+ Alcoholímetro, bares y actividades cuestionables, invisibles para Munícipe
Santa Lucía del Camino ha padecido largamente por la displicencia de sus autoridades municipales, y de su marcada voluntad por evadir algunos de los problemas de fondo de esa demarcación. Acaso el ejemplo más negro de ese tipo de autoridades fue Galdino Huerta Escudero, quien en poco tiempo convirtió a Santa Lucía en un espacio franco para diversas actividades prohibidas en cualquier otro municipio conurbado a la capital, y rápido también se fue en contra de sus propios gobernados, para exprimirles su economía y someterlos a cualquier cantidad de abusos. Y lamentablemente, Raúl Cruz González ya anda sobre los mismos pasos de su antecesor.
En efecto, con Huerta en Santa Lucía explotaron diversos abusos que hoy siguen ahí. Uno de ellos, el más conocido de todos, fue el del florecimiento de los centros de vicio y casas de prostitución, que llegaron incluso al extremo de “anunciarse” a la ciudadanía a plena luz del día ya no como botaneros, sino abiertamente como prostíbulos y casas de citas. Ávido de dinero, Huerta se dedicó a expedir licencias para el funcionamiento de bares, cantinas y “centros de entretenimiento”, por lo que incluso se distanció y peleó abiertamente con la mayoría de los integrantes de su Cabildo, a dos de los cuales incluso intentó meter en la cárcel.
Hoy en día existen muchos más bares, cantinas y prostíbulos en Santa Lucía del Camino, que los más de 300 que ya estaban antes de llegar Huerta al gobierno municipal de aquella demarcación. ¿Qué ha hecho Raúl Cruz al respecto? Evidentemente, nada.
Y no sólo eso: desde el inicio de su administración, en el mes de enero pasado, Cruz justificó su inacción frente a ese, que es uno de los grandes problemas, y uno de los mayores riesgos para la población, argumentando que como no había ocurrido ningún proceso de entrega-recepción entre la administración saliente y entrante, él no tenía ningún documento que le permitiera saber el número exacto de centros de vicio y/o prostitución que existían “legalmente” en la demarcación; y que por esa misma razón, Huerta no había entregado los sellos y la papelería oficial por lo que, dijo, éste podría seguir entregando permisos ante fechados para “legalizar” la existencia de esos establecimientos.
En ese sentido, Raúl Cruz ha preferido voltear para otro lado y fijar su atención en otros temas, evadiendo su responsabilidad de, por ejemplo, realizar inspecciones o revisiones a todos esos documentos oficiales al amparo de los cuales funcionan centenares de centros de vicio en aquella demarcación. Nunca ha reconocido que hacer eso significa un riesgo para su integridad y la de los funcionarios municipales, porque eso lo llevaría a también reconocer que en Santa Lucía ocurren otro tipo de actividades ilícitas de mucho mayor envergadura.
Más bien, lo que ha hecho es ignorar el problema en una especie de política de no meterse ni mover nada alrededor de los centros de vicio que ha solapado. Lo más que ha llegado a hacer es asegurar que durante su administración no se han expedido nuevas licencias para bares o cantinas, aunque en realidad esa es la última parte de un problema mucho mayor que radica en la incertidumbre sobre el funcionamiento de todos los establecimientos que ya existen y que funcionan de manera permanente, o intermitente, las 24 horas del día, todos los días del año.
EL ALCOHOLÍMETRO
Ese es otro rubro en el que Raúl Cruz se está convirtiendo en un pequeño, ávido y abusivo émulo de Galdino Huerta. Durante la gestión anterior, los puntos de revisión conocidos como alcoholímetros sirvieron para extorsionar y despojar a la ciudadanía de recursos económicos frescos, importándoles poco la integridad y la salvaguarda de las personas que conducen un vehículo de motor bajo los influjos del alcohol, y todos los que se encuentran alrededor de éste.
En algo que parecía inaudito, en los puntos de revisión de alcoholímetro en Santa Lucía del Camino, si un conductor ebrio llevaba la cantidad de dinero suficiente para pagar la multa correspondiente, así como los costos ocasionados por la inmovilización y arrastre del vehículo, podía continuar su camino; cuando en todos los demás puntos de revisión de alcoholímetro municipales, estatales y federales, por lo menos para la persona que es arrestada la sanción es inconmutable y debe permanecer retenida por un periodo que va de las 24 a las 36 horas, incluso habiendo tramitado un amparo. Pero además de todo eso, los costos de las multas, corralón y arrastre en Santa Lucía del Camino, eran con Huerta y siguen siendo con Cruz, de los más altos que un Ayuntamiento tenga autorizado a cobrar en Oaxaca.
No obstante, Raúl Cruz comienza a imprimirle su impronta al jugoso negocio del alcoholímetro. Pues si bien continúa la práctica de liberar al conductor ebrio a cambio de una multa –que ronda, según los parroquianos que han tenido la desgracia de haber caído en esos puntos de revisión, entre cinco y siete mil pesos sólo por la liberación de la persona, mas no por la recuperación del vehículo—, ahora aseguran que se ha popularizado el hecho de que los encargados de esa situación omiten la entrega de los recibos correspondientes.
Luego, señalan que después de haber pagado tal cantidad por la liberación de la persona que conduce bajo los efectos del alcohol, también hay que pagar otra cantidad de dinero por concepto de multa al vehículo, independientemente de que hay que pagar también por el arrastre y el uso de corralón para la unidad.
En el caso del punto de revisión que instalan en el cruce de Avenida Ferrocarril y Avenida Hornos, los vehículos sólo son arrastrados unas tres cuadras, ya que el encierro de vehículos se encuentra a espaldas de las oficinas del Instituto Nacional Electoral, que se encuentran sobre Hornos, casi llegando a la Avenida Lázaro Cárdenas. Aún así, por esos dos conceptos de arrastre y corralón, deben pagan alrededor de mil pesos; y al final, el Ayuntamiento sólo expide un documento que se entiende que es un oficio de liberación de la unidad, pero que no hace mención de los pagos que se realizan tanto por liberar a la persona del arresto, como respecto a la unidad.
Y lamentablemente si ese es un rasgo que lo ubica en el mismo rasero de su antecesor, a Raúl Cruz también le está carcomiendo su mala planeación de obras. Pues, volviendo al ejemplo de Avenida Ferrocarril, hay tramos enteros en los que su administración realizó obras hace más de dos meses, que continúan abiertos y, por ende, intransitables. Cada que bloquean puntos como el Monumento a Juárez o el crucero del IEEPO, el tráfico se carga sobre Lázaro Cárdenas —que está cerrado a la altura del Centro de Convenciones— e irremediablemente sobre Avenida Ferrocarril, que es la única arteria que queda para desfogar todos los vehículos que son desviados. Ahí, la ineficiencia y la indolencia de la gestión de Raúl Cruz se hacen presentes demostrando que tampoco en ese rubro ha logrado hacer algo notable.
PROTAGONISMO
En lo que sí es un ejemplo es en el protagonismo que ha demostrado. Carretadas de tuits y publicaciones, en las que su intención real es hacerse presente en las redes del Gobernador del Estado, para atraer su atención. Pareciera, pues, que él y su esposa gobiernan —así lo han reconocido en varias ocasiones, cuando se refieren a la gestión municipal como “nuestro gobierno”— más para llamar la atención de la clase política, que para entrarle de lleno a los problemas de fondo de ese lastimado municipio, que no ha logrado superar el mal fario de sus sucesivos gobernantes.