OAXACA, OAX., marzo 26.−Para la investigadora Patricia Tovar aquí “estamos muy al principio del debate” sobre el cambio que vive el arte a nivel global desde finales de los años noventa, así como respecto de lo que éste puede hacer en relación con la “complejidad social que es Oaxaca”.
Dado que “estamos muy al principio de encontrar nuestros caminos, los que trabajamos en el arte, hacemos investigación o generamos procesos artísticos necesitamos promover otras formas de comunicación y de interactuar entre nosotros para empezar a derrumbar fronteras y barreras a fin de comenzar a producir de otra manera”.
Patricia Tovar fue la curadora de la exposición Erótica 3 que se exhibe actualmente en la Galería Central Universitaria de la Facultad de Derecho (avenida Independencia esquina Macedonio Alcalá, Centro) de la UABJO, la cual convocó y organizó la artista plástica Siegrid Wiese.
Según Patricia Tovar, “desde finales de los años noventa o principios del 2000 comenzó a ocurrir a nivel global un cambio en el paradigma del arte que tiene que ver con el deslizamiento del interés de los artistas hacia el contexto, hacia lo que ocurre socialmente”.
A partir de ese tiempo, sucede un “corrimiento del proceso artístico hacia el proceso etnográfico y antropológico en el cual, más allá de contar con una estabilidad que les permita producir una pieza o generar conceptos, los artistas comienzan a visualizar su práctica en relación con lo social y lo ecológico y su responsabilidad con estos campos”.
Y puesto que hoy “todo está interconectado y no hay contextos aislados, las relaciones correspondientes tocan obviamente a Latinoamérica, México y Oaxaca. Estado en el que, a partir del año 2000, empiezan a manifestarse una serie de inquietudes entre artistas que buscan ir más allá de lo que tradicionalmente se conocía como la pintura oaxaqueña, aquella tan centrada en la pieza como promocionada hacia afuera”.
Surgen “artistas que empiezan a cuestionar esto tratando de generar obras mucho más conceptuales, otras maneras de arte, otros lenguajes e incluso soportes”.
El “conflicto social de 2006, sí, agrega una reflexividad política”, pero “diría que aquí todavía no hemos alcanzado a reunir esta diversidad social, la complejidad del tipo que tiene Oaxaca como Estado, que es muy vasta, con las posibilidades que posee el arte frente a ello: por ejemplo, lo que puede hacer en términos de educación, ecología o, en suma, esa complejidad social que es Oaxaca”.
−En un momento dado, ¿Oaxaca puede ser un detonante del arte en México e incluso internacionalmente?
−Espero que sí, Oaxaca reúne características muy particulares: su diversidad cultural y lingüística, una gran biodiversidad, esa su cultura con una enorme vitalidad y una capacidad creativa impresionante. Aspectos todos que utiliza para regenerarse a sí misma.
−Sus genes de artista…
−Verlo así sería muy reduccionista. En la cultura de Oaxaca hay una energía social que no es sólo de los artistas. La puedes ver en el mercado, en sus comunidades, en las fiestas, en los rituales, en la manera como genera su vestimenta, en la forma que vitaliza sus prácticas de todos los días.
“El arte es mucho más que lo que se ve en una exposición. Y eso que se mueve en Oaxaca sí puede detonar muchas cosas. Ojalá sea así. Me parece que las nuevas y las viejas generaciones tendrían que empezar a reunirse y a comunicarse a fin de romper paradigmas, eliminar fronteras, deconstruir las formas convencionales sobre cómo está produciéndose el arte en Oaxaca, cuestionar a los grupos ya formados de artistas que tienen un lugar e incluso un poder, y así comenzar a pensar al arte de otra manera y ver cuál es la nueva función del artista hoy en día”.