> Opinión | Joel Hernández Santiago

El dilema de Oaxaca

lunes, 14 marzo 2016
10:31 pm

PressLibre

NI MÁS NI MENOS

No se sabe desde cuándo, pero todo parece indicar que a Oaxaca le cayó la mala suerte; el mal fario; la bilis negra; el mal de ojo: todo junto…; o por lo menos eso parece nada más de ver los gobiernos que ha tenido de por lo menos 30 años a la fecha, los partidos y los candidatos que hoy mismo quieren gobernar ahí y el estado de precariedad social y política en la que se encuentra uno de los estados de México más queridos por todos.

No rezago cultural, porque si algo le surge a borbotones a la gente de la Tierra del Sol es cultura, es historia, es imaginación, creación, trabajo esforzado y sueño tangible que es forma de ser, vida y arte…

Pero el arte nutre la expectativa de trascendencia y expresa las intensidades del espíritu de los oaxaqueños; sin embargo, otro es el dilema hoy: el de saber quién gobernará ahí en ese espejo de discordias en el que se han convertido la política y el gobierno oaxaqueños, en tanto que la gente de a pie, que se dice, es excluida por los partidos políticos ambiciosos de gobierno para sí y en sí.

Para empezar, ya vemos cómo desde la Presidencia de la República se decidió que el candidato por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la gubernatura del estado sea, ni más ni menos, que Alejandro Murat Hinojosa, el hijo del ex gobernador José Murat Casab (PRI-1998 a 2004) y al que le han puesto todo en bandeja de plata para servirse del poder aunque entre los oaxaqueños de a pie su presencia sigue siendo ajena… … Sigue vigente el recuerdo infausto del gobierno del hombre de Ixtepec y nadie apuesta a que esta vez será distinto, porque esta campaña está montada en el todo poder de Murat Casab, quien cuenta con grupos de incondicionales ahí, se ha hecho de medios de comunicación y tiene el control político de grado o por fuerza.

Mientras su hijo lleva a cabo su campaña y evita el reproche social; así que es el candidato ‘Alejandro’ quien desterró el apellido ‘Murat’ de sus reflejos políticos y en su propaganda millonaria aparece sólo como ‘Alejandro’.

Y todos ahí, en Oaxaca, que no se pasan la vida bailando la Guelaguetza, se preguntan “¿Y quién es ese Alejandro?”… “¡Ah, sí, el hijo de Murat!”… “¡!”… Pero aun así, recorre la entidad –como la recorrió siendo funcionario público federal en preparación para su campaña–, ausente de un discurso convincente, formal, intenso y en el que los oaxaqueños pudieran reconocerse.

‘A lo más que llega –se dice ahí– es a promover los aplausos entre los acarreados que le traen para saludarlo, aunque éste no quiera ni tocarlos…’ Los oaxaqueños en contraparte, no se ven en él… Pero también construye su campaña sobre las desavenencias de sus adversarios políticos.

Apenas este viernes 11 de marzo, José Antonio Estefan Garfias presentó su registro como candidato a la gubernatura de Oaxaca por la alianza Con Rumbo y Estabilidad por Oaxaca (CREO), integrada por los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Acción Nacional (PAN).

Inicialmente esta coalición integraba también al Partido del Trabajo (PT), que de pronto decidió desvincularse y apoyar la candidatura de Benjamín Robles Montoya, un político nacido en el entonces Distrito Federal en 1959, criado en Michoacán y llegado a Oaxaca en años recientes…

Pero esta división de la presunta izquierda oaxaqueña parece estar construida más para fortalecer la candidatura del “Jr.” –como se conoce al hijo de Murat Casab– que para construir gobierno.

Una vez que los perredistas decidieron por Estefan Garfias –“Pepe Toño”–, Benjamín (‘Cara sucia’) decidió romper lanzas porque supone que su fortaleza política le da para ser gobernador de la entidad por sí mismo, y el Partido del Trabajo decidió que sí, que lo apoyaría porque también necesitaba un candidato…

Sin el PT a Estefan Garfias no le pasa nada, sigue su andadura hacia la gubernatura; pero sin Benjamín las cosas cambian, se debilita y se atomiza a esa izquierda mexicana nunca consciente de sí misma y pocas veces fiel a sus principios, sobre todo cuando se ha institucionalizado como es el caso tanto del PRD como del PT.

En todo caso el camino político-electoral, allá, está lleno de tropiezos y muchas detentes pendientes aún. Una vez hechos los registros legales de candidatos, Estefan podría impugnar la candidatura de dos de sus oponentes:

“En el caso de don Alejandro Murat, el equipo legal de Estefan Garfias buscará demostrar que no cumple con los requisitos de elegibilidad —no nació en Oaxaca ni tiene cinco años de residencia.

“Y, por lo que toca a Robles Montoya, los abogados perredistas van a impugnar que no puede ser candidato del Partido del Trabajo (PT), porque compitió en el proceso interno del PRD —el mismo escenario por el que los amarillos tumbaron las aspiraciones de Marcelo Ebrard, quien buscó ser diputado por Movimiento Ciudadano—, nos explican”, anotó El Universal hace apenas unos días.

Pero dada la fragilidad de nuestras instituciones nacionales que no siempre se llenan de gloria, ambos casos podrían ser resueltos porque “así está decidido”.

Así que mientras que “Alejandro” camina por la ruta presidencial y paterna, “Pepe Toño” busca fortalecerse con sus propias razones, aunque podría hacer el caldo gordo al “Jr.” en tanto que “Benjamín” hace una campaña de contraofensiva.

Pero en ninguno de los casos Oaxaca y sus grandes problemas estatales –históricos y presentes– son el eje central. Los oaxaqueños del día a día, del trabajo intenso y los problemas a cuestas miran con desprecio la lucha de unos cuantos por el poder político; y resignados, o no, son críticos silenciosos de los desfiguros de los partidos políticos y su gente. ¿Hasta cuándo? Nadie lo sabe. Todos lo saben.