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Dos versiones del PRI

En el debate a favor de la coalición de partidos opositora al PRI en las próximas elecciones locales, predomina el argumento de que los partidos por separado corren el riesgo de perder y que la única posibilidad de alcanzar posiciones de representación es a través de dicha alianza; la reflexión debe ir más allá y sustentarse en ejercicios de autocrítica sobre lo que han hecho los gobiernos estatal, municipales y los diputados que llegaron con ese respaldo.

Por una parte, esta en el aire la expectativa de los ciudadanos por un gobierno distinto al que se sufrió por más de ochenta años en Oaxaca y que la alternancia permite vislumbrar cambios. Sin embargo, las valoraciones sobre la experiencia de gobierno inmediata no son favorables.

En las conversaciones de la gente, es común la mención de que en las posiciones más importantes de poder en el gabinete estatal encontramos a ex priístas, priístas reciclados y en activo, lo que muestra que en 2010 la alternancia de facto pasó del PRI al PRI; por lo tanto, se puede inferir que la alternancia se dio entre quienes tuvieron el poder en los últimos años a quienes habían sido desplazados recientemente pero que comandaron el gobierno estatal en los años ochenta y noventa del siglo pasado.

Revisando trayectorias de la mayoría de los miembros del gabinete, resulta que son los mismos que han medrado del presupuesto, con alguno que otro colado de organizaciones sociales o de otros partidos, que fueron incorporados como pago de facturas y como un atisbo de legitimidad para apaciguar al movimiento social que hizo posible la alternancia.

Además, si consideramos que el PRI es parte de una cultura política articulada en relaciones verticales y una mentalidad de dominio y subordinación, observaremos que no se han registrado muchos cambios. Las prácticas de gobierno actual siguen siendo las mismas: su filosofía es el patrimonialismo y el gobierno para familiares y amigos.

Más aún, en términos ideológicos el gobierno en el que se depositaron las esperanzas del cambio, se comporta como de derecha, de tal manera que su apuesta es a favor de los intereses de las grandes transnacionales como las empresas eólicas que pretenden asentarse en la zona huave en un contexto de desinformación sobre los verdaderos impactos y los beneficios para la economía de la población por parte de ese tipo de negocios.

Como corolario de esta rápida revisión, tenemos las disputas entre sindicalistas e instituciones (véase la confrontación entre los dirigentes de la sección 28 del SNTSS y las autoridades del sector salud por el pago de servicios del Seguro Popular). La suspicacia hace visitar el sitio de internet de esta última dependencia y su sección de transparencia (http://seguropopularoaxaca.com.mx/# ), en donde se puede observar un vacío de información sobre el destino de los recursos públicos; los escasos datos que brindan constituyen una auténtica burla para todos quienes creyeron que este gobierno sería del cambio.

Pero regresando al conflicto SNTSS- SSA. El pasado día 7 ocurrió un paro de brazos caídos en clínicas y hospitales del IMSS, emprendido por la sección 28 del SNTSS, con la lógica afectación a la prestación de servicios de miles de usuarios. Si se trata de un reclamo válido, mal, por que se está descapitalizando a los servicios de salud pública; si el acontecimiento es por intereses políticos, peor, porque con ese propósito dejan sin servicio a miles de usuarios ajenos a esa pugna de intereses facciosos. Muy mal y peor aún, si es una combinación de las dos posibilidades anteriores y al parecer sí, ya que se acaba de anunciar “que el Gobierno estatal cubrirá la deuda del Seguro Popular desde el año 2008” (Noticias, 9/02/13).

Lo único claro del enredo es que tiende a derribar el mito de “cobertura universal” repetido por los publicistas del Seguro Popular. En fin, una serie de confrontaciones que se resumen en la falta de coordinación, producto de intereses personalistas que no le piden nada a los viejos gobiernos priístas; de los pleitos entre los colaboradores del gobernador que atropellan desde arriba los derechos de la población, particularmente de quienes menos tienen.

En la tienda de enfrente, la de los auténticos priístas, también observamos rebatingas y zancadillas por las próximas candidaturas y después la propaganda de abrazos y supuestas reconciliaciones. En fin, la misma política de la simulación que tampoco augura nada bueno para Oaxaca.

Si, efectivamente, muchos ciudadanos cifran sus expectativas en evitar el regreso del PRI, de las viejas prácticas clientelares y abusos del poder, pero tampoco quieren más del priísmo del disimulo, del que se disfraza de coalición opositora. En síntesis, los electores no merecen como opciones dos versiones de lo mismo, del PRI.

A lo que queda del gobierno estatal corresponde rectificar el rumbo y recuperar la confianza ciudadana que se le otorgó en las urnas. Aún es tiempo.

sociologouam@yahoo.com.mx

 

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