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La verdad ante la guerra mediática

El día 5 de septiembre, mientras el gobernador del Estado de México, Dr. Eruviel Ávila, rendía su primer informe de labores, cerca de 500 hombres, armados con distintos tipos de armas, agredían a un contingente de unos mil antorchistas que brindaban solidaridad a un grupo de moto taxistas que pretendían ser desalojados por la fuerza de su base de operaciones para cederla a otro grupo adicto al presidente municipal de Chicoloapan, en el oriente del Estado de México.

El saldo fue de dos moto taxistas asesinados a balazos y más de 30 heridos con lesiones de diversa gravedad, todos ellos, sin excepción, pertenecientes al grupo de antorchistas.

Casi instantáneamente se puso en marcha un dispositivo mediático que por su rapidez, por la unanimidad en la versión de los hechos que manejó y por su sincronización, no deja lugar a dudas de que fue obra de profesionales, que disponían, además, de abundantes recursos económicos y mucho poder y relaciones en el mundo de los medios y la política como para orquestar un ejército de voceros y lanzarlo a propagar el mensaje que les urgía difundir.

La campaña mediática se organizó en torno a dos ejes fundamentales: a).- presentar los hechos como un enfrentamiento entre fuerzas igualmente rijosas y, por tanto, igualmente culpables de lo sucedido, al mismo tiempo que se daba una versión falsa y distorsionada de la causa del conflicto y se ocultaba cuidadosamente la filiación política de los agresores; b).- desatar una perversa campaña alarmista de rumores entre la población, llamándola a cerrar sus negocios, retirar a sus hijos de las escuelas y encerrarse en sus domicilios, porque “ahí vienen los antochistas saqueando, quemando y golpeando niños”, para sembrar pánico y odio en contra de éstos últimos.

Las preguntas obligadas son: 1.- ¿Qué hubo de cierto en la versión de los hechos y en la campaña de rumores aviesos? 2.- ¿Quiénes están detrás de la misma? 3.- ¿Qué propósito los anima?

En relación con la versión del enfrentamiento, me limitaré a dos argumentos, a mi juicio suficientes, para probar que se trata de una burda mentira. Primero, la voz de un testigo presencial que, por añadidura, tiene una sólida solvencia moral e intelectual y ningún interés personal en el conflicto.

El señor director de la Escuela de Bellas Artes de Chimalhuacán, en las partes conducentes de su testimonio, dice: “el bando de los agresores era de alrededor de 500 hombres, todos con cascos, la mayoría de color negro, como si fueran granaderos, pero a diferencia de nosotros (el director y sus alumnos) que no llevábamos nada para defendernos, ellos traían en las manos palas, bates, machetes y pistolas”.

Sigue: “primero comenzaron a aventarnos piedras, y después de 40 segundos las piedras las cambiaron por disparos, además sonaron como cerca de 8 petardos y 3 bombas molotov, eso nos asustó a todos y comenzamos a correr a donde se pudiera, a las casas, al cerro, …cuando se escucharon los disparos vimos caer a varios heridos”. Concluye: “No fue un enfrentamiento porque ni siquiera nos dieron tiempo de decir nada.

Ellos iban… a matarnos, su apariencia era de que estaban drogados, “chemos”, …endiablados, …por eso corrimos para salvarnos”.

Segundo, el resultado del enfrentamiento fue (lo tomo del parte médico): 1.- Manuel Chávez López, muerto instantáneamente; 2.- Miguel Ángel Cruz Remigio, murió en el hospital ABC de un balazo en la sien; 3.- Carlos Ugalde Sixtos, una bala en el abdomen que lesionó colon, hígado, arteria y bazo, con graves problemas de funcionamiento renal; 4.- David Ricardo Carvajal, golpes contusos, esguince en vértebras cervicales, fractura multifragmentada de pierna derecha; 5.- Juan Díaz Cruz, traumatismo cráneo-encefálico grado II, golpes contusos en cabeza, tórax y resto del cuerpo, esguince cervical e inflamación cerebral; 6.- Rubén Máximo Vargas, policontundido y sutura por herida; 7.- Roberto Hernández Dimas, traumatismo cráneo-encefálico grado I, lesión por golpes en oído y policontundido; 8.- Rafael Toribio López, golpes y varias suturas por heridas.

Y así hasta llegar a más de 30 lesionados, todos ellos, repito, del grupo antorchista, lo cual empata perfectamente con la versión del señor director de la Escuela de Bellas Artes de Chimalhuacán. ¿Cómo se configuraría, pues, el enfrentamiento?

Respecto al terrorismo verbal que acusaba a los antorchistas de locos furiosos y desatados en contra de la población inerme, fueron los mismos medios de información los que se encargaron, al final, de poner en claro que carecía de todo fundamento y de recalcar su carácter de peligrosa maniobra política cuyos fines verdaderos era necesario investigar.

No creo necesario agregar nada más.

¿Quiénes están detrás de la maniobra? Para empezar, hay que puntualizar que los agresores, comenzando por el cabecilla que responde al nombre de Francisco Hernández Hernández, alias el Tuntún, y terminando por el presidente municipal, Rafael Gómez Alvarado, organizador del grupo de asesinos y protector de quienes pretenden despojar a los moto taxistas defendidos por Antorcha, son miembros activos y reconocidos de una de las fracciones más poderosas del PRD.

En seguida, resulta que varios de los principales protagonistas de la campaña de rumores están plenamente identificados y son también conocidos militantes perredistas: “tuiteros” como Gerardo Fernández Noroña, Epigmeni Ibarra, el economista Mario di Constanzo, miembros del “yo soy 132”, el membrete Anonymous, entre otros.

También está probada la participaron de policías del Estado de México y autoridades educativas de ese mismo estado, que se encargaron de sembrar el terror en las escuelas.

Si a ello se añade que la policía estatal estaba acantonada a pocas cuadras de la agresión y que se limitó a contemplar los hechos; que la oficina de prensa del gobierno mexiquense difundió un comunicado hablando de “enfrentamiento”; que tanto el subsecretario de gobierno, Efrén Rojas, como el Secretario del Transporte, Jaime Barrera, estaban informados del peligro y no movieron un dedo para evitarlo y que conocidos periodistas perredistas como Carmen Aristegui, o alineados con el gobierno mexiquense, dieron vuelo especial a las falsedades y rumores, puede concluirse con seguridad que detrás del ataque está una alianza entre el ala más “radical” del PRD y el a la más conservadora del priismo mexiquense. Los extremos se tocan.

¿Qué propósito los anima? A nuestro parecer, dos muy claros. Primero, para los partidos “grandes”, los que comparten el poder del país, éste ya está repartido entre ellos, todos los electores mexicanos tienen dueño y no hace falta nadie más para que las cosas marchen según sus intereses.

Por eso, para ellos, Antorcha es un intruso indeseable que viene a perturbar el “equilibrio” que han alcanzado después de no pocos conflictos y desencuentros; y es, por tanto, el enemigo común a vencer.

La gente, sus demandas insatisfechas, sus graves problemas sin solución, la democracia y los derechos y libertades ciudadanas, son sólo palabras para consumo de ingenuos; en los hechos, tras bambalinas, lo que rige es el reparto puro y simple del poder, y Antorcha no está invitada a ese festín.

Segundo, la antorchista Maricela Serrano acaba de ganar la presidencia municipal de Ixtapaluca y eso rompe el “equilibrio” establecido; por tanto, también a ella hay que pararla a como dé lugar. He aquí los dos motivos del “ataque aliado”.

Apoyar y respaldar al antorchismo es, pues, sanear y autentificar nuestra democracia, ampliar y hacer efectivas las libertades básicas del mexicano y abrir un camino seguro y pacífico a la solución de sus problemas.

¡Antorcha se ha defendido siempre con la verdad y sólo con la verdad, y hoy no es la excepción! Los mexicanos buenos, honrados y laboriosos, deben confiar en nuestra versión y cerrar filas con el pueblo pobre, organizado para la defensa de sus intereses.

 

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