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Jesús fue crucificado en Tlalixtac; María nada pudo hacer por evitar el suplicio

TLALIXTAC DE Cabrera, Oaxaca, abril 19.- Con la crucifixión de Jesús de Nazareth en el atrio de la iglesia de esta comunidad zapoteca del Valle Central oaxaqueño entró en su fase final la enésima celebración de la Semana Santa para los católicos del mundo.

La mañana de este viernes 18 de abril de 2014 correspondió Miguel Ángel Hernández Hernández representar a Jesús. A las nueve de la mañana fue presentado ante Poncio Pilatos, gobernador de Judea, acusado de ser un “agitador” y de autoproclamarse “Rey de los judíos” y “Enviado de Dios”.

Tras interrogarlo brevemente envió a Jesús ante el rey Herodes, quien rechazó juzgarlo, pero aprobó cualquier castigo que el primero le impusiera.

En respuesta, Pilatos propuso a la multitud ahí presente un intercambio: liberar a Jesús de Nazareth o al ladrón de Barrabás. Y el pueblo, no siempre justo, optó por este último, quien quedó libre y el Hijo de Dios condenado al suplicio.

Poncio Pilatos pidió agua y se lavó las manos.

Jesús de Nazareth fue enviado a la crucifixión, cargando su propia cruz, luego de ser azotado y humillado por los presuntos soldados romanos, quienes por órdenes de Pilatos lo torturaron hasta el cansancio para que les diera información sobre la ubicación de sus 12 discípulos, y como castigo le impusieron la corona de espinas.

María, madre de Jesús, representada por Yésica Gómez Altuza, nada pudo hacer para detener la pena de muerte.

Una cruz de más de 20 kilogramos cargó Jesús por las calles de Tlalixtac de Cabrera. Siete veces cayó rendido por el calor, el dolor y el cansancio, mientras los soldados, con su faldita de romanos, lo seguían golpeando a la vista del público.

Hasta que se encontró con su madre, María, quien limpió la sangre y el sudor de su rostro. Lamentó no poder detener la sentencia, y en respuesta su hijo le solicitó “no llorar y pedir perdón por los pecadores del mundo”.

El Señor Jesús cargó nuevamente su cruz y acompañado de Dimas y Gestas, dos ladrones también sentenciados a morir en la cruz, se dirigió al atrio de la iglesia de Tlalixtac de Cabrera, donde lo esperaba la crucifixión.

Clavado en la cruz, Jesús de Nazareth exclamó siete veces, soltó siete palabras: “Perdónalos porque no saben lo que hacen”, fue una y ahí quedó.

En esta representación, Poncio Pilatos fue investido por Mauricio Camacho Lorenzo; Barrabás, por Agustín Reyes Lázaro; Dimas, por Omar Cabrera Luría, y Gestas, por Alberto Mendoza Canseco.

 

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