Para Sergio Pitol evocar a Carlos Monsiváis no es tarea sencilla si se toma en cuenta que los unió la amistad de más de cinco décadas:
Compartieron marchas políticas, pero también lecturas y, en especial, la desesperanza ante un país que buscaba el desarrollo sin importar a quién se llevaba entre “las patas”, dijo.
Aún así, con un gran esfuerzo por sus problemas de salud, el autor de “El arte de la fuga” recordó en la Feria Internacional del Libro de Oaxaca, donde se le rindió un homenaje al cronista, al personaje dueño de un humor que se convirtió en un “permanente chubasco que caía sobre el desierto de la solemnidad que caracteriza a México.
“Lo conocí en 1953, durante los días que antecedieron a la ‘gloriosa victoria’ del ejército de Estados Unidos contra el gobierno democrático de Guatemala. Participamos en un comité universitario de solidaridad con Guatemala, colectamos firmas de protesta, distribuimos volantes, acudimos juntos a una manifestación que se inició en la Plaza de Santo Domingo”.
Desde la mirada de Sergio Pitol, los libros de Carlos Monsiváis son iluminadores: un testimonio del caos, de sus rituales, de sus grandezas, abyecciones, horrores, excesos y formas de liberación, pero al mismo tiempo son la crónica de un mundo rocambolesco y lúdico, delirante y macabro: son nuestro esperpento.
“Cultura y sociedad son sus dos grandes dominios, la inteligencia, el humor y la cólera han sido sus mejores consejeros. Estoy convencido de que el actual fermento para crear, a pesar de todos los pesares, una sociedad civil, tiene que ver con sus esfuerzos. Carlos fue muchas cosas, pero sobre todo nuestra conciencia común más lúcida y penetrante: su persona y su obra se convirtieron en una guía moral para moverse en este México del que tanto escribió y al que supo ver tan claramente”.
Las causas perdidas
El reconocimiento a Carlos Monsiváis estaba planeado desde antes de su partida, por eso la ceremonia se convirtió en un homenaje nostálgico al hombre que ya extraña México, en palabras de Rafael Barajas, “El Fisgón”, otra de las personas cercanas al cronista, quien se refirió a un intelectual público próximo a la sociedad, aun cuando el mismo Carlos aceptaba de manera gozosa: “Y pensar que nadie ha leído un libro mío”.
“Un pensador incluso barroco, con una obra dispersa en cientos de publicaciones, y tan vasta que abarca un rango de géneros que va de la fábula y el ensayo filosófico-político, y que toma temas tan diversos como la crónica policiaca. Estoy convencido de que la devoción que le tuvo y le tiene
la gente pobre a Carlos Monsiváis se explica en gran medida por el hecho de que fue el intelectual público más importante de México en las últimas décadas.”
Por ello, en medio de la barbarie, el atraso y el cinismo, la figura ética del intelectual público se hace indispensable y México la necesita como pocos países, siendo Carlos Monsiváis una de las figuras más importantes de las últimas décadas.
“En un texto fundamental titulado ‘Las causas perdidas’, Monsiváis explica que una causa perdida es aquella en que la noción del deber es recompensa suficiente. Causa perdida es aquella de la que no se aguardan las ventajas: como intelectual público, Monsi fue por décadas nuestro Santo Patrono de las Causas Perdidas. Sus armas fueron siempre la ética, la razón, la inteligencia, la ironía y el humor”, aseguró El Fisgón.
Junot Díaz, en la cátedra Aura Estrada
Apenas siete años tenía el escritor Junot Díaz cuando, con toda su familia, llegó a Nueva Jersey. Venían de República Dominicana. Una época compleja para los latinos, porque el español como idioma enfrentaba múltiples dificultades, al grado de que hizo sus estudios en inglés y por ello escribe en ese idioma, aunque en sus historias intercala algunos giros o palabras en español.
Circunstancias que se convirtieron en parte de la riqueza que definen la obra y la mirada literaria del escritor dominicano-estadunidense, quien en 2008 obtuvo el Premio Pulitzer, en Estados Unidos, con la novela La maravillosa vida de Óscar Wao, publicada en español por Mondadori. Junot Díaz inauguró la cátedra Aura Estrada, una de las actividades más importantes de la FIL de Oaxaca.
Las historias de Junot Díaz describen la dura realidad de los inmigrantes latinos en Estados Unidos. De acuerdo con el escritor, la gente en nuestros países no entiende bien su diáspora, “me siento rechazado y al mismo tiempo me sé parte de dos comunidades. Ser parte y ser rechazado simultáneamente es una experiencia muy interesante”.
El autor explica que “vender libros en Estados Unidos es un reto enorme, no tenemos una estructura, una cultura literaria”.
Díaz recuerda que los primeros cuatro meses de La maravillosa vida de Óscar Wao transcurrieron casi en el silencio dentro de la crítica literaria y apenas “había vendido 12 mil ejemplares”, lo que en Estados Unidos es un verdadero fracaso. Claro, antes de recibir el Premio Pulitzer.