La crisis actual que se vive en Morena revela las grandes debilidades del partido para constituirse en un verdadero apoyo o guía del proyecto de transformación nacional.
Queda claro que Morena no está a la altura de sus desafíos.
La lucha por el poder y los desgarramientos internos que alientan algunos grupos da cuenta de la urgente necesidad de reestructurar la dirigencia nacional y las estatales para hacer frente a la contienda electoral del 2021 y luego de plano avocarse a construir un nuevo modelo de partido.
Por lo pronto, ya no hay para dónde hacerse; es imprescindible que se concluya el proceso de designación de Presidente y Secretaria General del Comité Directivo Nacional (CDN), donde habrá de generarse una nueva correlación de fuerzas internas que tiene sus riesgos, pero puede ser útil a la necesidad de cambios.
La primera misión del nuevo Presidente será atender el desorden nacional e inmediatamente ver el problema severo del caos prevaleciente en los comités directivos estatales de la mayor parte de los estados en el país.