CRÓNICAS DE LA ÍNSULA
A los trabajadores de la burocracia del gobierno de Oaxaca no los calienta ni el Sol. Hace mucho que no se les veía tan molestos. Apenas trascendió que el aumento salarial firmado por su flamante Comité Ejecutivo sindical es el más pobre que se haya firmado nunca. La inconformidad es general. Ese Comité no consiguió, sino aceptó, un raquítico 7 por ciento, el más bajo de la historia del sindicato.
Cuando la mayoría de delegados esperaba información de las negociaciones que realizaba su Comité Ejecutivo —puesto que aún no había la decisión de firmar el nuevo convenio—, éstos llegaron de pronto con la noticia a la asamblea de delegados de que ya habían firmado el desventajoso convenio.
Una delegada encaró a los dirigentes pidiéndoles que explicaran el por qué de esa traición a la base trabajadora, el por qué de haberse puesto de rodillas ante el patrón.
“¿Con qué cara vamos a ir a decirles a los trabajadores de este 7 por ciento?”, preguntaba la delegada, pues el año pasado “ya casi nos la mentaban por el 8.9 por ciento conseguido”.
Que tristeza me dan —les decía—, “en ningún momento los delegados que estamos aquí les dijimos vayan y firmen, ¿o así les dijimos compañero?”. El grito de los delegados fue generalizado: “¡No!
“Nosotros les dijimos: vayan a negociar, a ver qué les dice el gobierno, cuál es su última postura… no se las miento porque mi educación no me lo permite. Hablamos de un cambio compañeros, a lo mejor a ustedes les llenan las bolsas cada quincena, pero no se olviden de los compañeros que están atrás de nosotros que no les alcanza su sueldo, ¿qué no piensan en ellos?, ¿no verdad?”
Quienes intervinieron en la asamblea de delegados donde se informó del convenio fueron incisivos contra sus dirigentes, exigiendo que éstos convoquen a una asamblea general de trabajadores, la máxima autoridad de ese sindicato.
Otro orador fue claro en pedir esa asamblea para revocar el mandato y quizá hasta expulsar del sindicato a la cuestionada dirigencia. De cualquier forma —dijo— si la dirigencia no convoca, de acuerdo con los Estatutos del Sindicato de Trabajadores al Servicio de los Poderes del Estado e Instituciones Descentralizadas de Carácter Estatal de Oaxaca (STPEIDCEO), con la firma del 25 por ciento de los agremiados se puede realizar dicha asamblea.
Lejos están los años de 1998 cuando el STPEIDCEO consiguió el 19 por ciento de aumento salarial, o más aún en 1986 cuando fue el 32 por ciento de aumento. Otros tiempos, cuando los dirigentes aún no prevaricaban así.
Los aumentos de sueldo han venido a la baja en detrimento de los trabajadores desde Adán Alejandrino López Cruz (7.1 %), Joel Castillo (9%), Víctor Bustamante (9%), Juan Rafael Rosas (8.9%) y al actual Felipe Noel Cruz Pinacho (7%), el más bajo, “la peor negociación de la historia”, como decía otro de los delegados inconformes.
Empero, los empleados veteranos nos comentan que si bien es duro lo del bajísimo aumento salarial actual, lo verdaderamente fuerte es la reforma a la Ley del Servicio Civil que se ha querido hacer desde hace dos décadas, pero que fue echada abajo por la lucha de los trabajadores (1999).
Hace unas semanas entró al Congreso del Estado la propuesta de reforma a la Ley del Poder Ejecutivo donde se contempla también la reforma a la Ley del Servicio Civil.
Pero con estos antecedentes de la dirigencia volcada en favor de la parte patronal –y si no logran destituirlos, dicen—, corren el riesgo de perder sus conquistas históricas.
Las reformas abrirían la sub contratación para la legalización de las outsourcing, la pérdida de la inmovilidad del trabajador del lugar en donde vive, las plazas, el concepto de aguinaldo que ahora lo dan como “bono”, la pérdida del tabulador que afecta al trabajador y más a los pensionados, pues ya no tendrían aumentos de sueldo.
Aunque el Comité Ejecutivo sindical anterior aceptó la desaparición del tabulador de sueldos, esto es ilegal pues debe pasar por la votación de la asamblea general de trabajadores. Sin embargo, todo eso es lo que se podría legalizar con la reforma propuesta.
El conflicto en el gremio de los burócratas del gobierno de Oaxaca, que inició en los últimos días de esta semana, puede rebasar no sólo al Comité Ejecutivo de su sindicato, sino a la Secretaría de Administración del gobierno que armó a placer y sin visión de la problemática que desataba una negociación tan radicalmente favorable a los intereses del gobierno, que por unas décimas porcentuales (y quizá unos pocos millones para los líderes sindicales, a quienes por cierto dicha Secretaría impulsó para el cargo), podrían tener en puerta una rebelión de fuertes proporciones.
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