EXPRESIONES.- Todo Oaxaca se anda jeringando con el asunto de los “audio-escándalos”, las redes sociales se saturan de morbo y de sesudos análisis al respecto; incluso, el propio gobernador del Estado, Gabino Cué Monteagudo, deslindó a su gobierno del espionaje telefónico.
¿Quién fue entonces el osado o el abusado?
Sospechosos no han faltado. Dicen que Ulises Ruiz tiene capacidad para ello, lo mismo que José Murat; igualmente pudo ser un editor o un empresario radiofónico o cualquier “Juan de las pitas” que conoce los entretelones de la tecnología inalámbrica o celular, cualquier sagaz aprendiz de político o de periodista pagaría por ello.
He ahí el meollo del asunto.
¿El espionaje telefónico no merece la atención de las autoridades del ramo? ¿Ni a la PGJE y ni a la PGR les interesa investigar este evidente delito? ¿Son ellos mismos quienes negocian con ello?
Los audios o los videos no se hacen solos ni son entregados a los medios por un ángel o un querubín; alguien los hace, alguien los negocia y alguien los financia y todo ello, por supuesto, es un delito que está impune y desgastando la estabilidad política de la entidad.
¿Que es una manera de mantener a raya la corrupción política? Puede ser, pero por ser clandestina genera ilegalidades que no deben pasar desapercibidas por quienes procuran e imparten justicia.
Hacerlo es abonar a los ríos de ilegalidad que fluyen en el ámbito de la política y de gobierno en Oaxaca, y eso nos ubica irremediablemente como una entidad fuera de la legalidad.
Si estamos en etapa de cambios y enroques, es momento también de que la credibilidad de este gobierno se sustente en acciones de fondo, no matizadas, como hasta ahora.
Oaxaca de Juárez, Oax., viernes 19 de abril/2013
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