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Los chimoltrufios

En la década de los 70 surgió en la televisión mexicana un programa de comedia producido por Roberto Gómez Bolaños, mejor conocido como “Chespirito”, al cual todos conocíamos como “El Chavo del 8”.

Pues bien, entre los personajes que sobresalían en la serie estaba “La Chimoltrufia”, una mujer de nulo nivel intelectual, pero sumamente parlanchina, lo que continuamente la metía en serios problemas, razón por la que acuñó una frase con la que recurrentemente pretendía zafarse de sus constantes incoherencias.

Y esta frase es: “Es que así como digo una cosa, digo otra”.

Desde ese entonces a aquéllos personajes que muestran poca o nula congruencia en su pensar y en su decir, o que se desdicen frecuentemente, se les atribuye el mote de “Chimoltrufios”.

Viene a colación este breviario televisivo-cultural, ya que durante los últimos días el PRI-Gobierno de Oaxaca ha lanzado una costosísima campaña mediática con la única intención de confundir a la población.

A esa ciudadanía que ya sabe cómo se las gastan los gobernantes en el poder, y que al ver su estrategia concluyen: los del PRI no tienen miedo, no. Lo que tienen es ¡pánico! Por eso es que en su nerviosismo, así como dicen una cosa, dicen otra. Paso a los ejemplos.

Primero quisieron entrarle al terreno de lo ideológico. Argumentaron que cómo era posible que se juntaran el agua y el aceite, que era una unión contra natura, que era una aberración. O sea que en pocas palabras se quisieron ver muy dogmáticos, pero olvidaron que su partido también tiene principios y una ideología cimentada en una revolución que no termina (genial argumento para seguir disfrutando del poder) y que entre otras cosas habla de justicia social, de desarrollo para todos, de apoyo para el trabajador, para el campesino y para el pueblo en general.

Por lo que de inmediato uno se pregunta: por qué en Oaxaca no sólo los priistas, sino la mayoría de los oaxaqueños carecemos de un ingreso regular, de falta de acceso a las escuelas y a las universidades públicas.

Por qué se inauguran hospitales, pero no hay equipo, ni médicos, ni mucho menos medicinas en ellos (lógico, eso no genera porcentaje de comisión).

Por lo que desde hace varias décadas el pueblo demanda esa justicia social que tanta falta nos hace, pero que en los hechos poco o nada les importa.

Escucharlos hablar de ideología resulta tan falso como han sido sus ofrecimientos de no aumentar más impuestos, o el de otorgar seguridad y empleo.

Pero, además, se les olvida que fueron ellos los que sin respeto a sus razones ideológicas le abrieron la puerta a este sistema neoliberal que, por cierto, suelen criticar cuando les conviene, pero a la hora de las definiciones terminan siempre votando a su favor.

¡Claro! No se les puede pedir congruencia porque así como dicen una cosa, hacen otra. Han sido ellos los directamente beneficiados de que en las comunidades rurales y en los municipios donde aún se rigen bajo el sistema de Usos y Costumbres, que coincidentemente suelen ser los más olvidados y los más pobres, la gente no sepa de ideologías.

Y no lo saben por la sencilla razón de que en forma deliberada la educación en nuestro estado no cumple con su función de forjar hombres libres de pensamiento. Que si lo supieran, con toda seguridad hoy estaríamos escribiendo sobre otro tema.

La gente de los pueblos conoce de hambre, de injusticia, de desesperación, de tristeza, pero no de ideologías. Resulta tan evidente su manipulación que el hablar de ideologías ni ellos mismos se la creen.

Aberración no es que los diferentes entre sí hayan decidido unirse en un sólo bloque buscando para ello las coincidencias que los fortalezcan. ¿Y saben qué? Ha sido precisamente el pésimo gobierno y la ausencia de resultados lo que nos ha unido.

La historia nos ha enseñado que contra un estado autoritario e insensible, no hay mejor antídoto que un pueblo altamente participativo, que ve en la democracia el medio y la vía pacífica para terminar con décadas de insensibilidad, falta de desarrollo, injusticia, inseguridad y de corrupción.

Aberración es que habiendo tenido la oportunidad de transformar la realidad que nos lacera y que nos lastima a los oaxaqueños, se hayan dedicado a hacer exactamente lo contrario, generando agravios, propiciando divisionismos, administrando la pobreza, amenazando y reprimiendo a los opositores, corrompiendo un sistema de por sí ya corrompido, entre otras cosas más.

Por eso el pueblo sabio –como suelen serlo todos los pueblos– ha dicho ¡Ya basta! en una clara muestra de que ya no los soporta más.

Por eso lo saben y por eso andan tan “apanicados”, tanto que hasta tienen que contratar a supuestos líderes de opinión traídos de otras entidades para tratar de sorprender a la ciudadanía, para engañarla, para confundirla, tal y como ha sido su estilo de comunicación de los últimos años.

Por eso vale la pena decirle a la ciudadanía que no caigan en el garlito perverso del engaño gubernamental. Que recuerden cuántas veces le han reclamado a los partidos políticos su falta de sensibilidad para ir unidos para derrocar a este mal gobierno.

Lo dijeron cuando Héctor Sánchez López no quiso aliarse para ir en un sólo bloque para ganarle a José Murat. Lo dijeron cuando Alberto Esteva y Pablo Arnaud no se unieron para ganarle a Jesús Ángel Díaz; lo volvieron a señalar cuando Humberto López Lena, Lenin López Nelio y Guillermo Zavaleta se fueron en forma independiente para contender por el Ayuntamiento de la ciudad. Lo demandaron con mayor ímpetu el pasado 5 de julio, cuando el divisionismo alentado desde el poder propició el retorno del “carro completo” para el PRI.

Ha sido la sociedad que reiteradamente nos ha pedido a los dirigentes de los partidos ¡UNIDAD!, por lo que hoy no estamos haciendo otra cosa que acatar su mandato.

De ahí esa estrategia archimillonaria a la que han recurrido los tricolores para lo mismo decir una cosa, para enseguida decir otra…como “Chimoltrufios”, ni más ni menos.

(*) Presidente del C.D.E. de Convergencia en el estado de Oaxaca

 

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