Periodismo libre y comprometido

Search
Search
O A X A C A Clima de Hoy

“Perfeccionarse en el error”, fin de la revista “Los bastardos de la uva”

OAXACA, OAX., noviembre 15.- Después de cuatro años de “leer” la vida y beber en los arrabales, la revista contracultural “Los bastardos de la uva”, la cual dirige Ricardo Lugo Viñas, llega a su número 14.

Prosa y poesía, erotismo y hedonismo; irreverencia y orgasmos literarios, reflexiones y maldiciones indeclinables —en palabras del narrador oaxaqueño Juan Carlos Rosas—, así puede describirse esta publicación que se edita en el Distrito Federal.

También como un espacio de autores de muy distinta veta: de Francisco Hernández a un Héctor Aguilar Camín antes de convertirse en intelectual orgánico de Televisa, pasando por el indispensable Eusebio Ruvalcaba, pero sin que falten los escritores en cierne.

Y más aún: “Los bastardos de la uva” es, básicamente, una revista de arrabal y literatura, de celebración a las letras, sobre todo a ellas, y al trago, al alcohol, al vino, dice Lugo Viñas durante la presentación de la publicación, efectuada en el recién culminado Festival Abasto de Letras que año con año organiza en Oaxaca el poeta Jesús Rito García.

Porque vino y letras es uno de esos binomios perfectos de los que hablaba Julio Cortázar, añade Ricardo Lugo, uno de esos pares que van de la mano, por más que en la Real Academia Mexicana de la Lengua y en la colonia Condesa de la ciudad de México traten de dividirlo, de disociarlo.

Porque “la condición de lector y la de bebedor son muy similares, pues cuando uno lee y cuando uno bebe sale de su zona de confort, de su espacio seguro, ese ámbito tan estúpidamente racional en que se vive”.

Cuando uno bebe, “se arriesga a ser la más sublime de las personas pero también la más estúpida, por eso es que la condición de lector tiene mucho que ver con la condición de bebedor”.

Se lee la vida

De voz y letra de Ricardo Lugo Viñas son estos párrafos incluidos en el número 13 de “Los bastardos de la uva”.

“Beber es un ejercicio solitario y a la vez no. Porque requiere de dos, del trago y de quien lo bebe. Tal como la lectura, que es un diálogo que saca del marasmo de la vida cotidiana y lo sumerge a uno en las cavidades pantanosas del placer y del conocimiento.

“El leer necesita de dos: del escritor y el lector. En el fondo, todos quisiéramos prohibir la lectura, tal como todos quisiéramos prohibir que se beba.

“Porque a nadie le gustan los borrachos, y menos los que leen cosas inservibles, soeces, apestosas, comodines de barrio de cantina que no sirven para nada.

“Acaso se deba a que la belleza se oculta, la belleza casi nunca se entrega en el primer trago de ron ni en las primeras páginas de un libro ni en la primera cogida.

“Hay que coger muchas veces, leer novelas muchas veces y beber y beber y beber: perfeccionarse en el error. De eso se trata la vida, de gastarla y derrocharla a lo bestia en el camino a la felicidad.

“La literatura y el trago son un sendero que se recorre a pie, un viaje a ultramar del cual siempre se regresa vapuleado, estropeado, ebrio, sucio, triste, conmovido.

“Tal como regresa a casa el ebrio bajo la noche lúgubre de mayo luego de haber bebido durante horas enteras.

“Cuando se lee, algo se transforma en el interior de nuestra condición, cuando se bebe también.

“Lo mismo se transforma uno al empujar los batientes de una cantina que al salir de ella. Ya somos otros, más tristes, más inservibles, más enamorados, más gozosos, más claros, como el aullido de un perro atropellado.

“Leer siempre es una relectura y beber siempre es un camino transitado a la ebriedad. Se bebe solo y de repente se entra a un diálogo, porque la cantina es una biblioteca cuyos acervos de licores y almajes invitan a la reflexión, al enamoramiento, a la confrontación, a la sabia estupidez del beodo, al encuentro del escucha de nuestro corazón hecho pedazos.

“Y es que leer no sólo implica un libro. También se lee el rostro de un bebé, los colores de un semáforo, las estupideces en la cara de un político, el hambre de una anciana que vende chicles o la sed de sexo en los ojos de la amiga.

“Cuando se lee, la relación con el lenguaje, las palabras, el alma y la vida, se modifica. Y el alcohol corre por eso que decía López Velarde: las venas voraces.

“Andan por ahí escritores librescos que lo único que producen es tedio y bostezos, porque sus libros adolecen de vida, de cariños, de lágrimas, de belleza, de zapatos, de sangre, sudor y semen.

“Leer y escribir tiene más que ver con el terror, el horror, lo absurdo, los problemas de la existencia, el humor, los dilemas humanos, el amor, la felicidad y la podredumbre.

“Y todo esto habita también en una cantina, y el alcohol es el transporte a la utopía triste, la vía para acceder a ese portento”.

 

noviembre 2013
L M X J V S D
 123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930  
Scroll al inicio