MUJERES Y POLÍTICA.- Inicia marzo y durante el mes entero serán visibles las mujeres, so pretexto del próximo Día Internacional de la Mujer.
No es para menos, aunque deberían estar vigentes y visibles durante todo el año por la condición de desigualdad social, política y económica producto de la construcción del mundo: lo privado y lo público que designó un lugar diferente y distinto para las mujeres y hombres, un lugar de desigualdad para ellas, un sitio de privilegios para ellos.
Leyes que no consideraban la condición de género de las mujeres y por tanto que generaban y siguen generando la violación sistemáticas de los derechos de las mujeres por el hecho de ser mujeres.
A las mujeres, a diferencia de los hombres, se les despojó, desde los primeros tiempos, de su primera propiedad: el cuerpo. Eso explica, pero sigue siendo inexplicable, el destino que se creía y sigue creyendo ineludible para las mujeres: la maternidad, pero también la violencia sexual que sobre ellas de manera sistemática se comete.
Tarde muy tarde llegamos al mundo de lo público, tal vez, estamos contando apenas poco más de medio siglo de la incursión masiva en la educación, el trabajo, los derechos patrimoniales, la lucha por la potestad de los hijos e hijas, el divorcio como derecho a vivir libres, principalmente de violencia patriarcal y luego hoy el derecho a vivir libres pero de violencia machista y el derecho que sigue costando muchas vidas innecesariamente: a decidir sobre nuestros cuerpos.
Como cada semana, hoy solo voy a hablar de dos casos que han sucedido en ámbitos diferentes, incluso, diría distantes, tanto que no se acercan ni tantito, pero qué creen, tienen el mismo lugar como principio: el nacer y ser mujeres.
Por un lado, la violación a los derechos humanos de las internas del Centro de Reinserción Social (Cereso) de Tanivet en Oaxaca, donde la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) inició una investigación por tortura en contra de seis reclusas, el resultado tras aplicar el protocolo de Estambul, que se dará en los próximos meses está en el aire, por lo pronto hoy las internas piden la salida de la directora del Cereso, Ángela Torres y también de Baldemar Pérez Canseco, Subsecretario de Reinserción Social.
Pero detrás de esta demanda, que urge decir le ha costado golpes y aislamiento a seis internas, además de la amenaza de ser trasladadas a un penal de máxima seguridad, tiene una larga historia que comienza con el traslado al Cereso de Tanivet, localidad ubicada en el municipio de Tlacolula.
Hay estudios concretos que revelan cómo las mujeres, a diferencia de los hombres, son prácticamente abandonadas por sus familias cuando tienen la desgracia de estar presas.
Los hombres las abandonan y los hijos e hijas menores de edad difícilmente pueden visitar a sus madres, entonces ellas se convierten en huérfanas de sus familias.
La lejanía de los centros urbanos contribuyen aún más al abandono. Ese fue durante largo tiempo uno de los motivos por los que ellas no querían irse del penal de Ixcotel.
Ya en Tanivet las mujeres se encontraron con una ingrata sorpresa, la salinidad del agua del cereso, recordemos que Tanivet se ubica sobre un subsuelo que traslada agua con alto contenido de sales minerales, tanto que en los años 70 la realización de obras hizo que brotaran potentes chorros de agua salada, que se creía venían del mar.
Pues esa agua salada no es apta para el uso humano, sin embargo es la deben utilizar las internas, lo que ha provocado –como lo han certificado– enfermedades de la piel que van desde resequedad hasta hongos, así como la caída del cabello.
Durante este proceso las mujeres han sido acompañadas por organismos de la sociedad civil, entre ellos Mujeres Unidas en torno al Género, la Equidad y la Reivindicación Social (MUGER), el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), Mujeres sobrevivientes de violencia, Mujeres Libres y un Comité pro Defensa de Reclusas de Tanivet, atendiendo desde sus necesidades legales hasta temas relacionados con su asistencia.
Una de sus preocupaciones más comunes es la lejanía, de ahí que ocho mujeres provenientes del Istmo de Tehuantepec pidieran la intervención de MUGER para su traslado a aquella región. Previendo lo que podía suceder, resultado de la estigmatización que existe entre quienes trabajaron en el anterior sexenio gubernamental, Rosario Villalobos Rueda, decidió triangular la solicitud a través de la DDHPO.
Sin embargo, ante la falta de respuesta, acude con el subsecretario de Reinserción Social, Valdemar Pérez Canseco, quien sostiene que lo que piden las ocho internas es simplemente imposible.
Entonces, la abogada Villalobos le explica que existe un caso anterior, donde mediante el amparo cuatro mujeres lograron ser ubicadas en un penal cercano a donde viven sus familiares, esto de acuerdo a lo que establece el Artículo 18 Constitucional.
El funcionario insiste que eso es simplemente imposible y sostiene que hablará con el juez federal para “que me las regrese”.
Por otra parte, el servidor público estatal agrega que las mujeres de Tanivet son flojas que no quieren trabajar, además de ser unas “huevonas” porque no quieren ni salir a hacer ejercicio.
Lo peor es que el funcionario admite que su esposa había puesto una “tiendita” dentro del Cereso donde les vendía de todo, pero que las internas la sacaron, “les vendía hasta los calzones, yo conozco los calzones de cada una”, expresó entonces el famoso Subsecretario de Reinserción Social.
Yo pregunto ¿por qué? De qué estaba hablando este servidor público que sigue molesto con las internas porque truncaron el negocio familiar dentro del Cereso de Tanivet.
De la solicitud de las cuatro internas tuvo conocimiento el gobernador Gabino Cué, quien fue abordado en un evento y ordena al entonces Secretario de Seguridad Pública, Alberto Esteva Salinas, atienda a Villalobos con “su tema”.
Molesto el ex servidor público sostiene que el estará atento desde las 5 de la mañana que acuda cuando quiera. La cita se concreta para el siguiente día a las 6 de la mañana. Finalmente, Esteva Salinas sostiene determinantemente que la solicitud de las internas para ser trasladas a su región de origen es simplemente imposible.
El pasado 14 de febrero, las internas se inconformaron debido a la permanente y constante violación a sus derechos humanos, de ahí que como medida de protesta se niegan a asistir al pase de lista y a tomar sus alimentos.
La gota que derramó el vaso fueron las nuevas disposiciones de la recién llegada directora Ángela Torres, quien ordena que frente a ella o cualquier otra autoridad del penal las internas deberán “colocar sus manos detrás de la espalda y hacer una reverencia”. Se creerá princesa o reinita.
Además de advertirles que ha estado en penales de máxima seguridad en el país y “tengo el modo de trabajo de EU y vengo a hacer un penal como esos”, apunta la originaria de Sinaloa, quien ha laborado en un penal de Quintana Roo.
Ese mismo día, las reclusa de Tanivet demandan la presencia del Secretario General de Gobierno, Alfonso Gómez Sandoval, quien no se interesa ni ocupa del problema.
Las demandas de las reclusas del Cereso de Tanivet están relacionadas con sus derechos humanos, de ahí que una de las principales sea la adecuación del contenido a su dieta diaria. Asistencia médica y medicamentos. Ampliación de sus prendas de vestir, incluso más abrigadoras. Respeto a la permanencia de sus hijos e hijas que aún requieren cuidados maternos (en general son 15 menores de edad). Personal de custodia femenino y no masculino.
La respuesta de la directora Torres y del subsecretario Pérez Canseco ha sido totalmente arbitraria, incluso tras la visita del presidente de la DDHPO, Arturo Peimber, entró al penal un grupo de policías antimotines, quienes por la fuerza hicieron que las internas volvieran a sus celdas y posteriormente subieron por seis de ellas cuyos nombres me reservo.
Primero ordenan que se desnuden delante de todos los elementos de seguridad, quienes se mofan de ellas; uno de los policías les acerca un perro para que les huela sus genitales, mientras los otros seguían divirtiéndose con las perversidades de sus compañeros y por esa humillación no fuera suficiente, las mujeres son brutalmente golpeadas, para posteriormente aislarlas.
Gabino Cué tiene sobre sus hombros una grave acusación por la violación a los derechos humanos de las reclusas, que evidencia indudablemente que entre el discurso y los hechos hay un abismo hecho por los malos funcionarios, cuyas perversiones son manifestadas en hechos tan deleznables como el narrado por las mujeres reclusas de Tanivet y que sucedieron durante la última semana.
Incluso han tenido que interponer un amparo ante la amenaza de la directora Ángela (o Demonio) Torres, quien afirma que las enviará al penal de alta seguridad ubicado en Nayarit. ¿Con qué pretexto? ¿Será posible que Gabino Cué atienda lo que está sucediendo y reconozca que quizá se equivocó y sigue equivocando en el nombramiento de algunos funcionarios como son los casos de señor de la tiendita Valdemar Pérez Canseco y la señora Ángela Torres que en unos cuantos días ha sacado el cobre?
Este par, tras la salida Peimber, quien visitó el penal, ordenó retirar los muebles del comedor, lo que implicó que las mujeres tuvieran que comer en el suelo ¿Como para qué?
Lo que se nota en todo este lamentable proceso y que marca de nueva cuenta la violencia contra las mujeres y la violación a sus derechos es la ausencia de la titular del Instituto de la Mujer Oaxaqueña, Anabel López, quien seguramente esta ocupada preparando una magna “celebración” por aquello del 8 de marzo y sus “magníficos” resultados al frente de la institución.
Lo que ha trascendido sobre este mismo Cereso es que la siguen los actos de violencia contra las internas, es decir, indudablemente la mancuerna de Valdemar y Ángela, una representación de los bárbaros del patriarcado, se pasan por el arco del triunfo el amparo interpuesto por las internas y las medidas cautelares que la DDHPO otorgó a las seis internas golpeadas.
¡Ay Gabino! ¿Qué te hicieron las mujeres?
@jarquinedgar