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Mazunte, Todos Santos, Tulum, Bacalar y Sayulita

LA SUAVE PATRIA

Luis Alberto García* / Oaxaca

* Son cinco playas sin igual para cautivar a todos.

* México, sus mares y arenas son envidia de numerosos países.

* Sol, aire puro y poblaciones con cultura y entretenimiento.

* Hoteles para todos los gustos, rústicos y de lujo.

* Olas para surfear y sitios naturales de gran interés.

Estos Pueblos Mágicos tienen en el mar y en el sol las mejores soluciones, prueban que ambas palabras también aplican para las playas, y por eso es recomendable prepararse con los aditamentos del caso, empezando por los lentes oscuros, la ropa ligera y escapar corriendo del caos urbano para emprenderla hacia cualquiera de las siguientes opciones.

La propuesta se reduce esta vez a cinco sitios, a cual más de seductores por lo que representan al traducirse en quietud, serenidad y todo eso que sirve o es útil para dar reposo al cuerpo y al espíritu, tan necesitados de nutrientes emocionales.

Mazunte, en la Costa oaxaqueña, es conocida por sus playas casi vírgenes y sus buenas y excepcionales vibraciones: aquí es posible encontrar opciones de hospedaje para todos los presupuestos, desde hoteles boutique situados en la sierra hasta pequeños hostales a unos pasos del mar.

Quienes se interesen por la vida marina y la naturaleza pueden visitar el Centro Mexicano de la Tortuga o caminar por la calle principal del pueblo, en donde los restaurantes, los bares y las tiendas naturistas están a la orden del día.

Imperdible disfrutar del atardecer en Punta Cometa, en una caminata al ponerse el sol  que, sin duda, vale absoluta y totalmente la pena, luego de conocer la playa de Zipolite, exclusivamente para nudistas; es decir, que con nada de ropa se puede culminar una gran jornada.

Todos Santos, en el estado de Baja California Sur, con un relieve lleno de árboles frutales y palmeras, este pequeño pueblo a menos de cien kilómetros de La Paz es un oasis en medio del desierto, que sería envidia de muchos países en el mundo.

Hay que reconocerle una vida cultural activa, así que debe dedicarse una mañana a su oferta de galerías de arte, y por la tarde, al caer el sol, relajarse en las playas cercanas como San Pedrito, Los Cerritos y Punta Lobos.

Todos esos sitios son tranquilos e ideales para surfear, y si estamos en ese mes, asistir al festival de cine que se realiza anualmente la última semana de febrero, alejados del ruido mundanal que habitualmente atosiga a los citadinos.

Y qué decir de Tulum, Quintana Roo: recorridos en bicicleta, visitas a los cenotes, sitios arqueológicos y sesiones de buceo son algunas de las actividades que se pueden realizar en un destino que combina los atractivos naturales de la Riviera Maya con una hospitalidad auténtica, sencilla, alejada de los grandes hoteles de Cancún.

Lo imprescindible el escenario gastronómico, que invita a conocer y a recomendar El Pez, Mi Amor y a probar los burritos de marlín en los Tres Galeones, así que hay que ponerse a tono y aterrizar en donde gusten.

Bacalar, también en el antiguo territorio de Quintana Roo, aunque no es una playa, su laguna de los Siete Colores califica en esta lista como un gran lugar de descanso gracias a sus increíbles tonos azules y aguas poco profundas, óptimas para nadar sin necesidad de ser expertos.

No debe dejar de visitarse el cenote azul que conecta con la laguna y el fuerte de San Felipe, escenario de enfrentamientos entre piratas ingleses y traficantes de armas que dejaban sentir su fiera presencia todavía en el siglo antepasado.

La popularidad y el gusto por la Riviera Nayarit han alcanzado niveles nunca antes vistos, y Sayulita es sin duda una de sus cartas fuertes y un lugar que resulta atractivo para los extranjeros por sus coloridos locales, mercados de artesanías y lujosas opciones de alojamiento.

Doña Martha Eugenia Gómez Linares, residente de la vecina Bucerías, aconseja que, para los surfistas expertos, hay olas que pueden alcanzar altura y dificultad, y como recomendación para una experiencia tranquila, hay que caminar diez minutos hacia la playa de San Pancho, y comer o cenar en La Rústica.

“Es un local de buenos cocteles de mariscos y espléndidas bebidas, perfecto para fiestas y reuniones entre amigos”, cuenta la hermosa y gentil señora, quien antes vivió en Zihuatanejo, Guerrero, otro paraíso en la tierra, con bahía y océano al frente y, por supuesto, un encanto único y bien mexicano.

*Premio Nacional de Periodismo / 2011, 2015, 2019 / Categoría Crónica.

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