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En Juchitán: negligencia criminal

Sin Derecho a Fianza

Hace tiempo se contaba una conversación entre un arquitecto y un médico, cuándo éste señaló unos errores en un edificio construido por el primero:

—Sí, tienes razón—aceptó el arquitecto—. Es que nuestros errores se notan; los de ustedes: ¡los entierran!

Así era antes. No se sabía si un paciente falleció fue por causa de una negligencia médica, pues sólo explicaban: “no aguantó la operación”. Ahora no es así. Ya se denuncia, aunque, a veces, no se logra mucho.

Desde el año pasado, los escándalos envuelven a los Servicios de Salud de Oaxaca, principalmente en el área de maternidad. Como el episodio que vivió una indígena mazateca que dio a luz en el pasto del hospital de Jalapa de Díaz; caso que fue dictaminado por la Comisión Estatal de Arbitraje Médico de Oaxaca (CEAMO) como negligencia a finales de octubre del 2013.

(“Los implicados ya han sido señalados, para que sean sujetos por las autoridades correspondientes a una sanción ejemplar”, afirmó el titular del organismo, Mario Constantino Bustamante del Valle. Pero no, no pasó nada. Ninguna “sanción ejemplar”).

En este año las denuncias pasan de una docena y media. Ningún caso como el que vivió el pasado 5 de junio en hospital “Macedonio Benítez Fuentes” de Juchitán, Rosalba Vicente Morales quien, después de un tranquilo embarazo, sin tener ningún antecedente negativo, perdió a su bebé y, de paso, le extirparon el útero. [Una semana antes, otra joven madre había dado a luz en el baño del nosocomio porque no la atendían].

La subdirectora, Minerva Rodríguez Falcón, simplemente explicó existió una “rotura del útero durante el parto y que hubo la necesidad de extirpar ese órgano para salvar la vida de Rosalba”. Y el director del hospital, Jerónimo Ramírez, dijo: “desafortunadamente el bebé falleció por la ruptura pero la operación fue un éxito”. Claro, ¿pero quién la puso en ese riesgo?

Primero, ignoraron la recomendación del médico de Xadani, quien señaló que deberían practicarle una cesárea, porque ya tuvo tres partos. En el “Macedonio” insistieron que fuera de manera natural a pesar del riesgo anunciado. Por eso “estuvieron suministrándole medicamento para acelerar los dolores durante más de nueve horas”, dijo la hermana de Rosalba.

Las cosas no son tan simples. Las fuentes de esta columna han asegurado que el problema es del doctor Santiago, el ginecólogo responsable, “muy amigo del dinero”, a quien, su trabajo en el “Macedonio”, no le importa mucho: “lo maneja a larga distancia, prefiere atender casos privados” señalaron.

Es decir, delega responsabilidad en un adjunto al que le da instrucciones por teléfono. Como ese fatídico día para el bebé de Rosalba. Ella llegó desde las nueve de la mañana, sin ningún trastorno anormal. No fue sino hasta las 7 de la noche que la llevaron al quirófano, “pero cuando ya estaba sangrando mucho” dijo su hermana.

Mis fuentes señalan que el ginecólogo prescribió un medicamento inadecuado que aceleró el trabajo de parto, afectó la matriz de la mujer y provocó una hemorragia que ahogó al nonato y lo mató. Nadie recuerda un caso así en ese hospital.

Pero no fue tan rápido como se cuenta. “El bebé no podía respirar ni salir. Se retorció casi veinte minutos” ante la desesperación de los asistentes. Se le llamó con urgencia al doctor Santiago a su consultorio privado, quien debería estar en el hospital, pues eran sus horas de trabajo, pero el galeno se hallaba en la clínica privada. Llegó rápido, eso sí; pero demasiado tarde para salvar al bebé (era una niña).

Hay muchos casos en que el médico no es culpable de un trastorno grave. En este hay demasiadas evidencias como para sospechar que sí hubo negligencia médica.

En el 2011 el entonces presidente de la Comisión de Arbitraje Médico en Oaxaca, Arturo Molina Sosa, declaró que en 4 años se habían pagado más de 4 millones y medio en indemnizaciones por cirugías mal realizadas.

Y dijo que el 85 por ciento de las negligencias médicas cometidas por galenos en la entidad, correspondían a los servicios de salud pública. Primero el IMSS, luego los SSO, después el ISSSTE y al final, los hospitales privados con el 15 por ciento.

Sin embargo, ningún médico ha sido encarcelado, cuando mucho se le ha suspendido por dos años. Los peores son los casos de los SSO. Su sindicato los defiende contra todo. A veces los cambian de lugar pero no se les sanciona como debiera.

Algo pasa con ese famoso juramento de Hipócrates. Los que lo leen no le entienden o no lo aplican. Es común ver a médicos regañando a los pacientes, haciéndolos esperar (como a esas mujeres que paren en la calle o en los baños) o maltratándolos de diversas maneras, principalmente a loso más pobres, menso instruidos o indígenas. Han olvidado que estudiaron para servir.

Pero parece que lo interesa es otra cosa. Como me dijo un médico: “en el sistema de salud, su remuneración económica es poca comparado al nivel de responsabilidad, para exigir hay que dar”. Pues que renuncien.

A veces ni con dinero. Hace seis años, los SSO ofrecían 30 mil pesos para se cubriera la plaza de médico en la villa de Putla de Guerrero. Nadie quería estar ahí, preferían recibir la mitad, pero en la ciudad de Oaxaca.

En días pasados se otorgó plazas de “regularizados” a 283 médicos y enfermeras. Esto significa que tendrán los beneficios sociales y también los de un sindicato, es decir, serán casi casi intocables. Así como lo ha sido aquellos denunciados y comprobados como negligentes por la Comisión de Arbitraje y por la CNDH.

Así que esa “aforismo” que acuñó el, también intocable, secretario de salud, Germán Tenorio Vasconcelos: “Tolerancia cero”, es una es sólo eso: un aforismo, adagio o apotegma. Menos realidad. Urge atender, no solamente estas anomalías sobre la atención a los pacientes, sino de manera integral a todo el sistema de salud.

 

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