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Porfirio Díaz, ¿de héroe a villano?

Se están resbalando en la pluma, tecleando en la computadora, editando y reeditando libros, realizando documentales, conferencias, panfletos, etcétera; hay una efervescencia y una discusión intensa en torno al muy discutible Porfirio Díaz Mori, quien este 2 de julio cumple 100 años de muerto.

Porfirio-Díaz-Mori-02.07.15De la mano de Ignacio Zaragoza se convirtió en un líder militar en aquel 2 de abril de 1867 cuando sitiaron Puebla en defensa de la nación ante los franceses.

Provenía del ala liberal, pero militar, contrario a los liberales civiles como Juárez, Lerdo de Tejada y otros en los años posteriores a la batalla de Puebla y ante la aún convulsionada nación.

En el reacomodo de la República restaurada, Porfirio Díaz tomó por asalto el poder con su Plan de la Noria, primero en 1871 ante la reelección de Juárez y luego en 1876-77 ante Sebastián Lerdo de Tejada con su Plan de Tuxtepec; en ambos intentos su bandera era la no reelección, lo que le aplicarían 30 años después.

Llegó al poder en 1877. En el primer cuatrienio entro y estuvo al frente tres años y salió para verse desde fuera y regresar con toda fuerza; para ello, de 1880 a 1884, estuvo al frente Manuel González, y de 1884 hasta 1910 ininterrumpidamente hasta que la Revolución lo mandó al exilio a Francia, donde yacen sus restos desde aquel 2 de julio de 1915.

Al principio, Porfirio Díaz organizó su gobierno mediante una política de conciliación con la Iglesia católica y los caciques regionales; reactivó las haciendas, reorganizó al Ejército, hizo una alianza con los sectores que incidían en la vida pública: políticos, militares, inversionistas y terratenientes.

En materia política aplicó el liberalismo económico, el libre mercado a raja tabla; ello requería de garantías que implicaban “orden, paz y progreso”, un gobierno de mano dura. Eso hizo.

Las consecuencias para el anhelado progreso del entonces positivismo llevó a eliminar libertades políticas, violar los derechos individuales, censurar a la prensa, reprimir de protestas sociales, impedir elecciones, la división de los poderes, y definitivamente se enterró la posibilidad de construir un sistema político realmente democrático.

Aquí estaba la semilla que lo marcaría como un villano, como un dictador, con la pólvora suficiente que llevaría a la sociedad mexicana a la revolución.

Sin embargo, en términos económicos sentó las bases de la industrialización del país. Apostó a atraer inversión externa y logró que alemanes, ingleses, franceses y norteamericanos invirtieran en electricidad, minería, petróleo y, sobre todo, en la construcción de vías de ferrocarril que comunicaron al centro, al golfo, al sur y principalmente al norte del país.

Lanzó el famoso modelo de desarrollo para fuera, sin importar las implicaciones en términos sociales (explotación, violación de derechos laborales, exterminio de manifestaciones y en general de la pérdida de derechos).

Díaz creyó en la mano invisible de Adam Smith, que la democracia y todo aquello que tiene que ver con el bienestar social se alcanzaría con el progreso material, pero al ir reagrupando su equipo en sus reelecciones, achicó su grupo y por ende a quienes benefició.

Ello, a pesar de que institucionalizó su régimen para darle un toque de legitimidad; lo hacía sólo por formalidad y para acallar las voces disidentes, porque tuvo siempre una vocación de mando sin límites.

Benito Juárez murió en el poder y se convirtió en héroe; quizás si Porfirio lo hubiera hecho antes de las primeras sublevaciones en 1906, y antes de los manifiestos de los precursores de la revolución, los hermanos Flores Magón, quizá los oaxaqueños y oaxaqueñas tendríamos otra memoria del “Soldado de la Patria”.

*Secretario Técnico y Asesor de la LXII Legislatura del Estado de Oaxaca.

 

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