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El excesivo protagonismo del padre Solalinde

SIN DERECHO A FIANZA.- “Estaban heridos y así como estaban heridos, los quemaron vivos, les pusieron diésel. Eso se va a saber, dicen que hasta les pusieron madera, algunos de ellos estaban vivos, otros muertos”, eso dijo el sacerdote Alejandro Solalinde a la agencia Nóvosti; de ahí un sin fin de medios lo retomaron y esas declaraciones levantaron gran revuelo.

No es la primera vez que este presbítero aparece en los reflectores; pareciera que le encanta estar frente a ellos.

Incluso ha sido criticado por Arturo Lona Reyes (más de 20 años obispo emérito y fundador del Centro de Derechos Humanos Tepeyac), quien en enero del 2013 señaló que Alejandro Solalinde “efectivamente está pegado a los migrantes; sin embargo, los reflectores y el gusto de Solalinde por figurar en la prensa han puesto en duda su labor altruista”.

En 2010 Solalinde denunció el secuestro de 50 centroamericanos. A raíz de eso, afirmó, recibió amenazas de muerte de “Los Zetas” y de la “Mara 13”. Dijo que en el secuestro de migrantes “están involucrados funcionarios, policías locales, alcaldes… Se sabe quiénes son”. Claro, el valiente sacerdote no dio nombres.

La CNDH pidió a la Secretaría de Gobernación que adoptara “medidas cautelares” en favor del sacerdote, “al considerar que su vida e integridad física corrían peligro”.

En septiembre de 2011, el padre dijo a Emiliano Ruiz Parra, de la revista Gatopardo, que el exgobernador Ulises Ruiz Ortiz también lo quiso matar, porque “ellos querían hacer un negociazo con los migrantes: ganar en volumen con extorsión, secuestros, trata, todo. La mafia, desde el gobernador para abajo, presidente municipal, la policía judicial, vieron que era un botín, que eran clientes cautivos”.

Hay que señalar que durante el gobierno de Ulises no lo acusó. Luego vinieron más amenazas de muerte; por ello, Solalinde se fue dos meses a Europa y regresó a principios de julio de 2012; lo cuidaban cuatro guardaespaldas.

Algo misterioso hay que, con tantos deseosos de su muerte, nadie cumplió su palabra. Por fortuna, así el padre sigue su loable labor.

En el 2012 dijo que desde el 2007 (cuando fundó el centro para migrantes) recibía amenazas. Señaló que una vez visitó a tres sicarios del Cartel de Sinaloa en la cárcel; uno de ellos dijo que lo habían tratado de contratar para matar al padre: “Todos mencionaron que los que los trataron de contratar eran políticos, uno les ofreció cinco millones de pesos por mi cabeza”.

En otra ocasión, la amenaza de los “Zetas” la trajo una mujer que trabajaba en el refugio; según Solalinde, ella fue secuestrada brevemente por los “Zetas” que le dijeron: “Mira, dile a tu curita que ni se meta con nuestra mercancía; no le vamos a hacer nada por el momento, pero que quede claro que deje de interferir con los migrantes, porque ellos son nuestra mercancía”, narró el padre.

En otra ocasión (o en la misma) otra mujer (o la misma) le dijo: “Padre, tengo que avisarle que una persona lo va a matar. Es un sicario, ya le pagaron, ya lo liquidaron, ya le pagaron para que lo mate a usted”.

“Esa mañana del viernes 20 de abril le filtraban por sexta vez, en dos meses que el crimen organizado y políticos locales coludidos con el grupo criminal conocido como “Los Zetas” lo tenían de nuevo en la mira”, dice el redactor de ADN Político (abril 30, 2012). Esta última amenaza lo hizo salir rumbo a Europa.

En otro caso, según contó a Gatopardo (los “Zetas” son conocidos, hasta se saben su apodo): “El Reynosa, un sicario de los Zetas, llegó una mañana de principios de 2008 al albergue a bordo de una motoneta marca Italika. Se acercó a dos centroamericanos que descansaban a un lado de la puerta y les dijo que esa noche entraría a asesinar a Alejandro Solalinde”. (Esto lo contó en el 2011, en la fecha que indica no se supo).

[Se ignora por qué los asesinos mandan recados en lugar de presentarse como lo hacen siempre y matar al indicado, esté con quien esté].

Se llenaron de miedo. Había 100 migrantes que se dividieron para cuidar las cuatro esquinas del albergue, pero cuando llegó el tren todos desaparecieron, menos unos 15. Uno de ellos vio a un hombre que se acercó donde dormía el padre: “No tocó a Solalinde, sólo movió su mano en círculo sobre la cara del cura”. Pasmoso.

Solalinde tiene una suerte para encontrar a quienes lo quieren matar y de saber quiénes pagarían por su cabeza.

Es maravilloso porque “meses después, un funcionario del gobierno federal le enseñó a Solalinde la declaración de un pollero detenido que trabajaba para los Zetas. El pollero contó que una noche de principios de 2008 estaba con un alto mando de la organización criminal en Piedras Negras, Coahuila, cuando sonó el teléfono celular: era el Reynosa, que llamaba para confirmar el asesinato de Solalinde.

“—Hablo para confirmar la ejecución del cura — consultó el Reynosa con su jefe.

“—Déjalo por ahora y haz tu trabajo— le respondió la voz desde Piedras Negras, Coahuila, de acuerdo con la declaración a la que tuvo acceso Solalinde”.

(http://www.gatopardo.com/ReportajesGP.php?R=104)

Increíble. El “pollero” tenía tan buen oído que escuchó lo que dijo el sicario al oído del jefe “Zeta”. Y, sabiendo que el funcionario se lo diría a Solalinde, le chismeó el asunto (pero no dijo quién era ese “alto mando”). Tampoco se supo para qué andaba de payaso el sicario haciendo círculos sobre la cara del padre si ya le habían dicho que no…

No estará tan bien pagado ese sicario que anda en tan pobre vehículo; que avisa lo que va a hacer (como para que se lo impidan o el amenazado se ponga a salvo) y que, en lugar de llamar para decir que ya cumplió su tenebroso encargo, lo hace para preguntar si aún sigue con el mismo deseo quien se lo ordenó.

Este caso es particularmente interesante. Si un funcionario federal le enseñó al padre esos documentos, no se entiende por qué Solalinde no hizo un escándalo de eso. Debió haber hecho público el nombre de ese funcionario. Y debió contar el caso en el 2010.

El protagonismo de Solalinde lo notamos en otro párrafo del texto, cuando habla con Cristo:

“Jesús, ¡qué friega te pusieron a ti! Cuando tú estabas, la cosa estaba del cocol […] Yo tengo guaruras: tú tenías que cuidarte de todo el mundo y hasta tus discípulos te dejaron solo. Yo salgo en los periódicos, soy muy popular”.

Ahora, de manera irresponsable, afirma tener datos de cómo asesinaron a los normalistas y dónde están enterrados. Cualquier ciudadano responsable acudiría a la PGR a informar sobre sus hallazgos; no a ventilarlo en todos los medios.

Los normalistas afirman que “ni siquiera se ha ido a parar a Ayotzinapa” y ponen en duda lo que afirma el sacerdote. Solalinde tendrá que demostrar que sus datos son ciertos. Es probable que los chicos estén muertos, pero nadie tiene el derecho de quitarles la esperanza a esos padres desolados.

Este 23 de octubre, después de su visita a la PGR, al salir, informó ufano: “Salvo por un testigo, la PGR y yo tenemos la misma información”. Nada de que señaló dónde están los cadáveres, cuya ubicación se supone conoce, ya que se le informó que vieron cuando los quemaban…

Lo que se puede esperar es que, dentro de poco, Solalinde denuncie que lo amenazan de muerte los narcos de Guerrero y el gobierno federal…

Twitter: @yaguer_yaguar

 

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