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Mónica Lavín Últimos días de mis padres

“Últimos días de mis padres”, ritual de despedida de Mónica Lavín

+ La autora Mónica Lavín escribió “Últimos días de mis padres”, como un ritual de despedida y una manera de dignificar su muerte, e invitó a quienes vivan el duelo, a contarlo, a contárselo a sí mismos, para evitar que nuestros seres queridos desaparezcan.

Por Ernestina Gaitán Cruz

Oaxaca de Juárez, Oax.- Con la escritura, también se puede dejar constancia de las historias de las familias, nuestra pertenencia inicial, refirió Mónica Lavín en entrevista. Y es que dijo, las familias son nuestro sostén en las pérdidas, son nuestra red de pertenencia, de donde venimos y son microcosmos donde están todas las pasiones humanas, las represiones, los secretos, los acompañamientos; ahí está todo lo que pudo ser, lo que fue, lo que dejó de ser, “creo que siempre son un espejo donde mirarnos”.

Respecto a la muerte para una escritora, comentó que afortunadamente existen los rituales para despedirlos. “No podemos nada más dar vuelta a la página y seguir. Debemos colocar las cosas en su sitio, con su tiempo”. Y por esa razón, su manera de vivir el duelo fue con la escritura de “Últimos días de mis padres” que quizá pueda ser un acompañamiento en las despedidas de cada lector, lectora en la medida en que encuentra su propio rito, dijo.

El duelo para la escritora Mónica Lavín, también le significó comprobar el efecto de la escritura, el encontrar la palabra exacta, aunque haya sido para hablar, para describir el dolor o la oscuridad del otro. “Esa palabra que está hecha de letras, que sostenga una memoria y que sostenga una forma de aliento, de estar, eso me maravilla todavía, el que la palabra pueda hacer eso”.

Ella es escritora y relató su proceso de despedida. Sin embargo, dijo que todas las personas podemos contar desde lo íntimo sin que nadie nos juzgue.

“Cuando escribimos, tenemos que ordenar y eso es aliviador, aunque hay diferentes maneras de llorarlos. Yo, de cualquier manera, los lloro… me entra esa ausencia tan difícil”.

En “Últimos días de mis padres” (Planeta, 2022), tocó la pérdida de su mamá Rosario Maroto y su padre Miguel Ángel Lavín con los detalles del recuerdo, del sentimiento de ya no tenerlos consigo, de sus últimos días, de esa relación construida a lo largo del tiempo, de lo que ellos le significaron, pero también con las preguntas que se quedaron.

Para la autora de “Café cortado”, “Hotel limbo”, “Yo, la peor”, entre otros libros, el relato no fue color de rosa, porque nadie lo es. Nuestros padres no son personas de bronce, son humanos. Fueron no solo como mi papá y mi mamá, sino él y ella, agregó.

Sin embargo, fue un proceso de “saber de dónde venimos, encontrar el lugar, encontrar el amor con sus altibajos, las oscuridades de cada uno, sus abismos, cómo salieron adelante. Como la vida está llena de todo eso, esa imperfección ya en la escritura, me hizo incluso admirarlos más, amarlos más… Me hubiera gustado decírselos”.

¿Cuál pérdida pesa más? ¿Mamá o papá?

Como historias del origen, los dos, de donde vienen, quiénes eran, pero creo la madre siempre es una incondicional emotiva, la emoción tiene un peso muy grande. Nuestra madre siempre mientras pueda, tiene con nosotros los cuidados que nos procuró desde bebés, de otra manera, pero tiene cuidados para contigo.

Me gusta la forma de ternura de los padres, a la mejor es un condicionamiento social también. En mi caso, el rol de mi padre era el de las decisiones económicas o de rumbo de la vida de cada quien; se le consultaba, porque mi madre finalmente había aceptado que era una mujer que dependía, aunque trabajara, del que tomaba las decisiones.

Primero partió su padre y si hubiera sido su deseo, la escritora Mónica Lavín así lo hubiera querido, “porque las madres son pilares emocionales, son quienes aglutinan a las familias. Son esos pilares de la memoria quienes tienen esta misión de mantener el tejido emocional”, dijo.

Se acerca la celebración del Día de Muertos y al respecto, la autora comentó que en su familia no se acostumbraba poner altar. Sin embargo, le gusta la tradición mexicana y quiere que sus nietos vivan la experiencia. “Es la mejor manera de platicar de dónde venimos, de los que ya no están, de quiénes eran”.

“Creo que sí vendrán sus almas, creo que nunca se van, por lo menos lo pensaba con la escritura también. Como escribo de ellos, ellos aquí están, están rondando, los estoy manteniendo; es su altar también”.

Contó que su primera pérdida, una experiencia muy fuerte, fue a los 12 años cuando murió su abuela, “y sigo pensando que viene a ver cómo anda la cosa, qué ha pasado con esta familia.

Mientras escribía “Últimos días de mis padres”, encontró papeles de su madre, cartas que escribía a su propia madre a pesar de haber muerto. “Siento que tenemos esa necesidad de seguir conversando lo que ha pasado, llamémosle almas o como les nombremos, ahí están”.

“A veces pienso que estás en la tristeza desgarrada de un amanecer, la forma discreta en que el sol se va haciendo presente en un día nublado, a veces incluso sé que estás en tu imposible regreso. Hay unos pájaros de plumaje ocre que se llaman primaveras. ¿Serás tú esa que se para en el borde del muro, que mira de reojo, que atisba que todo esté en orden?”.

Ernestina Gaitán Cruz

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UNAM. Reportera, articulista y free lance en La Jornada, Notimex, El Nacional, El Día Latinoamericano, Revistas FEM y Mira; Noticias de Oaxaca y Tiempo de Oaxaca. También llegó a colaborar en los Gobiernos de Guerrero y de Oaxaca.

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