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Grecia camina hacia el suicidio

Diario Ejecutivo

En mayo de hace 13 años, Dimitris Christoulas se suicidó (disparándose un balazo) frente al parlamento griego. Dejó una nota escrita: “Soy jubilado. No puedo vivir en estas condiciones. Me niego a buscar comida en la basura. Por eso he decidido poner fin a mi vida”.

La de ese hombre, de 77 años, fue una muerte motivada por la mayor crisis financiera en la Grecia contemporánea. Le siguieron miles. De hecho, por las medidas de austeridad de los primeros años de la segunda década de este siglo, ese país pasó de la menor tasa de suicidios a la más alta en Europa.

La ola de personas que atentaron contra su vida llegó a tal grado que la Universidad de Pensilvania le dedicó un minucioso estudio en el que concluye: “Los suicidios se incrementaron inmediatamente después de los anuncios de los programas económicos en Grecia, y crecieron a sus niveles más altos en 2012 debido a la acumulación de medidas de austeridad y a las sucesivas protestas en la calle”.

Para 2015 la tasa de suicidios en el país helénico había aumentado 36 por ciento y el psiquiatra Theodoros Megaloikonomu, consultado por la agencia Efe, consideraba que la cifra real de suicidios era “más del doble” de lo que indicaban los datos oficiales.

Hot parece ser que el primer ministro griego, de la extrema derecha, hace todo lo posible por aumentar el número de suicidios. Concretamente este fin de semana, el parlamento griego aprobó una reforma laboral, impulsada por el gobierno conservador que dirigen Kyriakos Mitsotakis y su partido Nueva Democracia, que impone, entre otras medidas, jornadas hasta de 13 horas de trabajo, semanas de seis días laborables y optar voluntariamente a un segundo empleo con un máximo de cinco horas diarias.

El mismo mandatario había aumentado, en su primer periodo al frente del gobierno helénico, en 2021, a 10 horas la jornada laboral para ubicar a Grecia (junto con México) con las leyes que permiten mayor explotación laboral dentro de la Organización para la Cooperación y desarrollo Económicos (OCDE).

El ultraderechista Kyriakos Mitsotakis, es hijo de un antiguo primer ministro y tío del actual alcalde de Atenas, y ha llevado a su país a una crisis devastadora, hundiendo los ingresos reales de los hogares de clase trabajadora por debajo del 50 por ciento de la media de los Estados miembros de la zona euro.

Tanto él, como su padre Constantinos Mitsotakis, (premier griego entre 1990 y 1993) y su hermana Dora Bakoyannis (alcaldesa de Atenas cuando los Juegos Olímpicos que llevaron al país a la bancarrota) han sido señalados por actos de corrupción que abarcan lo mismo escándalos por espionaje, que posibles sobornos relacionados con las fuerzas armadas o con empresas como la alemana Siemens o la farmacéutica suiza Novartis.

Pero a pesar de sus antecedentes familiares y personales, la sociedad griega votó por él para un segundo periodo, en el cual profundizó su primera reforma laboral para convertir a su país en el de mayor explotación de trabajadores en el continente europeo.

En 2022, la media de horas semanales reales de trabajo en un empleo principal en la Unión Europea oscilaba entre las 32.4 horas de los Países Bajos y las 39.7 horas de Grecia y Rumanía. Esto incluye tanto a los trabajadores de tiempo completo como los de tiempo parcial de entre 20 y 64 años.

No es el único país que intenta formalizar la sobreexplotación de trabajadores. En marzo pasado, Seúl propuso aumentar a 69 el límite de horas de trabajo semanales, pese a que su actual tope de 52 ya es el cuarto más largo entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

La reforma laboral de Grecia de este fin de semana fue apoyada por 158 diputados, de 300 en total, principalmente del partido que dirige Mitsotakis, mientas la oposición votó en contra y miles de trabajadores se encontraban en huelga por la posible aprobación de la reforma laboral.

La modificación introduce también un contrato para empleados de guardia, que en la realidad supone que los trabajadores no tendrán un horario fijo, sino que trabajarán cuando el empleador así lo requiera, siempre y cuando exista una notificación previa de al menos 24 horas.

Además, un empleado puede ser despedido en el primer año de trabajo sin previo aviso ni remuneración, salvo acuerdo en contrario. Permite un periodo de prueba hasta de seis meses y obliga a los empresarios a proporcionar condiciones de trabajo detalladas.

En contraste, México intenta terminar con las leyes que durante años ocasionaron que nuestro país tuviera (junto con Grecia) uno de los niveles más altos de explotación laboral. De hecho es el país de la OCDE con mayor promedio de horas trabajadas de los 38 países que la forman. Encabeza la lista con dos mil 226 horas anuales trabajadas.

Lamentablemente en nuestro país 13.4 por ciento de los trabajadores labora más de 60 horas a la semana, lo cual va en contra de la salud y productividad de las personas, según de la misma organización.

Por eso, la IV Transformación (los legisladores del Movimiento de Regeneración Nacional) ha propuesto una reforma laboral que se encuentra paralizada en el Poder Legislativo y que no es apoyada por el sector empresarial ni por la oposición, la cual busca reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales.

Además de la reducción de la jornada laboral máxima de 40 horas la propuesta prevé la ampliación del periodo de descanso vacacional, aumentando proporcionalmente a los años de antigüedad en la empresa hasta un máximo de 30 días.

En el presente sexenio se han logrado varias mejorías a las leyes laborales, como la libertad de sindicalización, a modernización de los sistemas de justicia laboral, la prohibición de la subcontratación en algunos sectores y hasta la normalización del teletrabajo.

Pero falta (y es urgente) que el Poder Legislativo apruebe la reducción de la jornada semanal a 40 horas como máximo. Esa deberá ser la cereza el pastel para una verdadera reforma laboral en este sexenio. Ojalá se apuren porque la ultraderecha va en otro camino, como lo demuestra Grecia.

Dice el filósofo del metro: Trabajar para vivir es sano, vivir para trabajar es pecado.

Roberto Fuentes Vivar

Columnista y periodista fundador del UnoMásUno y la Jornada. Estudió Periodismo en la reconocida escuela Carlos Septién García y cursó la Licenciatura en Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Actualmente es periodista independiente, conocido como “El Filósofo del Metro”.

Colaborador desde el 6 de marzo de 2022.

Las opiniones expresadas por los columnistas en sus artículos son de exclusiva responsabilidad de sus autores y pueden no representar la postura o línea editorial de PressLibre. Sin embargo, como medio periodístico respetamos su derecho a la libertad de expresión.

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