aspirantes y en particular a Beatriz Paredes, con lo que mostraron que la ciudadanía y los militantes no cuentan. Otra mala copia del Frente Amplio a la 4T es enarbolar lo que X llama “esperanza renovada”, pues evidencian que la capacidad creativa de la dirigencia es mínima. O bien es razonable la idea expresada por Jorge Armando Rocha: “Aquí la única que ha demolido casas es Xóchitl Gálvez; pero también está destruyendo rápidamente el sueño de la oligarquía de reconquistar el poder en 2024. Nada más no levanta”. Cierto, pero aún es temprano.
Eduardo Ibarra Aguirre
Autor de Utopía. Coordinador del Grupo María Cristina. Perseguido por la Sedena (1993-2002) por difundir la propuesta del ombudsman militar. Demandante laboral del CEN del PRI (1992-93). Editor de Forum en Línea desde diciembre de 1993. Redactor de cinco libros y coautor de ocho. Corresponsal en Moscú (1977-79) y becario en Berlín (1967-68).
Colaborador desde el 12 de abril de 2021.
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