Periodismo libre y comprometido

Search
Search
O A X A C A Clima de Hoy

Si en el arte tomas como parámetro el dinero estás muerto de antemano: Dámaso

OAXACA, OAX., agosto 14.–“En relación con la propuesta artística, el dinero es pura vanidad: por lo menos a mí no me funciona la cuestión de que tienes que vender a fuerza”, afirma el artista plástico Arnoldo Dámaso, quien cumple en este 2014 su mayoría de edad en el oficio.

Más si se toma en cuenta que “el arte puede ser, es engañabobos, pues resulta relativamente sencillo defraudar a alguien con un cuadro si no tiene conocimiento de lo que va a comprar, y eso sucede muchas veces en Oaxaca. Le pasó incluso hasta al de allá arriba con ciertas esculturas”, señala con la cabeza el también caricaturista político durante la entrevista que se realizó en algún café cercano a la iglesia de La Soledad.

El del arte, insiste, “es un terreno súper engañoso y, desde mi punto de vista, si para conseguir el éxito en la pintura tomas como parámetro el dinero, estás muerto de antemano”.

Los parámetros al respecto deben ser otros: “El que la gente conozca la propuesta, la conclusión y la definición de lo que estás haciendo, lo cual sería lo más viable para saber que una obra posee contenido”.

–Sí, pero tienes que vivir de tu trabajo– se le recalca a Arnoldo Dámaso.

–Desde luego, pero eso siempre tiene doble filo.

–¿No el llamado mercado de arte en Oaxaca es una falacia, un espejismo, sobre todo porque no hay dinámica adecuada para que el artista pueda comercializar su obra de una manera digna?

–No sé de eso. La gente que a mí me compra la cuento con los dedos de la mano y adquiere de forma constante. Voy a verla y me compra piezas. Pero más importante que eso es que sepa de pintura. No nada más se trata de tener mucho dinero y llevarse cuadros. Hay que saber por lo menos lo básico, y eso resulta ya muchísimo. Encontrar un coleccionista serio que entienda lo que ve está muy cabrón; que además compre obra, es como un ideal.

El artista plástico Arnoldo Dámaso está cumpliendo la mayoría de edad en su oficio: porque suma 18 años que presentó su obra en El Infierno, un café que estaba en la calle Crespo, en una exposición colectiva, pero sobre todo debido a que se encuentra en su etapa decisiva en la pintura, abstracta y semifigurativa, por cierto.

En esa ocasión, recuerda, hizo dos cuadros: uno de unas flores “muy expresionistas” que gustó mucho y otro de una naturaleza muerta, un florero. El primero se vendió de forma inmediata y el segundo sólo tardó algunos días en irse. Por eso, Dámaso dice que, desde un principio, él no ha tenido “mucha bronca para vender” su obra.

Empezó con óleo porque su maestro Liborio Navarrete, un pintor de los Valles Centrales de la generación de Francisco Toledo y demás, siempre era eso: óleo. Era él, además, acota Dámaso, “un súper clásico de la Escuela de Bellas Artes de la UABJO, nada más que no fue a Europa, se quedó en Oaxaca y ahí firmó su sentencia”.

Arnoldo Dámaso realizó su primer curso de grabado en la Casa de la Cultura Oaxaqueña a los once años de edad. A partir de ahí, siempre estuvo en talleres de dibujo y acuarela. Nunca paró. Platica que casi no ha participado en exposiciones, pues se dedicó más a dibujar en los periódicos: “He entrado poco al asunto de las muestras y las galerías. Hasta la fecha. Pero todo el tiempo he estado pintando”.

Lo primero que pensó fue: “Para dedicarme al arte necesito dibujar bien. Entonces ocupe horas y horas, días y días, a practicar eso. Mi rutina era dibujar de las nueve de la mañana a las tres de la tarde, ir a jugar futbol y regresar y seguir dibujando hasta las diez u once de la noche durante dos años: mi objetivo era dominar el dibujo”.

–¿Qué tan difícil es el paso del dibujo al óleo?

–Cuesta. En el dibujo blanco y negro aprendes las tonalidades, pero inmediatamente te das cuenta cuando alguien tiene conocimiento y maneja bien el color: “Es que estás pintando como un niño”, pueden decirte; “sí, pero dime si un niño alcanza ese amarillo”, contestas.

Inmediatamente te das cuenta cuando un pintor sabe de la teoría del color y quién está yendo sólo por el instinto o la intuición. Es un lenguaje difícil el del color. “Ahora, el reto del momento es lograr que mi pintura deje de ser figurativa, que fue mi primer canon en el arte. Para ser un buen pintor tienes que dibujar bien, pero al paso del tiempo te das cuenta que eso no puede ser un axioma”.

–¿En qué momento dijiste: “Ya estoy listo y voy a entrarle de lleno a la pintura”?

–Desde hace tres o cuatro años. Mis primeras pinturas estaban muy cargadas de materia; al final era lo que no me gustaba. Quería ser más realista. Hoy he ido más allá: estoy en una etapa totalmente abstracta y con mayor uso del color.

“La caricatura es totalmente figurativa, no hay ahí vuelta de hoja. Mi pintura abstracta, en cambio, constituye un lenguaje que no es fácil de leer. De repente, sí se necesita conocimiento del uso del material para saber qué es lo que estás observando, si no, sólo vas a ver rayas o círculos” en un cuadro que “tiene que ver con la caligrafía, los signos y un fluir”.

 

Scroll al inicio