Si elaboramos un casillero tipológico de la burocracia en nuestra entidad, no está tan lejos de lo que ocurre a nivel nacional. Las características y perfiles, según sus acciones y tareas “oficiales”, encontramos lo siguiente: intelectuales, estrategas, técnicos, cortesanos, perezosos negligentes e informantes charlatanes.
Los intelectuales a decir de Octavio Paz, citado recientemente por José Woldenberg, colaboraron con los gobiernos revolucionarios, estos se convirtieron en consejeros, secreto o público, del general analfabeto, del líder campesino o sindical, del caudillo en el poder. La intelligentsia fue utilizada para fines concretos e inmediatos, proyectos de leyes, planes de gobierno, misiones confidenciales, tareas educativas, fundación de escuelas, así como tareas al extranjero, el perfil de estos, clasemedieros.
Sin embargo, el mismo Paz observo que esa honrada y eficaz tarea se muto, a sujetos sin independencia ni autonomía, pasando a ser sujetos legitimadores que siguen una línea vertical sin detenerse a pensar. Pasaron de creativos y constructivos a sumisos que ya no discuten los asuntos públicos, sino se cuchichean, es decir las cosas se definen al oído sin que los demás se den cuenta.
Se transita del intelectual con vista en la verdad, la razón; la justicia y el bien común. De aquel que añora encontrar los mecanismos causales y la inteligibilidad de lo que sucede, de desentrañar el sentido de las cosas, de hechos enigmáticos que no tienen aún explicación, de encontrar un horizonte promisorio en la complejidad de la diversidad social a, ganar el debate, una votación, la opinión publica, el interés del jefe, conservar, preservar y construir su legitimidad y poder, pero sobre todo a acrecentar los intereses de quienes están mas detrás del jefe, sean estos oligarcas transnacionales, nacionales o locales, estos últimos mutados de cacicazgos o emergentes denominados agentes, constructores, líder de organizaciones y fundaciones, que al final del día son un grupo reducido de personas que toman las decisiones de gobierno mas importantes.
Aunado a lo anterior el intelectual como sostiene Woldenberg, debe esmerarse que el poder de la verdad se abra paso entre esa maraña de intereses, proyectos, apuestas, chantajes y manipulaciones. Debe ser la verdad la gran brújula de trabajo intelectual en contraposición con el poder y los intereses del sistema político y económico, para que no haya exorcistas que quisieran o tuvieran la posibilidad de ordenar al mundo a su imagen y semejanza.
Los estrategas, piensan siempre que hay un capital en competencia. Tienen en sus mentes el dilema del prisionero, el tablero de ajedrez y se ven en un casino apostando. Preveen la cooperación o no cooperación, pero siempre alertas en función de los motivos y acción del otro, así como los costes y beneficios a alcanzar con su plan A, B y una alternativa C; así como los daños colaterales. La tarea es obtener el máximo beneficio al menor coste para su jefe.
El técnico debería elegirse por los conocimientos, aptitudes y capacidades que posee en alguna determinada área de conocimientos. Su tarea, producir datos y análisis que permita a su jefe tomar decisiones.
En nuestro país, la participación de estos según la historia fueron los científicos en el porfiriato, el Ateneo de la Juventud en la revolución y postrevolucion, “el Licenciado” en el inicio de apogeo del PRI, estos fueron gradualmente reemplazados por los “Chicagos Boys” y algunos caciques culturales, que procrearon a los tecnócratas del capitalismo enquistados en el Estado.
Muchos técnicos, su función se ha convertido en el trabajo parcial a favor del interés económico, pocos se convierten en una “conciencia crítica al poder”. Por el contrario estos justifican de manera técnica las decisiones tomados por los políticos altos y medios.
Cortesanos. Se les denomina así a quien sirve al rey. Se distingue por su lenguaje: “lo que diga el jefe”, en la mayoría de los casos sin criterio, sin visión, sino únicamente satisfacer a su encomendero lo encomendado. “Barbean” al jefe con regalitos, con actitudes sumisas e incluso indignas, en todo le dan la razón. Estos cumplen cabalmente la jerarquía oficial, una forma monocrática.
Perezosos negligentes. Estos se distinguen por lo siguiente. Si les preguntas ¿qué haces?, te responden que antigüedad. Están en el chisme físico o virtual, pintándose las uñas, viendo revista de modas o, platicando de algún tema irrelevante de sus vidas. No les importa tener sentados a muchos que requieren de una atención o de grandes filas esperando ser atendidos. Saben que hacer, por el tiempo que llevan, pero no lo hacen, negligencia e indiferencia total. Regularmente porque fueron designados por los jefes o funcionarios medios, por razones familiares, sentimentales, otros allegados, compadres o cómplices. Son estos los que Zanganean y obstruyen al Estado. Si a ello agregamos que en su mayoría están ahí no, por sus aptitudes profesionales, sino por las fuerzas sindicales o de grupo.
Por último, y cada vez mayor, en la nómina de la burocracia se haya un tipo que son los informantes que crean opinión, que escriben no los hechos de una manera plausible e inteligible, sin cajas negras, sino a satisfacción del jefe, recrear la gran noticia, en la mayoría con imágenes que no corresponden y la información varía de acuerdo a los vaivenes políticos, aunque ello implique desdecirse o ir en contra de normas mínimas requeridas.
